Cuando una guerra se cierne sobre el mundo, la ahora Red She-Hulk, Betty Ross, debe como general responder ante sus acatos militares, pero no desea esta horrible guerra para los jóvenes de su país. Sin embargo, todo parece inevitable, cuando aparece...
La frontera era una muralla contingente sin movimiento. Los soldados chinos debían ir en su totalidad para retener la invasión extranjera a sus tierras, llevando a cabo numerosos movimientos para ello, como autodestruirse al igual que Kamikazes o destruir sitios aún poblados para aumentar las bajas del enemigo. Claramente fueron métodos exitosos si habían mantenido la frontera casi intacta. La moralidad de los soldados se veía alzada por sus firmes líderes, quienes se habían erigido como fieros. Mas al enterarse de la invasión a Pekin de una criatura infernal, y de que sus líderes y generales habían huido en vez de afrontar el problema de primeras, solo hizo que su moral empezase a bajar. Las noticias ya corrían por la boca de todos en cuestión de horas, y no hubo problema para los aliados de socavar dichos datos ante unas últimas capturas recientes de prisioneros.
-¡Hulk está arrasando su capital!- decían algunos soldados felices de tal destrucción y masacre sin precedentes en la capital asiática. No pasó poco para que se escuchase incluso en los hospitales y refugios del ejército en la India. Y no pudo ser escuchada con menos alegría para la general Betty Ross.
Ahora los civiles estaban siendo atacados por una guerra que no promovieron; por una guerra cuyas decisiones no guiaron. E iban a pagar sin remedio. Injusticias que siempre ocurrían en las guerras y que nadie podía evitar. Y en este caso, todos estaban tan nublados por el posible fin de la guerra que no lo veían como fatal.
-"Como militar, esto es un logro ";"un futuro para nuestra patria"- Betty se arrastró hacia el borde de su cama donde yacían sus piernas de vibranium reposando-"Alguien que arriesga todo para salvar a su nación, sin importar los costes"- su cuerpo comenzó a volverse carmesí, mientras el calor de su cuerpo incrementaba-"No está autorizada a intentar nada contra él, ¿quedó claro?"- agarró las piernas y se las colocó por fin. Sus músculos ya estaban otra vez al tamaño natural que usaba siempre, encajando a la perfección en aquellas piezas metálicas- Perdón, Papá.
Una estampida simuló ser lo que destruyó los escombros derruidos de la pared de su cuarto. Ante los alegres y contentos comentarios respecto a la masacre de Hulk, pronto se callaron todos al ver a aquella mujer roja elevarse cientos de metros. Aquella mujer, con la fuerza de sus piernas, había resonado con tanta fuerza que hizo recordar a todos que estaban en la guerra. Lo que hizo a cada uno cerrar sus bocas.
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Saltó ella pues por encima de las fuerzas de avance. Estaba decidida a llegar a Pekin. Le dispararon al verla como una auténtica blindada, pero ella no por eso dejó de correr.
-"Necesito todo el impulso que pueda"- corrió más y más, hasta que sus piernas chispiaron en el suelo-"Todo el impulso"
Así, dio el salto más poderoso de su vida. Su frenesí era el de una persona revitalizada, que sabe qué quiere hacer, y está decidido a hacerlo.
-"No soy una militar, tampoco una heroína. Hacía todo por salvar vidas, no por la búsqueda de la legalidad. Yo...voy a salvar sus vidas sin importar el costo"- tal fue su impulso que alcanzó a superar las nubes más altas, las murallas inminentes y obstaculizadoras y los grilletes más fuertes. Sus piernas se agitaron en el aire, donde no había quien la pare ni soporte. Su rapidez no era posible de seguir sin un misil sónico. Todos, al verla irse con tanta habilidad, recordaron las capacidades del ser humano para llegar a hacer tales cosas impresionantes y que no hacían daños.
