¡¡¡Aaaagh!!! Lanzo mi peluche contra la puerta y me tapo los oídos ¡Qué molestia! Ya no los quiero escuchar más de qué rayos me sirve, la misma charla una y otra vez,como si me importara o siquiera tomará en cuenta sus palabras. Que me castiguen, me da igual, total, qué van quitarme, ya no tengo mi móvil ni mi portátil, y estoy castigada hasta fin de año... -Catherine Taylor ¡Abre tu puerta! -chilla encolerizada mi madre desde el otro lado- Es la peor falta de respeto dejar hablándome sola. Abre. Sus puños aporrean la madera y pienso en que la que comente mas faltas de respeto es ella por invadir propiedad privads, porque, un habitación lo es ¿no? Mi cuarto es solo mío. Mi querido espacio personal, y por nada del mundo quiero que un enfurecido elefante irrumpa él. Me algo un ovillo sobre mi cama, abrazando mis piernas con fuerza para hacerme más pequeña, la ira bombea mi sangre y aguanto contra las ganas de llorar. Desperdiciar lagrimas por algo tan usual como esto es una completa estupidez. Finalmente, como todas las veces, mi madre consigue abrir la puerta de mi cuarto con una jodida llave que tiene escondida en algún lugar con el que todavía no consigo dar lugar. El cerrojo se gira y la madera impacta contra mi pared por la fuerza con la que mamá acaba de empujarla. Me estremezco. -Estás castigada, Catherine -sentencia como si yo no lo supiera-. Estas castigada por el resto del mes, sin poder salir ni ir de compras. Tenía entendido que ese fue el castigo de la semana pasada pero al parecer solo se repite, por supuesto no replico nada. Mejor así. -¿No te da vergüenza? -se pasa las manos por el cabello y sacude la cabeza. Cielos, eres terrible, te lo doy todo, te compro todo, y tu me pagas así, solo te pido que seas la mejor de la clase y estas en el quinto lugar ¡Eso es asqueroroso! Indignante, Catherine. ¿Cómo puedes? La semana pasada has reducido las notas de tus ultimas ensayos y ahora me llama tu profesor particular porque no has asistido a su clase. -¡Fui a ver a una amiga que esta enferma!-me excuso con la peor mentira y sin evitar la almohada que empuña mi mano va directo a su cabeza. Su rostro vuelve de mil colores. -Dios mío ¿Qué has hecho? -me mira llena de horror. -Lo siento, es que...es que no te soporto. Quieres que sea perfecta, y no lo soy. Me gritas, me castigas y yo hago todo lo mejor que puedo no es mi culpa. -Claro que es. -Vale -me incorporo y me dirijo a ella-, es mi culpa ser adolscentey reirme con unas migas en clase, es mi culpa estar en el quinto lugar de la clase, es mi culpa no dee perfecta, es mi maldita culpa que mi hermano haya sido el peor hijo del mundo por no cumplir todo lo que tú querías. lo entiendo, mamá. Es mi culpa y estoy castigada -clsvo mis lacerantes ojos marrones en ella y le sonrío-. Intentaré remediarlo. Ahora si me permites quisiera dormir. -Espero que te vaya bien en el examen de mañana, supongo que has estudiado. Si te va bien... -Si me va bien seras la mujer mas feliz del mundo, lo sé. -No te devolveré el teléfono. -Me da igual. Dejarme dormir. Cierro la puerta una vez más cuando ella se marcha muda de mi habitación, las cosas siempre terminan de igual modo, y llevan repitiéndose estos últimos meses. Es sencillamente agobiante. Me lanzo de espaldas sobre mi cama y miro el cielo de la.habitación. salpicado de pequeños puntos luminosos. Recuerdo cuando Zoe y yo los pusimos con ayuda de Matt y mi hermano. Habíamos ido a un parque de diversiones los cuatro, y en uno de aquellos juegos donde puedes ganar premios lanzando dardos justo en el blanco, mi hermano, Zack, ganó un pack de stickers para la oscuridad. En aquel entonces yo era una niña, tenía 12 años uno más que Zoe y mi Zack, tenía trece, igual que Matt, el hermano de mi mejor amiga. Nos conocimos de una manera extraña, Zack, Matt y Zoe iban al mismo colegio, yo por mi parte, asistía a un instituto solo de chicas y como mi madre no me dejaba respirar de tanto estudio no tenía ni una sola amiga, hasta claro, aquella vez que Zack y Matt se golpearon por una diferencia de opiniones sobre pokemón. Sucedió que de pronto eran amigos, Matt y Zoe vivían nada cruzando la calle y nos volvimos inseparables. Bueno su que ese último punto debería aclararlo, pues en cuanto Zoe y yo crecimos, ya no encajábamos muy bien con los chicos, es más, nos volvimos intolerantes a sus bromas y a su sobre protección. Bastaba con que un solo chico se acercarse para que recibiese un mar de amenazas con tal de mantenerlo lejos. Algo que por cierto no ha cambiado en absoluto. Pues la ultima vez que salir con un chico hace unos meses que me rompió el corazón. Matt y Zack casi lo matan. Literalmente porque poco menos queda inconsciente. Se podría decir, en relativa cuentas, que tengo una amiga increíble y dos chicos que se creen guardaespaldas. Suspiro, que recuerdos me traen unas simples estrellitas luminosas y una gran sonrisa se me curva en el rostro que desata un mar de lágrimas. Es increíble lo contradictorias que pueden llegar a ser emociones. Quiero ver a Zoe, dios mío solo quisiera hablar con ella y recibir un abrazo. No hay nadie que conozco mejor a mi madre que ella. Silenciosamente salgo de mi cuarto, arrastrándome como sigilosa serpiente al pasillo. La puerta de mis padres está cerrada lo que significa que ellos han de estar de estar discutiendo sobre mí, o mejor dicho, mamá debe estar explotando la cabeza de papá con todos mis defectos como hija robot. -Hey -murmuro cuando me asomo por la puerta de mi hermano-. Zack esta tendido sobre la cama con el portátil entre manos, al menos a él mi madre ya se aburrió de castigarlo y lo deja con libre albedrío. Zack me mira con ojos divertidos. -¿Castigada? -se burla. Mi hermano llegó hace una semana cuando comenzó el verano. Y este próximo año de ingreso también iré a la universidad con él y Matt, a Zoe le quedará esperar un año pero yo lo que más quiero irme y no volver ni siquiera para las vacaciones. Por un segundo siento envidia de él. -Ajá. Por no asistir a clases de verano voluntarias -recalco la última palabra-. Pero como sea, iré a casa de Zoe, solo venía a decirte. -Vale. Vuelve su mirada a la pantalla y se ríe por lo bajo, me pregunto qué asquerosidad estará mirando. Cierro su puerta y me vuelvo hacia las escaleras. Nadie debe oírme. De modo que bajo con pasos sutiles y pronto estoy en el primer piso. Abro la puerta de la entrada justo cuando en puño de Matt está por estamparse en la madera. -Vaya que sorpresa -masculla enseñándome la mejor de sus sonrisas. Su cabello rebelde se agita con las brisas cálidas del inicio del verano. Siempre tan desordenado y sedoso como esos falsos cabellos que enseñan loa comerciales de productos en la televisión. De vez en cuando, pienso en porqué tiene que tocarme a mi resistirme a tipos como él. Con el torso esbelto, oscuros ojos verde como el corazón de un bosque, sonrisas que matan, y rostro jodidamente radiante. ¿Puede un chico mirarte y que te haga sentir un nudo en el estómago? Por supuesto que sí, Matt es así, ridículamente caliente. Pero a mí no me importa, no debe importarme en realidad, es el hermano de mi mejor amiga, y el mejor y único amigo de mi hermano, además, también somos amigos, desde que somos unos jodidos niños. De modo que debo repetirme esto cada vez que lo veo para no babear. Bostezo mostrándome despreocupada. Matt y Zoe son las mejores personas para leer mi rostro, incluso más que mi propio hermano. -¿Piensas ir algún lado? -inquiere, su ceja se levanta en un mohín que resalta cada rasgo de su rostro. Mira hacia otro lado, Cathie. Me digo, conteniendo la ira que me posee cuando me siento atraída por él. Esto no debe suceder. -Ajá. -¿Así?-murmura sorprendido y en seguida niega con la cabeza-. Olvídalo -su mirada me recorre completamente haciéndome sentir desnuda, y por los cielos, todas las tonalidades de rojo suben a mi rostro porque solo llevo una remera de mi hermano y nos diminutos short que no me ocultan casi nada. Intento bajar la tela estampada en corazoncitos rosa. -No me mires, pedazo de idiota. -Tu sola te estás exihibiendo y yo digo que no puedes salir así por la calle a no ser que deses que te rapten. -Idiota. Paso junto a él dispuesta a cruzar la calle hacia su casa, le diré a Zoe lo tonto que se ha puesto su hermano y me sentiré mucho mejor con todo este peso de rocas que llevo cargando sobre el pecho. -No está si es que piensas ir a mi casa -dice Matt-. Zoe se fue con mamá a ver a la abuela. Volverá dentro de una hora o dos. Lo siento. Una ola de fastidio se me escurre por el cuerpo empapándome con enojo. Quisiera gritar y golpear una foto con la cara de mamá. Siento que ya no puedo más con tanto peso que mi madre pone sobre mí, y me reprimo de dar una pataleta. Dentro de unos meses ya tendré que ir a la universidad. -¿No vas a entrar? -pregunto tras la puerta. Negué con la cabeza. -Nos vemos -dice encogiéndose de hombros y cierra la puerta. Quedo completamente a la intemperie, vestida como idiota en el jardín delantero de mi casa, y repentinamente me siento muy sola. Zoe no está en casa, estoy sin llaves y... mi única opción es llamar a mi puerta, pero a menos que quiera morir a gritos no lo haré. No soy suicida, así que está fuera de mis posibilidades esa última opción. Rodeo mi grandilocuente casa. Encalada y construida con los diseños de mi padre, siempre destacando y regodeándose en el lujo. Odio mi vida, porque por mucho que mis padres digan que me lo dan todo, lo que en verdad he necesitado toda la vida es un poco de cariño paternal, y menos reglas de mi madre. El cielo está oscuro y despejado, me podría quedar mirando las estrellas pero... ¿Qué gracias tiene disfrutar de un cielo tan bello sola? Pues nada... Solo me sentiré todavía más sola y deprimida, esa es la única verdad. En el patio trasero de mi casa, hay una enorme casa del árbol, mi refugio y lugar favorito. Recuerdo que cuando llegamos a casa por primera vez y vimos el gigante roble de raíces fuertes, decidimos que debíamos tener una casa allí. Zack y yo insistimos tanto, que papá con tal de sacarnos de encima consiguió un grupo de personas que la construyeron en menos de cinco días. Desde entonces. Esa casa ha sido mi guarida, el fiel cofre de secretos que ha oído mis conversaciones con Zoe, me ha abrigado cuando me he escapado de mi cuarto como ahora, y contemplado las lágrimas derramadas sobre el piso de madera. Subo las escaleras casi a tientas, la noche no me favorece a ver, y las luces al parecer se han estropeado. Tanteo con las manos la casa y cuando llego a la ventana, abro las cortinas rosas para que la débil luminosidad de la luna entre a mi casita, las murallas de madera huelen a flores y a los ambientadores que he puesto en cada rincón de este refugio. Aspiro el aire sonriendo, y me hago un ovillo junto a la ventana. Sin embargo, la sonrisa que mis labios surcan, se desvanece opacada por las lágrimas. Unas densas y tristes lágrimas que caen una tras otra presurosas por mi rostro. No sé cómo explicar mis sentimientos, me duele el pecho y siento deseos inmensos de gritar. No obstante, de mis labios escapa un gemido lastimoso en vez de un grito y perduro así en las sombras de mi casita hasta que oigo unos sigilosos pasos y me quedo inmóvil. Las pisadas se detienen en cuanto yo dejo de sollozar. Lo primero que pienso es en mamá, y la sola idea me aterra. Otro paso. Me muevo lentamente sobre la casa, sin cometer el menor insulto de ruido, notando que quien sea que esté allí afuera está,muy cerca de la escalinata. Si la logro subir antes no hay manera de que alguien me haga salir de aquí. Ni siquiera un psicópata. Avanzo más rápida en la oscuridad, pero entonces las tablas sueltas suenan por mi peso y me delato, debo llegar a la escalera, me lanzo hacia la entrada en busca de la escalera echa de cuerdas y la luz blanquecina de un teléfono alumbra mi rostro. No es mamá. Evidentemente no lo es. -Diablos ¡Vete! -mascullo y comienzo a subir la escalera para que Matt no vaya a subir donde yo estoy. Por alguna razón se ríe a carcajadas-. Déjame sola yo... -Tienes una mariposa enorme en el pelo. Eso es suficiente para hacerme perder el control. Entro en un ataque de nervios y comienzo a moverme como loca. Odio los insectos. Juro que los odio. De pronto las tablas de madera resuenan con un sonido feo, pierdo el equilibrio y estoy cayendo. Todo sucede lentamente. Me voy de boca hacia césped, siento una brisa que me roza la piel, voy a quebrarme algo, quedar con un daño cerebral o en el peor de los casos morirme. Ninguna opción me agrada y en ese par de segundos. Pienso que todo lo que me gustaría hacer en el futuro y no he hecho. Aterrizo. -Auch. Sigo respirando. Sigo viva. -Rescaté a la princesa llorona -murmura Matt cuyas manos fuertes aprisionan la parte baja de mi espalda y el cuello de la nuca-. ¿Estás bien? ¿Estoy bien? ¿Sin contar El hecho de que antes lloraba como bebé? -Sí, creo que estoy bien -susurro atónita, porque la tristeza ha desaparecido por la adrenalina-. Completamente. Levanto mi cabeza para encontrarme con encontrarme con sus ojos que me sonríen con orgullo. Hace meses que no estábamos tan cerca el uno del otro. Yo lo había intentado evitar tanto como me fuese posible. Precisamente por esto que ahora mi estómago siente, y por el comportamiento inadecuado de mi corazón que late con desesperación y deseo. -No te me escapes -musita y gira tan rápido que no sé cómo, pero me hallo debajo de él. Acorralada por sus brazos y sus piernas que me retienen contra el césped a merced de su mirada. -¿Te has golpeado fuerte? -pregunto nerviosa. Me siento de repente torpe por preguntar tal estupidez. Pero es que él me bloquea la mente de modo que no pienso con razón. Me nublo. -Un poco, pero he tenido golpes más duros -se encoge de hombros y se acerca más a mí-. Además, tendrías que noquearme para no aprovechar que te tengo así de cerca. Trago saliva. Este Matt es diferente a cuando está con mi hermano o con Zoe. Este Matt es solo mío, una personalidad y lado que solo yo conozco cuando estamos solos. Pero que aunque quisiera, sé que no puedo tener. -Han pasado dos meses sin verte -dice y acaricia mi mejilla. El estómago me hierve-. Te he dejado sola aquí, Cathie. Y mírate... Me besa la frente y yo me siento como un helado que se derrite. Matt es el sol. Grande, cálido y hermoso, pero peligroso para mí porque puede quemarme con su calor. Hasta extinguirme. -Matt... -Ya no puedo, Cath... -su cuerpo presiona el mío, como si temiera que saliera corriendo de él en cualquier momento-. No puedo seguir fingiendo. Su cabeza se hunde en el hueco de mi hombro, siento la punta fría de su nariz rozar mi piel y me estremezco. Su contacto es suave como el terciopelo, con la potencia de encender todo mi interior. Retengo un suave gemido. No quería admitir que lo extrañaba y menos aún que lo quería abrazándome así de nuevo. Sobre nosotros un manto adverso de estrellas se cierne en calma. Enorme y hermoso, las estrellas brillan como escarchas plateadas sobre una superficie oscura que emiten destellos a la luz del sol. Admiro la forma esplendorosa en que brillan incluso desde la distancia. Junto a una luna creciente que sonríe observadora allá muy lejos y sola en el universo. Dicen que al mirar las estrellas se ve el pasado. Y yo me pregunto si años después, cuando esté más vieja. Cuando mire el cielo podré ver lo que está pasando ahora. Me pregunto si es que en cielo negro me veré otra vez a mí tendida en el césped con Matt protegiéndome como si nos encontraremos al límite del mundo y buscara la manera de llegar al centro de mi ser. -Matt...creo que debo ir a casa -me oigo decir a duras penas, porque sé que debo irme antes de que me enamore de nuevo y lo tenga que dejar ir. -No...Cuando arreglé ayer mis maletas para venirme por las vacaciones a casa, lo único que pensaba era verte, Cath. Ni siquiera recordaba a mi hermana ni me lastim+e de que terminara mi primer año. ¿Sabes por qué? -Matt...no -le advierto Pero entonces su boca encuentra la mía y dejo de pensar. Sus labios se deslizan con delicadeza por los míos. Primero le ti y luego tan ardiente que me es difícil llevar su ritmo en los primeros segundos, hasta que mis manos se enrollan en su cabello, lo atraigo hacía mí con ansias y deseos de llorar. ¿No había soñado con esto desde navidad? cuando me dijo que le gustaba desde hacía años y no podía irse sin besarme. Ese fue el mejor beso de mi vida, o eso pensaba hasta hace poco, porque ahora es diferente, tan vivo que en mi interior se enciende una hoguera que me enardece el cuerpo. -Esta vez nos iremos juntos -me susurra-. No será como la última vez que tuve que alejarme. No...Cathie. Esta vez te irás conmigo. Pienso en lo que dice. Y cielos él tiene razón. No hay de qué escaparme, es mío, iré a la misma universidad de él y mi hermano, en el mismo campus y junto a él. No lo había visto tan real hasta ahora... -Te sacaré de esta prisión... -Espera. No, no podemos. Me retengo y lo empujó asustada. Soy estúpida. Como pude pensar que quizás funcione. Es imposible. Él es el hermano de mejor amiga y... -Zack te matará. Resopla. Y me mira con sorna. -No, no va hacerlo -Zack sabe bien lo que yo siento por ti, solo que no quiere que te obligue amarme. -¿Qué? -exclamé mirando directamente a sus ojos-. Las estrellas nos deslumbraban tanto, que podía ver sus ojos en contraste con el cielo-. ¿Zack qué? -Siempre lo ha sabido. Pero me decía que eras una niña y la única forma de que yo podría acercarme a ti era pasar por sobre su cadáver -se ríe sentándose sobre mi abdomen para tomar mi rostro-. Por supuesto, como soy demasiado inteligente, encontré la forma de llegar a ti una vez. -Que me destrozarte porque te fuiste. -Pero eso no volverá a suceder, porque te irás allá donde estoy yo...pertenecemos juntos. Desde que somos niños, y lo sabes. -Antes eras un idiota -murmuro jalándolo más cerca de mí-. Te odiaba. Estaba lejos de querer pertenecer a tu lado. -Eso porque debía conseguir no enamorarme de ti. Y la única forma era sacándote de quicio, preciosa. -Entonces me dices que lo hacías a propósito. Ruedo y quedo sobre él. Sus manos me delinean la cintura y creo que puedo perdonarle todos los años que me molestó. -¿Cath...si te dijera que te he amado desde hacía años me creerías? -Probablemente no. Tengo la impresión de que se lo has dicho a cientos de chicas, Matt. -Eso imaginé, pero eres la única a la que se lo diría de verdad porque eres tú la única chica con la que he permanecido tanto tiempo. -Nunca hemos salido -digo a tiempo que mi corazón da un tumbo tras otro en mi esternón. ¿Se puede morir de amor? -No, pero he estado protegiendo tu sombra desde que eres una niña, Cathie. Siempre. Desde que te vi jugando con Zoe a la muñecas. -Dios, Matt -digo riendo ¿cómo es posible que el simple hecho de estar enamorada bajo las estrellas puede hacerte olvidar cualquier cosa? De pronto estar castigada ya no importa., tengo un verano completo antes de irme a la universidad con el que puedo disfrutar-. No recordaba eso. -Pues yo sí, amor, porque te amo ¿ahora me crees? -Demuéstralo -farfullo y junto nuestros labios. No sé cómo podría explicarlo, pero los besos de Matt son el transporte para tocar las estrellas. Pues ascendemos tan alto que siento que la gravedad no me impide volar ni el cielo esta tan lejos de nosotros. Estrellan fuegos artificiales a nuestro al rededor. Sus manos me recorren la espalda, y la luz de las estrellas me roza. Abrazada a él, viajo a un mundo utópico. Solo nosotros en un lugar donde el día no llega nunca y las estrellas salpican la dimensión perfecta a la que llegamos. Perdidos en el éxtasis de sentir y desear. Su boca recorre la mía y nos fundimos en la misma respiración irregular. Zack y Zoe deberán entender que yo también lo amo, y no hay un día más que resista de convencerme de lo contrario. -¿Te he dicho alguna vez lo bien que besas? -inquiere cuando rompe nuestro contacto y se deja caer sobre el césped junto a mí mirando el cielo. -No es como que me hayas besado muchas veces -mascullo y dejo de mirar las estrellas para centrarme el perfil definido de su rostro que me parece conocer muy bien. De pronto me pregunto cuanto tiempo de mi vida lo he admirado para llegar a conocerlo como yo lo hago. Engañé a mi corazón por tantos años y ahora todas las murallas que he quebrado se destruyen como un castillo de arena por las olas. -Te puedo besar de nuevo para comprobarlo -dice-. Una y mil veces más, con eso no tengo problema, te lo aseguro, es más -se gira y me coge la barbilla sonriendo ¿podré acostumbrarme a esta mirada-, podría estar toda la noche aquí contigo, hasta que llegue el amanecer y las estrellas se escondan avergonzadas de mirarnos. -No seas tonto -musito consiente de que las mejillas me están ardiendo. Una sonrisa amplia se curva en sus labios. Radiante y henchida de amor, pues sus ojos expresan tanta ternura que de no ser que hace frío y no hay sol, me derretiría. -No te preocupes -dice entonces besándome con suavidad el pecho. Su mano recorre la piel fría de mi muslo desnudo acariciando con tal apremio que podría cerrar los ojos y dormir como la princesa aurora por siempre-. Nos queda mucho tiempo por delante y se queremos que Zoe lo acepte. Más nos vale ir muy despacio. Yo...tengo todo el tiempo del mundo. -Hum -murmuro sin saber si eso me agrada o me deprime. A veces uno se aburre de esperar por tanto tiempo. -Pero -su labios me besan como más ímpetu ahora y se ríe entre mi boca-...al diablo todo, Cathie, he esperado mucho. Te amo. -Y yo a ti, Matt. Supongo que desde siempre. Y ahora que te tengo y parece tan irreal como un sueño que terminará en cuanto las estrellas se pierdan y el sol se asome, no quiero desperdiciar ni un solo segundo. -Tenemos un verano largo -masculla. -Y un castigo intenso -le recuerdo-. Mamá me ha castigado una vez más
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Concurso Las estrellas
Romance*Las bases de este concurso son las siguientes: Este concurso se abre el 10/3/15 esto quiere decir que se van a comenzar a recibir las obras en esta fecha hasta 15/4/15, mas información se encontrara en el sitio principal. * El tema a tratar de la p...