Prólogo

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Ya era costumbre para Jirou tamborilear su lápiz sobre las hojas de su cuaderno y sincronizar el sonido con el movimiento de su pierna hasta transformarlo en un ritmo pegajoso que se le quedaría en la cabeza por el resto del día. Pero qué más podría hacer para quitar el tortuoso aburrimiento que representaban las horas de auto-estudio. Esas que nacían de la necesidad de los profesionales ante el llamado de una reunión de emergencia por el ataque o amenaza de un villano.

Acomodó su mano derecha en su mejilla y miró hacia el asiento de la izquierda donde Bakugo y su mal genio no se hicieron esperar. Tenía a Kaminari y Kirishima a su alrededor, sus cuadernos descansaban sobre el borde de la banca mientras apuntaban lo que Bakugo les explicaba entre gritos y su malgenio. Jirou debía aceptar que el cenizo era muy bueno explicando cuando lo hacía con al menos un poco de paciencia, incluso Kirishima y Kaminari le habían mencionado que valía la pena sus gritos y golpes si se trataba de que les enseñe algo que no comprenden.

Formó una sonrisa cuando vio a Bakugo tomar el cuaderno de Kaminari y lanzarlo hacia atrás, cayendo directamente en el regazo del concentrado y murmurante Midoriya Izuku. Escuchó a Bakugo decirle al rubio con calma que se resignara al estudio y viviera de migajas, luego estuvo Kirishima que le reclamó por lo cruel que estaba siendo, y después apareció Kaminari mencionando que se rendía con el estudio.

Ella sabía que solo eran palabras, pues Kaminari se acercó al sonriente Izuku y tomó el cuaderno que con amabilidad le entregaba.

—Creo que sería mejor si te pido ayuda para estudiar a ti, Midoriya—dijo Kaminari con un gesto de resignación en su rostro—. Eres bueno explicando y tienes más paciencia que Bakugo.

Los ojos de Bakugo se posaron en Izuku, quien le murmuró un agradecimiento por sus palabras. Las mejillas sonrojadas del chico hicieron que Jirou se percatara de lo bien que resaltaban sus pecas, debía admitir que el joven problema podría llegar a ser el tipo de chico que muchas de sus compañeras y estudiantes de otros cursos desearían como novio.

—Pero cuando empiezan sus jodidos murmullos dejas de entenderle—interrumpió la voz de Bakugo desde su costado, devolviendo a Jirou a la realidad, sus mejillas se enrojecieron por estar pensando cosas que no debería—. Es una mierda entenderle cuando se empeña en detallar todo y empieza a masticar las palabras en vez de soltarlas.

—Kacchan—dijo Izuku con un tono de reproche que se reflejó en su rostro, pero más que reproche parecía un aviso de que lo estaba avergonzando. Izuku volteó la mirada hacia Kaminari y con una agradable sonrisa se dirigió a él—. Kaminari-kun, estudiemos juntos en algún momento.

El rostro de Kaminari se volvió un poema fácil de leer, se veía como un pordiosero que ha recibido alimento después de una semana de pasar hambre. Claro, la felicidad le duró poco porque pronto tuvo su cuaderno estampado en el rostro y a Bakugo reclamando que volviera a concentrarse en lo que estaban haciendo. Jirou volvió a cuestionarse si el rubio no era una especie de masoquista al verlo regresar con Bakugo tan pronto se lo ordenó.

Una vez que los tres chicos se volvieron a concentrar en los cuadernos, los ojos de Jirou se desplazaron una vez más hacia Izuku, quien ahora era rodeado por su más cercano grupo de amigos; Uraraka, Iida y Todoroki.

Jirou no pudo evitar pensar en cómo habían conseguido que Todoroki se les uniera y sonriera con ellos en una visible amistad muy amena.

—Definitivamente debe ser cosa de Midoriya—murmuró para ella misma, siguiendo con su estudio algo indiscreto—. Después de todo siempre ha tenido algo que atrae a las personas.

Entonces se puso a recordar, qué cosas sabía de Midoriya Izuku y qué cosas desconocía, cayendo en cuenta rápidamente que todo lo que conocía del peliverde eran puras nimiedades, cosas que cualquiera podría notar con solo pasar un día con él.

¿Con quién está saliendo Midoriya Izuku? [Finalizada]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora