Capítulo 21

117 11 22
                                    

Kenneth

La odio.

Jodidamente la odio.

Odio la manera en la que parece disfrutar de la fiesta, provocando que enormes sonrisas se adueñen de su rostro. Odio lo bien que le queda el vestido, resaltando su cuerpo, odio que me observe de una manera tan intensa y me sonría cuando se da cuenta que me fijo en sus movimientos.

Pero, por sobre todas las cosas, odio la manera en la que mi cuerpo reacciona a ella, a su cercanía, a sus gestos y su manera de ser. Odio no saber cuándo fue que comencé a sentir algo más que desprecio hacia su persona, odio desearla tanto y que ninguno se atreva a dar el paso necesario para ir más allá.

No soy idiota, sé reconocer y admitir mis sentimientos para saber que, a pesar de que deseo tomarla con fuerza y hacerla estremecer de placer, no es solo atracción física. Me asusta pensar que en algún momento comencé a verla de forma diferente, comencé a comprenderla y la dejé entrar en algún rincón de mi corazón, dándole poder para tratarme a su antojo.

Odio sentirme vulnerable a su alrededor, sentir que merece ser feliz y desperdiciar mi día en planear esta estúpida fiesta de navidad solo para que ella se lo pase bien.

«Aunque pensándolo bien, ¿realmente es estúpido?»

Volteo para observarla, encontrándola encima de la espalda de Blyur y riendo cuando él comienza a correr por todo el salón. Y con eso lo sé, no, no es estúpido si con ello consigo que ella ría de esa forma.

—Deja de verle tanto el culo

Tomo la copa que Aither me ofrece y me limito a mantenerme en silencio. A pesar de que trato de apartar la vista de ella, me es imposible. Veo sus piernas descubiertas por aquel hermoso vestido y me las imagino alrededor de mí, apretándome mientras yo me encargo de embestir una y otra y otra...

—Se te está parando.

Suelto un suspiro cargado de frustración ante el comentario porque a pesar de que sé que Aither lo dijo de broma, es verdad. Me remuevo en mi lugar y acomodo de manera disimulada mi pantalón. Cuando me giro para verlo, vislumbro la sonrisa burlona adornando sus labios mientras da un sorbo a su bebida.

—Ella cree que solo quieres estar con ella por su físico.

Mi ceño se frunce debido a su comentario y volteo a verla ligeramente para después volver mi vista a mi amigo.

—¿Ella te dijo eso? —asiente— ¿Cuándo?

—Hace unos minutos, tuvimos una... interesante plática.

Pese a que él no me está pidiendo ninguna explicación, siento que debo decir algo. Por lo que me quedo unos instantes en silencio, tratando de ordenar mis ideas para decir algo coherente.

—Me gusta su físico, pero, muy a mi pesar, debo admitir que hay algo en su persona que me resulta demasiado cautivado. No negaré que al principio sí quería algo con ella y creo que ambos sabemos que ella también, la tensión sexual que teníamos era tanta que tuve que reprimirme demasiadas veces para no saltarle encima y tomarla como quiero.

»Pero sería un idiota si niego que, en algún momento que ni siquiera yo logro comprender, esa pequeña odiosa comenzó a importarme más de lo que tenía planeado. Creo que las pláticas que compartimos durante entrenamientos o las cosas en las que nos vimos envueltos, nos hicieron unirnos más de lo que ambos esperábamos.

—¿Y por qué la tratabas tan mal?

—Supongo que creí que de esa forma ella se hartaría de mí y se alejaría, ayudando a mi autocontrol.

Princesa de FuegoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora