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—¿PRIMERA VEZ QUE TE EMBORRACHASTE?
—Trece. Justo antes de un baile de la escuela. Mis padres estaban fuera de la
ciudad, y mi cita, Jennifer Brewster, pensó que sería maduro tener vodka con jugo
de naranja. Pero lo único que pude encontrar fue Ron. Tomamos Ron y jugo de
naranja. Acabamos vomitando nuestras entrañas detrás del gimnasio. Hasta el día
de hoy, no puedo oler ron sin querer vomitar. ¿Primer beso?
—Tommy Wilkens. Sexto grado, en el cine. Puso su brazo alrededor de mí y
metió su lengua en mi garganta. No sabía lo que estaba pasando.
Estamos jugando primera y diez. Para quienes no está familiarizada con este
juego de beber, te voy a explicar. Una persona pregunta por tu primera vez — tu
primer viaje a Disneyland, la primera vez que tuviste sexo, no importa. Y la otra
persona tiene que contarte sobre esa primera vez. Si todavía no lo han hecho por
primera vez— o no responden— tienen que beber su trago. Después tienen que
decirte algo que han hecho por lo menos diez veces. ¿Quién de nosotros sugirió
este juego? Yo ya he perdido las cinco primeras. No tengo ni idea.
—¿Primera vez que te enamoraste?
Que sean seis. Agarro mi vodka y me lo bajo de un trago.
Estamos en una oscura esquina de un pequeño bar local llamado Howie. Es
un lugar tranquilo, parecido a Cheers. Los clientes son relajados, tranquilos. No
como las escurridizas, adictas a la alta costura de Manhattan con quien
normalmente me paso las noches del fin de semana. Me gusta aquí, sin embargo.

Excepto por el karaoke. Quien sea que inventó el karaoke es el diablo. Debería
recibir un tiro entre los ojos.
Dak inclina su cabeza hacia un lado, estudiándome—. ¿Nunca has estado
enamorado?
Niego con la cabeza—. El amor es para los tontos, cariño.
Ella sonríe—. ¿Demasiado cínico? ¿Así que no crees que el amor sea real?
—No dije eso. Mis padres han estado felizmente casados por treinta y seis
años. Mi hermana ama a su marido y él la adora.
—¿Pero nunca lo has estado?
Me encojo de hombros—. No veo el punto. Es un montón de trabajo y no
hay mucha recompensa. Las probabilidades de que dure incluso unos años sólo
son 50-50. Demasiado complicado para mí gusto.
Prefiero lo simple y sencillo. Trabajar, follar, comer, dormir, almorzar los
domingos con mi madre y jugar al baloncesto con los chicos. Sin esfuerzo. Fácil.
Dak se endereza en su silla—. Mi madre solía decir: “Si no es difícil, no vale
la pena.” Además, ¿no te sientes… solo?
Justo en ese momento, una chica tetona llego a nuestra mesa y se inclinó con
su mano en mi hombro y su escote en mi cara—. ¿Necesitas algo más, guapo?
Prácticamente esta es la respuesta para la pregunta de Dak, ¿eh?
—Claro, cariño. ¿Nos traes otra ronda?
Cuando la camarera se aleja, los ojos de Dak se encuentran con los míos
antes de rodar los suyos hacia el techo—. En fin. Dame tus diez.
—He tenido sexo con más de diez mujeres en una semana.

Cancún. Vacaciones de primavera del 2004. México es impresionante.
—Uck. ¿Se supone que eso me va a impresionar?
Sonrió con orgullo—Impresiona a la mayoría de las mujeres.— Me inclino
hacia delante y bajo la voz mientras froto mi pulgar lentamente contra el de ella—.
Por otra parte, tú no eres como la mayoría de las mujeres, ¿cierto?
Lame sus labios, sus ojos en los míos—. ¿Estas coqueteando conmigo?
—Definitivamente.
La chica trae nuestras bebidas. Sueno mis nudillos. Estoy arriba. Tiempo
para ser… íntimo.
—¿Primera mamada?
Lo intenté. Me contuve durante el tiempo que más pude. No puedo resistir
más.
La sonrisa cae de la cara de Dak. —Tienes serios problemas. Lo sabes, ¿no?
Tomando prestado un poco de la presión de El Club de los Cinco,
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aguijoneó, —Venga, Dak, contesta es una pregunta sencilla.
Dak recoge su bebida y se la toma de un golpe.
Me siento sorprendido y horrorizado. —¿Nunca has dado una mamada?
Por favor, Dios, no dejes que Kate sea una de esas mujeres. Sabes a que me
refiero — frías, poco aventureras, quienes simplemente no hacen eso. Aquellas
que insisten en hacer el amor, lo que significa follar únicamente en la posición del
misionero. Son la razón por la que hombres como Elliot Spitzer y Bill Clinton

enredadosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora