Capítulo 4

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"El pasar de los días".

Seis semanas completas habían pasado desde que Harry Potter había visitado la agencia de Bienes Raíces de la familia Newton queriendo comprar la antigua casa Johnson.

Seis semanas que tuvo que esperar en que los tramites de compra venta estuvieron listos para ser firmados y así la casa fuera legalmente suya.

Seis semanas en las que se dedicó, junto a su nuevo amigo Mike, a visitar cuanta tienda de electrónica, Mall, y muebleria se le atravesaba, pues si bien, él contaba con magia para poder equipar su casa de pies a cabeza, sería un tanto sospechoso para los muggles en general no ver los grandes camiones de mudanza entrando y saliendo del pequeño poblado de Forks.

Porque claro, la gente del pueblo entero tenía los ojos sobre él, era la novedad, el nuevo, el extraño, el que podría ser un asesino serial o tal vez un caníbal, o secuestrador se niños.

¿Quién sabe?.

Además claro, de que se había vuelto un tanto adicto a las compras; aún que vamos, la gente no podía culparlo por volverse adicto a tan peculiar actividad, pues después de vivir años sin ni un solo Euro en sus bolsillos, y otro tanto de tiempo sin poder salir a gastar los Galeones de su boveda acorazada de Gringotts porque un megalómano andaba tras su cabeza.

No había tenido oportunidad alguna de experimentar, de gozar, de vivir.

Pero en cuanto fue libre, tanto de Voldemort, como de Dumbledore, y de sus amigos, comenzó su travesía.

Visitó Zoológicos, Parques Acuáticos, Salas de Cine, Museos, Parques de Diversiones, Salas de Videojuegos, de todo un poco.

Hasta que descubrió los grandes Mall's.

Comenzó de a poco, solo recorriendo los pasillos, viendo los escaparates, a las familias paseando felices, los adolescentes, como él, andando en grupo con amigos, o una que otra pareja de enamorados, compartiendo una malteada, comiendo una hamburguesa, o saliendo sonrientes de las cabinas de fotografías instantáneas.

Hasta que ya era un experto en los Mall's que, en ese entonces, los muggles comenzaron a construir a diestra y siniestra, otros más elegantes, grandes y elaborados que otros, todos los conocía de "Pe a Pa".

Le encantaba adquirir un cono de helado nada mas al llegar, "Cono de galleta, con una bola de helado sabor pistacho y otra sabor menta con cobertura de chocolate y una cereza" era lo que le decían siempre los empleados de la heladería apenas lo veían cruzar las puertas.

Después de caminar a paso tranquilo mientras saboreaba su helado y veía de nuevo todos los escaparates, se dirigía hacía el area de comidas a por un poco de pizza de peperoni y una soda mediana de naranja, comiendo sin prisa en una de las tantas mesas disponibles.

Después compraba un par de calcetines, pues "Nunca se tienen suficientes pares de calcetines", se repetía Harry en su mente.

Seguido de un par de camisetas, alguno que otro jeans o unas zapatillas de reconocida marca con una estrella en su logo.

A veces se topaba con alguna tienda novedosa, que vendía cualquier cosa extraña, Lamparas de Lava, Relojes de Arena, Lentes de Sol con formas extrañas, Remeras con frases graciosas, Bolas de Billar que te decían tu futuro, Muebles transparentes, Sillas colgantes, Sillones Hinchables de colores, Luces Psicodélicas y demás.

Harry compró cada cosa que le llama la atención, guardandola en aquella bolsa de fieltro que Hermione cargó con ellos durante toda la búsqueda de los Horrocruxes y que Harry terminó llevándose con él.

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