Capítulo 9

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Aquella noche volvieron a jurarse amor eterno, que ambos seguirían juntos a pesar de todo lo malo que viniera.

Bajo besos y caricias, cerraron su juramento.

Luego de meses, aquella pareja de erizos mejoró la relación que tenían en su matrimonio.

Ambos habían decidido adoptar, pero por cosas de la vida, le negaron poder adoptar niños, por los problemas emocionales que había tenido la rosada.

Aún así ambos habían quedado que sólo serían ellos parte de su pequeña familia.

Y que en otra vida tendrían sus propios hijos y cumplirían con su deseo de formar una familia.

Aquella mañana, cuando el azulado había ido a trabajar, la rosada había salido a realizar algunas compras para la cena de la noche que iba a realizar para su esposo.

Como todos los días, siguió el mismo recorrido de su casa hacia el supermercado y viceversa.

Pero ese día sería un día diferente; de repente escuchó una voz infantil a su lado, que la llamaba; al voltear pudo ver a un pequeño erizo.

Amy : oh!.. ¿Qué pasa pequeño? ¿Te perdiste acaso?

??? : Oh no, señora, déjeme presentarme, soy Mike, el día de hoy le vengo a vender algunos chocolates...

Amy : Un gusto Mike, pero ¿no sos muy pequeño para estar en la calle solo?

Mike: Muchos me lo dicen, pero es lo que tengo que hacer para sobrevivir.

Amy: ¿Y tus padres?

Mike: No tengo, vivo con una señora que me cuida, aunque ella ya es muy mayor para que salga a trabajar, por eso yo salgo a vender chocolates.

Amy : Oh, entiendo, entonces ¿qué te parece si te invito a comer a mi casa y ya luego compro todos los chocolates que vendes?

Mike: ¿Habla en serio, señora?

Amy : Oh sí, veo que tienes mucha hambre y en casa me sobra comida, ¿así que dices?

Mike: ¡¡¡claro que sí!!! —responde emocionado, mientras que se balanza sobre la rosada para darle un abrazo.

Aquel acto había tomado de improvisto a la rosada, pero sin dudarlo correspondió aquel abrazo.

Sin esperar más, ambos se dirigieron a la casa de La Rosada.

Al llegar, el pequeño se asombra con ver una gran y hermosa casa.

Mike: vaya... Señora tiene una gran casa y muy hermosa.

Amy: Oh cariño, solo dime Amy, eh. Esta casa es mía y de mi esposo.

Mike: Oh, está bien, señora Amy, ¿entonces tiene hijos?

Amy: Oh no, yo no puedo tener hijos, solo somos yo y mi esposo —dijo con cierta tristeza.

Mike: Aun así, yo creo que usted hubiera sido una excelente madre.

Amy: ¿tú crees? —pronunció con cierto brillo en los ojos.

Mike: Yo nunca me equivoco, señora Amy... Créame

Aquellas simples palabras para la rosada fueron algo tierno y conmovedor.

Amy: Ven, te voy a servir un gran plato de Chili dogs; prepararé otros para mi esposo después.

Mike: Yo le ayudaré, señora Amy, como agradecimiento por ser buena conmigo.

Así ambos erizos pasaron la tarde hablando alegremente.

Cuando él solo se iba escondiendo, ambos comenzaron a preparar varios chili dogs.

La rosada no podía explicar aquella sensación que sentía al compartir tiempo con aquel pequeño erizo. Fue ahí donde deseaba haber tenido un hijo para vivir entonces momentos siempre.

Pero la vida le había arrebatado aquel sueño, que cada vez se iba apagando con los años...

Mike: ¿Está bien señora Amy? La veo triste.

Amy: Oh, estoy bien, tranquila, solo me recordé que cuando era pequeña, yo con mi madre, siempre cocinaba con ella.

Mike : y que paso? ¿Ya no comparte esos momentos?

Amy: ella vive lejos ahora; yo con mi esposo nos mudamos acá, para iniciar una nueva vida. Y no he sabido mucho de ella.

Mike: Es doloroso separarse de una madre. La señora que me cuida me contó que mi madre me abandonó cuando era un bebé, por eso agradezco a la señora por cuidarme estos años.

Antes que la rosada dijera algo, escucharon cómo la puerta era abierta por un azulado.

Amy: Oh, ya llegó mi esposo, ven, Mike, te lo presento

Aquel pequeño fue detrás de la rosada; al llegar a la entrada de la casa, pudo ver a un erizo algo parecido a él, pero en una versión de erizo adulto.

Amy: Oh, cariño, llegaste —dijo mientras lo abrazaba y le daba un beso.

Sonic: hoy vine más temprano, para pasar el momento contigo. ¿Y este pequeño? —dijo al percatarse de la presencia del erizo pequeño.

Mike: Un gusto, soy Mike —se presentó haciendo una pequeña reverencia.

Sonic: Un placer conocerlo, Mike, soy Sonic. Él es... (es interrumpido)

Mike: ¡¡el esposo de la señora Amy!! ... Ella me habló mucho de usted —grito el pequeño, mientras salía corriendo en dirección a la cocina.

Sonic: ¿algo que me tengas que decir, Amy?

Amy: Es un amigo que conocí en el parque, le invité a comer y ahora me estaba ayudando a preparar la cena... Ven cariño... Hemos preparado lo que tanto te gusta —dijo mientras jalaba a su esposo hasta la cocina.

Este, sin dudarlo, fue detrás de ella, mientras sonría como un bobo enamorado por ella.

Aunque el tiempo pasara, aquella rosa lo traía loco.

Haci pasaron las horas, aquellos erizos cenaron entre risas y tranquilidad.

Para los ojos de la rosada, parecía esa familia que tanto anhelaba, pero sus ilusiones se derrumbaron, cuando el pequeño dijo que tenía que irse.

La rosada rogaba al pequeño que ellos lo acompañaran a él hasta su casa porque ya era tarde, pero este se negaba; decía que ya era grande y podía irse así mismo.

Al final, la rosada lo dejó ir. Este, antes de irse, le dijo que volvería otra vez, porque había pasado una increíble tarde con ella.

Aquella pareja de esposos entraron a su hogar para dirigirse a dormir.

El azulado podía notar que su amada estaba algo triste; este se acosto al lado de ella, mientras que la abrazaba.

Sonic: ¿Te pasa algo?

Amy : Estoy bien. ¿Tú crees que Mike haya llegado bien a su casa?

Sonic: Es un niño valiente. De seguro que sí

Amy: esperemos que sea así

Sonic : pero sabes... No sé tú, pero el pequeño era muy parecido a mí.

Amy : QUEEEE?!!!

~~CONTINUARÁ~~

SONAMY : el deseo de ser madre ♥Donde viven las historias. Descúbrelo ahora