Love Line for Summer

𝟠: 𝘪𝘴𝘴𝘶𝘦𝘴

Sana y yo decidimos dejar de lado la clase por hoy. No tengo idea de qué nos perderemos en Derecho Financiero, pero creo que evitar un homicidio es mucho más importante en este momento.

Tomamos la mochila de Jimin y el morral de Taehyung para salir del salón tras ellos, intentando no perderlos de vista en caso no aguanten hasta salir del campus. De los metros que nos separan, podemos ver al castaño tomar la delantera y guiarnos hacia el puente que nos conecta con el centro comercial.

—Mierda, Yonyon, la cagaste, se van a matar por tu amor. Eres la Julieta moderna.— Sana suelta una broma nerviosa mientras nos apresuramos a subir las escaleras de la construcción. Suspirando con fuerza, le dirijo una mirada cargada de miedo; a este punto sí creo que son lo suficientemente estúpidos para ello.

Finalmente nos encontramos en el puente y vemos al par frente a frente, intercambiando frases que aún no podemos distinguir por lo lejos que estamos. De pronto, Taehyung toma a Jimin de la chaqueta y lo presiona contra la baranda, provocando que ambas soltemos un grito y corramos hacia donde estaban.

—¡Atrévete, Taehyung! ¡Hazlo! Eres un cobarde bastardo, siempre lo has sido.— Jimin gruñe e intenta zafarse del agarre del más alto, sin mucho éxito. Las pupilas de ambos irradian furia intensa, casi una ira asesina. El sonido de mi corazón latiendo desesperado inunda mis oídos, bloqueando mis sentidos racionales para liberar acciones guiadas por mi instinto.

—¡Son unos putos imbéciles!— Repongo con fuerza, jalando las manos de Taehyung para que soltara a Jimin y poder separarlos. Empujo al castaño para que retroceda y tomo sus muñecas con fuerza, inmovilizándolo momentáneamente. —Lo de pelearse era una estúpida broma, ¡mira la mierda que están haciendo en público!

—¿Lo vas a defender después de todo lo que te hizo? ¡Te está utilizando porque Seulgi lo dejó después del funeral! ¿No te das cuenta? No sabe qué hacer con su puta vida y quiere hundirte con él.

Me vuelvo hacia el pelinegro, fulminándolo con la mirada por un instante y callando cualquier cosa que estuviese por decir. Después me encargaría de él.

—¿Crees que soy tan cojuda, Taehyung? Porque si piensas que soy una damisela en apuros que no se da cuenta de las intenciones de otros, estás hasta el pincho.— Suelto mi agarre, negando ligeramente con la cabeza y resoplando apenas. —Y si vamos a ser brutalmente honestos aquí, tú eres el que más miedo me da en este momento. ¿¡Qué mierda tienes en la cabeza como para pelear en un puente!? La puta madre, alguno de ustedes dos se pudo matar.

A este punto, siento varios pares de ojos ajenos posándose en mí. Mi voz ya ha pasado el volumen socialmente aceptable y ha cruzado a la categoría de escándalo callejero.

—¿Sabes qué? Olvídalo todo. Fue mi culpa por idealizarte, Yoo Jeongyeon. Qué decepcionante.— Susurra con voz de ultratumba, quitándole a Sana el morral que le pertenece, y se va al centro comercial, desapareciendo rápidamente de nuestro campo de visión, dejándonos en silencio, pasmados.

Los murmullos alrededor se hacen cada vez más altos, ahogándome y haciéndome caer en cuenta de lo que acaba de suceder. El acelerado latido de mi corazón golpea fuertemente en mi pecho, arrancándome un gemido. ¿Está por darme un infarto? ¿Me voy a morir de un colerón?

Me vuelvo hacia Jimin y Sana, quienes me observan perplejos, como toda la multitud que nos rodea. Estoy sintiéndome como un espectáculo, como un mero animal de circo que acaba de hacer mal su acto protagónico.

—¿¡Qué chucha miran, mierda!?— El grito gutural que sale de mi garganta, dirigido hacia los desconocidos, logró asustarme. Los curiosos se dispersan, pero mi respiración agitada no parece amilanarse. Llevo ambas manos hacia mi cabello, jalando hacia atrás con poca delicadeza, para luego agacharme a intentar acompasar mis latidos.