Capítulo 8.

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"¿Consecuencias?"

Harry conducía sin ningún miramiento, acelerando a fondo e importandole poco los señalamientos, así como el tomar las curvas demasiado aprisa; ni siquiera el riesgo de derrapar por el asfalto a causa de la lluvia y terminar al fondo de algún barranco le impedía conducir como lo hacía.

Pues tenía que llegar a la casa Newton.

Después de salir de la escuela hecho una furia y conducir por quince minutos un trayecto normalmente de cuarenta, al fin llegó a su destino.

Derrapando al llegar y dejando las llantas traseras marcadas sobre el pavimento bajó a prisa de su vehículo y corrió a la puerta de la casa.

Afortunadamente los Señores Newton estaban en su oficina a estas horas, siendo el único residente en estos momentos el enfermo Mike; por fortuna él se encontraba en el 2do piso, tumbado en su cama dentro de su habitación, así que Harry tuvo total libertad de bajar al sótano.

Al llegar a abajo, ni lento ni perezoso hizo un hoyo lo bastante profundo como para enterrar una res, conjuró un buen centenar de piedras de Ámbar y las dejó caer al fondo, llenando el agujero hasta la mitad de Sabila petrificada, se cortó profundamente la muñeca y esparcio una buena cantidad de sangre sobre el Ámbar y por sobre todo el sótano.

Procedió a cerrar su muñeca y el agujero antes hecho para a continuación comenzar a alzar fuertes barreras de sangre por sobre toda la propiedad, incluso más allá, logrando abarcar y proteger tres kilometros a la redonda de la casa Newton.

Tal vez exagero un poco por la circunferencia de las protecciones, pero no quería ningún ser sacado de cuentos y novelas de fantasía cerca de su nueva famila.

Una vez hecho eso, salió del sótano y se detuvo en la cocina, pensando que hacer exactamente a continuación.

Después de pensarlo un poco, salió por la puerta trasera y recogió un puñado de piedras y guijarros, regresando a dentro y colocando su botín sobre la reluciente barra de la cocina, para después sacar su varita y hacer varios movimientos, similares a los de un director de orquesta.

Satisfecho con lo que había hecho, regresó su varita a la funda sujeta a su antebrazo y recogió sus creaciones.

Guardó dos de ellas en el bolsillo de su chaqueta y subió las escaleras con rumbo a la habitación de su glotón amigo; deteniendose justo afuera, para calmar su agitada respiración y plasmar una sonrisa calmada en su rostro.

- ¡Mike!. - gritó al momento que abría la puerta, asustando a la persona dentro.

- ¡Por Dios Jamie!, casi provocas que ensucie mi cama, no es buena idea asustar a alguien con diarrea. - se quejó el joven Newton.

- Hahaha, lo siento hombre, lo olvidé. - Harry soltó una sinsera carcajada, provocando que su irá menguara una buena cantidad.

- Ya, ya, pero, ¿Qué haces aquí?, deberías de estar en la escuela. - cuestionó Mike, volviendo a tomar el mando de su consola de videojuegos y retomando su partida.

- Al igual que tú me comenzó a doler el estómago. - mintió Harry, tumbandose en la cama un momento.

- Te digo que esa maldita pizza que comimos ayer estaba rancia o algo, mira que enfermarnos a ambos.

- Supongo. - contestó sin mucho interés Harry, viendo la pantalla frente a la cama de Mike y siguiendo su partida, sumergiendose un momento en ella, recordando al instante que debería de ir a Port Ángeles a asegurar la oficina de los Newton. - Te traje un regalo.

- ¿Un regalo?, no es mi cumpleaños. - respondió Mike, pausando su videojuego y volteando a ver a Harry a los ojos.

- ¿O sea que no puedo hacerle un simple regalo a mi amigo sin que sea su cumpleaños?, vaya amigo me vine a conseguir, pero si no lo quieres, tal vez alguien más si, veré si... . - soltó Harry, siendo interrumpido por el otro adolescente.

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