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Te gustaba el cosquilleo cuando se te quedaba una pierna dormida.

Te gustaba ese sabor a sangre que sentías en la boca cuando te mordías sin querer la lengua.

Te gustaba leer a la sombra mientras sentías la hierba de tu jardín en los pies.

Te gustaban tantas cosas que a mi no.

Eras el polo norte,

y yo el polo sur.

A pesar de eso,

los dos seguiamos siendo polos.

IggyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora