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René despertó de lo que se sentía como un largo sueño, confundido y mareado miraba para sus costados y no comprendía ni un poco lo que sucedía. Se encontraba en lo que parecía la neblina de una especie de laguna. Pisaba algo similar a la arena, pero mucho más oscura y densa, que sostenía los escasos centímetros de agua que tenía aquel calmado lago, ¿o gran charco?, era confuso para él, no tenía lógica. De pronto, una luz a su espalda lo atrajo, una luz color carmesí con la característica energética atracción que él ya conocía de los portales.
Le vio allí a lo lejos, una figura, de unos tres metros de alto por lo menos, parada recta, y humeando de su cuerpo una sustancia similar a la que él había absorbido en aquella cueva misteriosa en el pasado. La figura no se podía distinguir bien en la penumbra, pero parecía tener una capucha hecha con esa misma sustancia que le cubría la cabeza, debajo se asomaba un rostro; era una calavera con bordes apenas filosos en ella, muchas líneas más oscuras que el mismo cráneo y detalles dorados con símbolos extraños. Sus manos reposaban sobre la empuñadura de una gran espada con la hoja bastante dañada y carcomida, la cual permanecía clavada en el suelo. No se movía, sólo se mantenía allí, irradiando energía pura y un terror en René que lo hizo retroceder unos pasos. Vio la criatura a los ojos, o la faltante de ellos, debido a que solamente había un hueco en donde se suponía que estaban.
"No tienes idea de lo que eres... Yo te mostraré la verdad."
Eso último que dijo la figura despertó a René del incómodo y perturbador sueño, el único problema era que aquella mórbida y oscura voz ya la había escuchado una vez... cuando absorbió la anomalía hace unos años atrás.
Zoé se encontraba dormida a un lado de René, quien seguía perturbado por aquel sueño. Decidió levantarse e ir al baño. Se lavó la cara con agua fría y se quedó viéndose a sí mismo, recuerdos de su vida venían a su mente, junto con el dolor de los peores momentos que experimentó. Ya no se veía más como un simple niño, ya tenía 21 años, su mandíbula estaba más marcada que cuando era un pequeño, sus cejas tupidas y con un negro bien intenso le marcaban su característica mirada imponente, mientras que sus ojos color miel oscuros siempre eran notados por todos al verlo, siempre tenía un corte militar en el cabello, y excasa barba que tenía como mucho un par de días. A pesar de que no debía envejecer por su avanzada regeneración de células, su cuerpo parecía seguir avanzando, él creía que en unos pocos años su apariencia iba a quedar estancada en ese punto por siglos o milenios.
Se había vuelto un joven apuesto después de todo, él lo sabía, pero no le interesaba mucho porque de todas formas lo único que importaba era la manera en la que Zoé lo miraba, y para él eso siempre era suficiente. Se refrescó de vuelta con el agua del grifo y se dirigió a la sala de estar en su hogar, un departamento de apenas dos ambientes, con la cocina conectada al comedor, no necesitaban nada más que eso para vivir. Encendió el televisor, y durante toda la noche vio las noticias del nuevo mundo que había dejado Shark y luego Ivanna.
La era sin FIRST había comenzado, tiempos oscuros para el resto del mundo iban a llegar, la única barrera que tenía Rusia Unidos ya no existía, eran imparables ahora.
Ivanna Volkova falló con su plan, no consiguió las coordenadas hacia el Mundo Abandonado, pero se había sacado de encima la única piedra que le estorbaba en su camino, el único problema fue que no midió las consecuencias que eso traería en el futuro, nadie lo hizo.
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Buenos Aires, Enero 2019.
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[Completo] La Puerta De La Penumbra III
Science Fiction[Este libro pasará a formar parte de La Puerta De La Penumbra I como el tercer acto] El mundo ahora es diferente, una oscuridad se acerca, Chloé y René lo presienten, pero luego de las constantes derrotas no saben si podrán evitar la llegada de algo...