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CAPÍTULO 5 | ¿Un club? ¿Con qué se come eso?

Inclinó su cabeza hacia la derecha y esté lo repitió; la inclinó a la izquierda y nuevamente pasó lo mismo, sacó la lengua y Kaburamaru la imitó. No sabía si la serpiente era muy inteligente y ella muy tonta o al revés. Iguro estaba aguantando el impulsó de grabarla y llamarle idiota pero se contuvo, lo cual es bastante extrañó, aunque lo era más que su serpiente y su prima estuvieran viéndose fijamente desde que la joven terminó de arreglarse.

Suspiró cuando escuchó una notificación en su teléfono y finalmente dejó de ver con tanta curiosidad a la albina criatura. Observó el mensaje de su madre y bufó realmente fastidiada; ya era viernes y no había conseguido un club, además parecía que su madre hablaba muy en serio sobre regalar su consola si no conseguía un maldito club. El par de pelinegros salio de casa de los Iguro y emprendieron un largo camino al instituto en medio de burlas e insultos entre ambos. Amor de primos, que lindo. Cualquiera que los viese pensaría que estaban a punto de matarse a golpes y posibles jalones de cabello.

No era que se odiasen sino que disfrutaban fastidiar al otro, aunque un poco más Obanai que perece haber conseguido un nuevo hobbie, llamado: "Molestar a Tsuki".

Al llegar al instituto sus caminos se separaron, Iguro fue a buscar a su querida y preciosa novia, y Tsuki pues, a buscar internet gratis pues los datos se le habían agotado y así no podría tratar de conseguir a su personaje soñado. Si alguien pudiese leer su mente, estaba segura de que estaría encerrada entre cinco paredes y un piso, blancls y acolchados, pero vamos ¿Quién no moriría por ese Dios, al cual probablemente tendría que mantener porque él nunca tiene dinero? Claro, no le molestaba en lo absoluto...

Sin resultado alguno, se fue al salón encontrándose con la profesora Tamayo la misma que la llevó a detención y que ahora la adoraba, y la joven estudiante no lo iba a negar, esa mujer era su profesora favorita desde que le había permitido jugar videojuegos al terminar con las actividades de la clase. La saludo con aquél aburrimiento que parecía ser parte de sus genes y la mayor le correspondió con una pizca de burla, esa chica nunca cambiaría.

-¿Estudiaste para el examen de hoy, Tsuki-chan?-cuestionó la mayor al ver a la joven sentada en el primer asiento frente a su escritorio.

Dicha acción se había vuelto costumbre. La muchacha de dieciocho años solía sentarse bastante alejada, casi siempre en los últimos asientos o entre su mejor amigo y últimamente detrás del mayor de los Rengoku, aunque no le dirigía palabra alguna; pero durante las clases de Tamayo siempre se sentaba adelante, en el primer asiento frente al escritorio.

-¿Había examen hoy?-inquirió con falsa preocupación a lo que la mayor rió sabiendo perfectamente que aun no hubiera sabido, igual aprobaría.-Quería preguntarle algo...-mencionó sin fijar su mirada en los ojos de la contraria.

-Dime con confianza, Tsuki.-

-¿Que club me recomendaría?-murmuró aunque no evito ser escuchada.-Es que mi madre me obligó, sino regalaría mi consola de videojuegos...-explicó tan rápido que dejó confundida a la mujer quien parpadeo de la impresión.

-No entendí nada de lo último que dijiste.-aclaró dejando a la muchacha con el rostro abochornado.-Pero, podrías probar con el club de ciencias... Eres muy inteligente, seguramente destacarías y yo lo imparto, si gustas eres bienvenida en una clase. Así le hechas un vistazo y si te gusta puedes considerarlo.

¿La verdad? No le llamaba la atención. No es que fuera mala y su profesora tenía un punto, seguramente destacaría porque era bastante inteligente y aplicada pero las ciencias le aburrían, y sinceramente no se veía encerrada en un laboratorio casi dos horas haciendo experimentos como un científico loco, con todo respeto.

HOSHI-SENPAI | Shinazugawa GenyaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora