final ;; abrazos y promesas.

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Era viernes, ya había terminado sus clases y finalmente podían salir del lugar. Hacía un calor implacable, ni una sola nube en el cielo o una racha en el viento y la única sombra que había era de algunos árboles dispersos.

Ambos chicos, tomados de la mano, em medio de una considerable multitud se paseaban libremente por las instalaciones externas de su universidad, ellos realmente no eran nada de manera oficial, la timidez de ambos seguía mandando entre la relación y ninguno se animaba a dar el siguiente paso.

Por su lado, Karl realmente quería ser novio de Sapnap, lo pensaba demasiado y mucho tanto que no lo dejaba dormir durante varias noches. Hubo varios momentos que Karl pudo haber usado para decirle a Sapnap que si le permitía ser su novio o algo así pero simplemente los dejaba pasar.

Karl observo a su costado encontrándose con la figura de Sapnap, miró su rostro y vio cómo el sudor goteaba por su cara colorada, parecía que algo le irritaba por lo que no dudo en preguntarle.

– ¿Todo bien, Nick? –

– Sí, karl, todo bien, por cierto, ¿En la noche quieres salir conmigo? me refiero a una cita. – menciono Sapnap lo suficiente audible para que Karl se emocionara.

– ¡Sí! Nick, claro que sí, ¿A dónde iremos? ¿Hay animales ahí? ¿Qué comida habrá? – Cuestiono Karl de manera continua interponiendose en el paso de Sapnap, tomando ambas de sus manos mientras lo veía con una sonrisa en su rostro.

– Oh, peque, iremos a un lugar especial, es sorpresa. – Sonrió suavemente Sapnap antes de rodear el cuerpo de Karl con un abrazo.

El día transcurrió completamente normal. La tarde era cómoda y soleada.

Sapnap le tenía una pequeña sorpresa a Karl.

Ambos chicos salieron en camino a un campo un poco lejos de la ciudad, tomaron un autobus, probablemente esperaron una hora y media para poder llegar a dicho lugar.

al ya estar presentes, en el borde del campo, hay una colina, que cuando llegas a la cima, puedes ver lo que crees que es el mundo entero, interminables campos de flores de numerosos y diversos colores. Este campo en particular está cubierto de dientes de león, que crecen en el ascenso gradual de la colina y cubren el paisaje durante media milla.

Dos figuras se sientan uno al lado del otro en la cima de una colina, con los dedos suavemente entrelazados y contemplando el paisaje cubierto de flores que tienen delante.

Son Sapnap y Karl.

Ambos chicos, en una atmósfera en donde el silencio reinaba pero no necesitaban palabras para poder sentirse cómodos con su mutua presencia, porque con el más mínimo tacto lleno de amor se transmitían miles de promesas tácitas que sólo ellos dos comprendían.

El lenguaje de amor de Karl era el afecto físico.

El sol se estaba ocultando y la luz poco a poco iba careciendo, para Sapnap, era un momento magnífico junto a un chico magnífico, su chico magnífico.

La vista desde aquella colima era tan bella, aún más cuando volteaba el rostro y veía el etéreo perfil de Karl. Realmente lo amaba.

Pronto el sol se oculto por completo, la luna brillaba intensamente, ellos la admiraban en silencio, un silencio cómodo y reconfortante, el aire fresco chocaba contra sus rostros y despeinaba sus cabellos, pájaros al azar se posaban cerca de ellos y comieron los pequeños trozos de pan que Karl les lanzaba alegremente.

Sapnap se acercó y observó cómo un pajaro comía directamente de la mano de Karl. Una pequeña risita escapó de su boca, haciendo que la criatura saliera volando. Cuando volteo pudo ver la mirada de Karl sobre él. Por un momento, sintió que su corazón se desplomó al verlo, pero con la ayuda de la luz de la noche guió sus manos a la cintura de el rubio atrayendolo hacia él.

– Oh, Karl, ¿Sabes por qué te tengo aquí? – cuestiono Sapnap muy cerca de los labios del rubio. Karl al reaccionar al movimiento de Sapnap, se sacudió sus manos y las pasó por el cuello de Sapnap.

– Uhm, realmente no lo sé, Nick, pero hasta ahora todo me está gustando, digo, no hemos hecho mucho pero me hace feliz estar contigo. – Respondió con suavidad en su voz, Karl, mientras acariciaba los pequeños cabellos crecientes en el cuello de su contrario.

– He pensado mucho en ti, no es como si fuese algo nuevo, la verdad siempre lo hago... Pero esta vez es en algo diferente. –

– ¿Sí? ¿Puedes decirme que es lo diferente? –

– Amor, es un poco raro, me refiero a que realmente nunca creí enamorarme así, llegaste a mi vida de la nada y fue tan rápido, ¿Recuerdas aquella vez que viniste a mi casa por primera vez y me llevaste una margarita? Bien, aún la conservo, trato de que no se marchite, busque notas de como mantenerla viva, porque esa flor representa lo mucho que te amo y aunque ese flor se marchite mi amor por ti nunca lo hará. Eres el chico más hermoso que he visto, Karl. – Sapnap susurro cerca del oído de Karl lo suficientemente audible para que este reaccionara ocultando su rostro en el cuello de Sapnap.

– Nick, eres lo mejor que me ha pasado, eres mi único escape de mi realidad, en verdad desde que te conocí algo cambió en mi, en ellas la esperanza de sentirme amado, ahora finalmente me siento bien, y es a tu lado. A fin de cuenta, de todos los chicos que hay en el mundo tú eres el único en mi mundo y el único que quiero que este dentro de el. –

Y antes de que Karl pudiera terminar, los labios se unieron en un beso cargado de sentimientos, en donde ambos se hundieron más allá de la suave brisa que los rodeaba.

Karl se apresuro en levantar sus manos. Sus cálidas palmas se posaron en las mejillas de Sapnap y las yemas de sus dedos se curvaron alrededor de su mandíbula.

Cada segundo que pasaba dentro del beso era una explosión de fuegos artificiales dentro de ellos mismos. Se sentía cálido aquel beso, los labios de Karl tenían sabor a frambuesas, eran tan dulces desde el punto de vista de Sapnap.

Desde el punto de vista de Karl, los labios de Sapnap siempre han sido embriagantes, con su sabor y textura que hacen querer de ellos cada vez más, eran tan dulces. No necesitaba nada más, simplemente necesitaba de Sapnap para vivir y ser feliz, con él, simplemente con él, era el único con el que se sentía bien.

Y duraron así por varios minutos, mientras la calidez de la luna los arrullaba entre sus dulces sonidos nocturnos que hacían del ambiente algo más dulce, que jamás los olvidarían. Podrían durar todo el tiempo allí, juntos, abrazados amandose uno al otro, como lo prometieron.

– ¿Puedo ser tu novio? – Preguntó Sapnap aún con sus manos sobre la cintura de Karl, después de haberse separado de aquel beso.

Y Karl volvió a unir sus labios en forma de respuesta.

– Sería todo un honor. – respondió después de separara sus labios y acariciar las suaves mejillas de ahora su novio.

– Te amo Karl. –

– Yo también te amo, Nick. –

...

Llegaron a casa y pasaron el resto de la noche dándose tiernos besos y susurrando suaves elogios en la boca del otro. Y cuando llegó la madrugada se durmieron abrazados como si no hubiera nadie más en el mundo.

Somebody To Love || karlnap Donde viven las historias. Descúbrelo ahora