Capítulo Cinco: Un mal momento

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El caos se desató nuevamente a la mañana siguiente, los niños debían ir a la escuela y ya estaban retrasados, así que corrían por todo el lugar, guardando sus libros en las mochilas, terminando sus desayunos y finalmente cepillándose los dientes. Sherlock estaba sentado en el sillón con James en sus brazos, el pequeño sostenía un oso de peluche en ese momento. La verdad era que Sherlock no se había estado sintiendo muy bien con el paso de las horas y eso lo estaba preocupando. Cuando los niños estuvieron listos se despidieron de él con sonoros besos.

—Regresaré pronto —dijo John, él simplemente asintió. El alfa estaba usando todas las vacaciones que había acumulado para ayudarlo con sus hijos y él realmente estaba agradecido.

Cuando se quedó completamente solo se levantó del sillón y dejó a James en el coralito mientras él iba a revisar a su hija. A la pequeña necesitaba un cambio e pañal, así que Sherlock lo hizo para luego darle el pecho. Cuando Isabella se sintió saciada bostezó y rápidamente se quedó dormida nuevamente. Sherlock salió del cuarto y regresó a la sala donde su hijo seguía jugando.

El omega decidió recoger algunas cosas que estaba tiradas por el piso, pero al agacharse sintió un dolor muy fuerte en su zona baja que lo hizo encogerse sobre sí mismo. Respiró un par de veces y con esfuerzo llegó hasta el sillón en donde se sentó. El miedo comenzó a hacerse presente pues nunca le había sucedido algo así después de dar a luz. Cuando John regresó la sonrisa que tenía se borró al ver el dolor reflejado en el omega.

—Sherlock, ¿qué te sucede? —le preguntó.

—Tengo un dolor muy fuerte aquí. —Con un poco de vergüenza señaló hacia abajo—. No sé qué me pasa —musitó. John rápidamente comenzó a preocuparse, pero mantuvo la calma.

—No te preocupes, voy a revisarte, ¿de acuerdo? —le dijo. Pero Sherlock al escuchar eso se puso más nervioso.

—No, estaré bien, seguro no es nada —se negó. Watson frunció el ceño.

—Sherlock, esto puede ser algo grave —explicó—. Vamos, te llevaré al cuarto para revisarte. —El omega no tuvo más remedio que aceptar, por suerte James se había quedado dormido, así que no habría problema. John le rodeó la cintura con su brazo y lo llevó hasta el cuarto con pasos lentos. Al llegar lo dejó sobre la cama mientras él iba a buscar algunas cosas que podría necesitar—. Muy bien, voy a necesitar que te quites el pantalón —le pidió.

Sherlock se sonrojó hasta las orejas, pero asintió. Aun vestía pijama, el cual consistía en un pantalón gris con rallas azules, camisa desgastada color gris y una bata azul, quizás podría usar eso para cubrirse. Hacia tanto tiempo que John no lo veía casi desnudo que ahora le daba vergüenza, lo cual era ridículo pues tenían cuatro hijos, pero su relación había cambiado tanto que ahora algo tan simple le provocaba pavor.

No le ayudó que John pareciera igual de avergonzado que él. No era tan obvio, pero después de nueve años por supuesto que conocía bien a su novio y sabía cuando intentaba disimular. John le sonrió, intentando darle confianza.

—Tengo que pedirte que pongas las manos ahí. Tienes que..., alzarlo para que lo vea bien.

John no sabía porque le estaba costando tanto. A sus pacientes les decía sin pudor y no pasaba nada, pero decirle aquello a Sherlock le parecía inapropiado y ni siquiera sabía por qué. Sherlock le obedeció y John dio una larga respiración, antes de agacharse y observarlo bien. A Sherlock le habían tenido que dar cinco puntos, era un corte grande pero bien ejecutado, aun así, a John le causó impresión. Sólo le habían puesto tantos puntos con su hijo mayor, hacía ocho años.

Bendita paciencia (Johnlock/Omegaverse)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora