Chanyeol

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Dos días antes del viaje

Sehun se sorprendió mucho cuando su hermano le dijo que estaba viendo a Kyungsoo de una manera romántica. Kyungsoo era mucho menor que el propio Sehun, por lo que la diferencia de edades sí le pareció llamativa, sobre todo viniendo de su hermano, que trataba por todos los medios de no hacer nada que lo hiciera destacar.

Ellos juntos, era una mezcla rara, pero de alguna manera encajaban tan bien- Recuerda esos primera años cuando Chanyeol se llevó a Kyungsoo a vivir con él, cómo el hombre taciturno trabajaba con vigor todos los días sin tregua en la tierra, cómo el adolescente hablador se hacía cargo sin quejas del austero tráiler, era como si sus géneros secundarios fueran tan fuertes como para superar todas las diferencias que tenían. Para Sehun, como Beta, era simplemente imposible de entender.

Incluso cuando llegó Cheolsoo, las cosas parecían ir bien. Pero ¿Qué pretendía saber realmente? Nunca preguntó realmente qué era lo que pasaba ahí, cómo se sentían o cómo iban las cosas en la granja. Solo se reunían y tomaban. ¿Realmente alguna vez quiso saber? Después de lo que pasó, era imposible no preguntarse las mismas cosas siempre que pensaba en su hermano. ¿Cómo beta pudo haber ayudado? O ¿es que su complejo por su género secundario lo incapacitó para ayudar?

-Está bien. Si necesitas saberlo, te contaré-dijo finalmente Chanyeol.

Kyungsoo siempre fue un omega muy particular. Nació en uno de los tres parques de tráileres que rodaban nuestro pueblo y como muchos en ese lugar, creció en una familia numerosa. Sus padres eran pobres y descuidados, y por lo mismo, él y sus hermanos crecieron cómo pudieron. La única gracia que se le concedió es no haber sido el mayor, ni el único omega de la familia, por eso sabía por experiencia a qué atenerse en ese horrible lugar del mundo en dónde nos tocó nacer.

En ese pedacito de llano, no nacer alfa era doloroso. Claro que los omegas la tenían peor.

A veces eso es complicado en los pueblos pequeños, mientras más quieras pasar desapercibido, más resaltas por ser diferente, y eso pasaba también con él. Era un omega que peleaba, a veces acababa golpeado, pero siempre se defendía, nunca se doblaba.

¿Te conté como lo conocí? Más bien, la primera vez que se presentó. Su familia se había mudado a un par de lotes del mío en el parque. Él habría tenido 14, tal vez. Ya había dejado de ir a la escuela después de un incidente violento y como se quedaba en casa le tocaba hacer las tareas del hogar. El niñato me había estado observando por semanas cuando por fin se me acercó un miércoles por la mañana, en pose coqueta y con unas líneas claramente copiadas de series de adolescentes. Creo que ni siquiera me reí, solo lo mandé a limpiarse los pañales-dijo con una sonrisa amplia y nostálgica.

Pero insistió y siguió insistiendo, venía en las mañanas y las tardes, siempre se daba una vuelta y aunque sus líneas o piropos no funcionaban, igual se quedaba. En los días malos, venía solo a mirarme, me miraba hacer cualquier cosa, cortar leña o limpiar el patio o recoger el correo. Solo se sentaba un rato a mirarme. Creo que fueron esas tardes las que me ataron a él para siempre.

Era un niño lindo, pero era un niño y traté en no pensar más en aquello. Yo era un alfa y él un omega, pero quería pensar que antes de todo somos personas-mmmm- Creo que nunca me había engañado tanto como en esa época.

Entonces, después de varios meses de visitarme todos los días, de pronto no vino a hacer sus vueltas rutinarias. Apareció después de tres días con un labio roto y un ojo morado, se había escondido en los bosques aledaños, pero según él se había aburrido de no verme. El novio de una de sus hermanas había querido llevarlo a la ciudad para venderlo ahí, probablemente, y entonces él se escapó al bosque.

La hora azulDonde viven las historias. Descúbrelo ahora