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_____ Rusell

Llenos de pánico y muriendo de frío, comenzamos a buscar a Lucy mientras gritábamos su nombre. Ya teníamos perdido a un Pevensie, no podíamos permitirnos perder otro más.

—¿Alguien tiene mi abrigo? —se escuchó la voz de Lucy detrás de nosotros. Todos sonreímos instantáneamente ante ellos. No la habíamos perdido.

—Yo creo que ya no van a necesitar esos abrigos —dijo la señora castor. Nos dimos media vuelta y quedamos maravillados con lo que nuestros ojos admiraban.

Era como si el invierno fuese despareciendo poco a poco. Entre más nos adentrábamos en el bosque, menos nieve se podía percibir. Era simplemente hermoso.

De pronto sin siquiera darme cuenta, todos íbamos sumergidos en un profundo silencio. Nadie quería tomar la palabra, acabábamos de pasar por un momento horrible que quedaría grabado en nosotros para siempre.

Lo que acabábamos que pasar no se lo deseaba ni a mi peor enemigo, ni siquiera al pobre Edmund que el universo lo librara de lo que fuera que la bruja estuviera haciéndole.

—____ —me susurró Lucy. Bajé mi mirada hacia ella.

—¿Qué sucede, Lucy? —pregunté.

—Peter a veces dice cosas sin realmente querer decirlas. No hagas caso a lo que... —la interrumpí.

—Está bien, Lucy. Quizá el tiene razón, ustedes son hermanos, yo soy solo una persona que acaban de conocer, no debería meterme en sus asuntos, más aún si no tengo experiencia en eso de tener hermanos —contesté.

—No eres solo una persona que acabamos de conocer. Eres nuestra amiga —dijo con un sonrisa. Me incliné un poco para abrazarla.

—Gracias, Lucy —respondí.

—¿Qué es todo eso? —murmuró Susan. Observé nuestro alrededor y habían tiendas de campaña y multitudes en lo que parecía ser una especie de campamente.

Así que esas eran las tropas que el castor había dicho con anterioridad. Esto de verdad estaba sucediendo.

—¡Mira, mira! —me dijo Lucy mientras me volteaba hacia donde ella veía.

Las flores de un árbol tomaron forma de persona y se encontraba saludándonos.

—Si eso hubiera pasado en casa, me encontraría rezando, pero como estamos en Narnia... Supongo que es lo más normal del mundo —dijo. Lucy rio.

Mientras nos adentrábamos al campamento, las especies que lo habitaban nos observaban. Mi estómago se revolvió y comencé a sentirme incómoda.

—¿Por qué nos ven así? —murmuró Susan.

—Eso. ¿Por qué nos ven como si fuéramos marcianos? —dije entre dientes—. Sí, estoy cabezona, pero no es para tanto.

—Tal vez creen que la cara de Susan es fea —respondió Lucy. Todos a excepción de Susan soltamos una risa.

—No tendríamos que estar aquí de no haber sido por Edmund —volvió a decir Susan.

—Juro que lo voy a destripar cuando lo vea —dije yo.

—Como hermano mayor de Edmund, tienes mi permiso —comentó Peter. Yo lo ignoré. Aún estaba ofendida por la forma en que me habló.

Una vez que llegamos hasta el fondo del campamento, Peter sacó su espada y la sostuvo en alto frente a una especie de centauro.

—Hemos venido a ver a Aslan —decretó Peter. Tras unos segundos de silencio, toda la multitud se arrodilló como sus extremidades les permitían. Al poco tiempo, de la última carpa, salió un enorme león. Él era Aslan. Imitamos el acto de los demás y nos arrodillamos.

Strawberry ×Edmund Pevensie×Donde viven las historias. Descúbrelo ahora