Capítulo VII: Un Cazador Implacable

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Junio 2019, Rusia Unidos.

   La noticia de la prohibición de los super-soldados había hecho eco en todo el mundo, se hablaba de aquello en cada rincón, esto le daría una oportunidad a Min, o más bien dicho, un campo de batalla donde realizar su venganza, por otro lado los dos mercenarios que consiguieron el suero ahora tenían otra razón para ayudarlo a Min más que la deuda con él, para ellos la legislación de aquella nueva ley los convertiría automáticamente en fugitivos, y luego cuando haya una cura serían obligados a volver a ser personas comunes, era algo que debían evitar a toda costa.

   Ya se encontraban en Rusia Unidos y sólo había que esperar que llegará el mes de julio para el gran día, mientras tanto tenían trabajo que hacer. Min necesitaba encontrar una forma de entrar en aquel teatro donde se realizaría la legislación, era lo único que faltaba del plan, para ello asaltaron las instalaciones de la empresa arquitecta que había prestado por última vez servicios en el teatro, justo luego del Sharknet, debido a un drone derribado que cayó sobre parte del edificio. Copiaron todos los planos que tenían en su servidor, y se retiraron, dejando el sitio completamente destruido.

   De vuelta en la casa segura donde se escondían comenzaron a revisar los planos del teatro, no les llevó mucho tiempo encontrar una forma, Min sabía que con ello finalmente podrían conseguirlo. El teatro tenía un sector completo en reforma por el drone derribado, el cual había quedado totalmente parado los últimos meses por problemas económicos del mismo museo, era un ala del edificio completamente cerrada, pero con la superfuerza de un super-soldado ningún candado o cerradura era bueno.

   Faltaban sólo dos semanas, ya sabían por dónde entrarían y la forma en que lo harían, por último como lograrían su objetivo, ya estaban cerca del momento.

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   A una semana del momento que más esperó René durante los últimos años, el momento donde se le pondría un freno a los super-soldados. Existía en él el miedo constante de que todo fuese una farsa de Ivanna, que se detendría con la decisión, o incluso un atentado contra su vida en orden de evitar la legislación, cinco mil ideas se le pasaban por su mente durante esos últimos días, por eso mismo René hizo lo impensable, se ofreció como seguridad para aquel día, protegería a la que fue uno de sus mayores enemigos, en fin de conseguir su deseo más profundo. Iría con su característico uniforme, sólo que esta vez con una mejora por parte del ejército de Rusia Unidos, placas metálicas de Vrecrato, una nueva fórmula que habían creado los científicos de aquella poderosa nación, una aleación entre titanio, acero y partículas de diamantes artificiales, consiguiendo así un metal definitivo tres veces más resistente y fuerte que cualquier otro.

   René analizaba cualquier posible posición para un francotirador que intentara matar a Ivanna en la entrada del teatro, un coche bomba, o inclusive una traición por parte de sus guardaespaldas favoritos, los soldados de Chernobog, los cuales estarían presente durante toda la cesión, él debía estar preparado. Zoé podía ver todo esto en él, no se detenía un segundo de dar vueltas por la habitación donde se hospedaban, en un momento caminaba con su pera apoyada en su mano mientras que esa mano reposaba desde el codo con la otra, luego se sentaba en su ordenador y desde satélites observaba una y otra vez las calles, los edificios aledaños, ignorando completamente el ala cerrada del teatro. Zoé sabía que toda la situación era demasiado para él, necesitaba una distracción, o alguien que le funcione de cable a tierra.

   —Amor... ¿No has considerado llamar a Chloé y Jorge? Puedes pedirles que vengan como invitados, apoyando nuestra causa, creo que te ayudaría que ellos estén aquí —le dijo mientras apoyaba su mano en su hombro.

   René alejó las manos del ordenador por unos segundos y se las llevó frustrado al rostro.

   —No lo se cariño, no quiero arrastrarlos a esto, ya lo dejaron atrás.

   Zoé se acercó a su pareja, le apoyó su mano en su mejilla y lo miró a los ojos.

   —Ya no es la guerra esto amor, es la paz... Son hermanos de armas, y eso perdura incluso después de perder una guerra —Zoé se giró hacia su costado mirándolo directo a los ojos, podía ver como René se estaba exigiendo demasiado.

   —Okey, lo haré... Siempre tienes razón, ¿pará qué te discutiré? —respondió con una pequeña sonrisa de lado René.

   —Recuerda, no más supersoldados, te lo prometí... Nos lo prometimos —le dijo mientras le daba un beso en la frente.

   Aquella noche durmieron abrazados, protegiéndose entre sí, aunque la realidad era Zoé protegiéndolo a él de sí mismo, de su mente, la cual no dejaba nunca de maquinar un temor tras otro.

   La guerra ya había terminado, pero no para René, para él continuaba, veía enemigos por todos lados, y ahora debía no sólo proteger al mundo, si no a su Zoé, lo que para él ahora era su mundo entero.

   Al día siguiente René realizó la llamada que más lo asustaba, habló con Chloé, pidiéndole el favor de apoyarlos en aquel día, y ella sin dudarlo le dijo que si, sabía como era su amigo, y que lo necesitaba, así que empacaron sus cosas y al día siguiente se dirigieron a Rusia Unidos.

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[Completo] La Puerta De La Penumbra IIIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora