04

233 26 6
                                    

CAPÍTULO 4 | Un detalle para Tsuki

      Aquélla actitud desafiante y molesta se había quedado grabada en la mente de Genya como si hubiera sido una copia exacta de tal momento, lo que mantenía pensativo al joven pues le hubiese gustado hacer algo para cambiar el mal humor que la pelinegra poseía o mínimo hacerla sentir un poco mejor. No sabía el porqué de su malestar pero su madre, cada que tenía una oportunidad, mencionaba que hasta la cosa más pequeña e insignificante podrían hacer una diferencia. No quedaría con el arrepentimiento de hacer algo aunque hayan pasado unos días, además no iba a  desaprovechar la excusa de poder acercarse a la joven y poder darle algo nuevamente.

Su mente bailaba entre las posibilidades de que podría darle para alegrarle un día a una joven que parecía serle indiferente a todo lo que le rodeaba, prefería asumir eso a que considerar la naturaleza desinteresada e indiferente de la joven. ¿Flores? La Hoshizora no parecía de la clase de persona a la que le gusta recibir flores... ¿Algún accesorio? Nunca la había visto utilizando algo encima que no fuera el uniforme y en el no había nada de más, ni un brazalete, pendientes o collares. Esas cosas ni siquiera sonaban como a algo que pudiese gustarle.

Recurrió a la primera persona que se le pasó por la mente y que por suerte vivía bajo su propio techo, se encaminó a pasos veloces hacia la habitación de su hermano mayor y sin tocar entro rezando a los dioses porque no lo sacase a patadas del lugar por no haber tocado con anterioridad.

—¡Sanemi!—exclamó ganándose un reproche del mayor que a su vez lo fulminaba con la mirada.—¿Qué le darías Kanae para alegrar su día?—cuestionó a lo que el mayor lo miró con aburrimiento.

—¿En serio estás preguntando eso?—inquirió con pesadez a lo que el menor asintió obvio.—¿Realmente quieres saberlo?—nuevamente preguntó a lo que el joven en medio de su afirmación lo miró con ojos sorprendidos.

En ese momento Sanemi no sabía si su hermano era o muy inocente o muy estúpido y Genya empezaba a pensar en que fue una muy mala idea preguntarle sobre ello al hormonal de su hermano. ¿No existían otros métodos? Esperaba no llegar a ese punto... Como olvidar cuando descubrió que el mayor sale con Kochō Kanae. Ese día fue perturbador a sus ojos y tierno a su corazón de pollo porqué aunque una roca por fuera, era blando por dentro.

Nuevamente su mente empezó a pensar en miles de opciones, pero todas eran demasiado exageradas. Definitivamente generar ideas no era lo suyo, a penas la conocía, no podría regalarle un perrito y la cosa esta el que no sabía si era alérgica porque no creía que no le gustasen dichos animalitos. Finalmente su cabeza pensó en una mejor idea, una melena azabache de puntas turquesas, un rostro aburrido y desganado...

—¡Muichirō!—exclamó antes de tomar su teléfono y llamar al nombrado. Dos tonos, cuatro tonos y cuando estuvo a punto de colgar escuchó la voz somnolienta del joven muchacho que saludo a duras penas.—¿Qué le regalarías a la chica que te guste para alegrarle el dia?—cuestionó impaciente.

—¿A la chica que me gusta?—inquirió adormecido y a su vez con confusión.—¿Quién me gusta?—nuevamente preguntó provocando que una pequeña gota de sudor resbalara por la frente del mayor. Al parecer su cabeza no le había dado una idea muy efectiva.

—Es hipotético...—

—¿Quién es ese?—habló el pobre más dormido que despierto a lo que Genya solo bufo, se despidio y corto para que el menor siguiera durmiendo. ¿En que había pensado? Muichirō ni siquiera sabe donde esta parado.

"¿Por qué no le pregunto a una de las chicas?" Se cuestionó a si mismo. Quien mejor que una chica para saber que regalarle a una, finalmente su cerebro razonaba bien...

HOSHI-SENPAI | Shinazugawa GenyaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora