Capitulo VIII

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𝐐𝐮𝐢𝐝𝐝𝐢𝐭𝐜𝐡 𝐲 𝐬𝐨𝐫𝐩𝐫𝐞𝐬𝐚.

Cuando empezó el mes de noviembre, el tiempo se volvió muy frío. Las montañas cercanas al colegio adquirieron un tono gris de hielo y el lago parecía de acero congelado. Cada mañana, el parque aparecía cubierto de escarcha. Por las ventanas de arriba veían a Hagrid descongelando las escobas en el campo de quidditch, enfundado en un enorme abrigo de piel de topo, guantes de pelo de conejo y enormes botas de piel de castor.

Iba a comenzar la temporada de quidditch, temporada que Lilith esperaba con ansias. Aquel sábado, era el primer partido de Potter, algo que le molestaba a la castaña, ella quería jugar, y con Potter habían hecho una "flexibilización en las reglas".

El día esta frio, demasiado frio, tenía puesta sus orejeras, guantes, suéter y bufanda de su casa, podría estar haciendo un frio insoportable, cayendo una lluvia torrencial, o el sol mas caluroso nunca antes visto, y ella asistiría igual a cada partido de quidditch, preferentemente si su casa era participe del partido.

Entro al gran comedor acompañada de Rolf, Theo y Blaise, y a Draco no lo habían visto durante toda la mañana, el olor a comida los dejo anonadados, dándose cuenta que tenían un hambre feroz, los tres amigos, incluyendo Rolf, que, aunque era de la casa Hufflepuff, solía desayunar y almorzar con sus amigos serpientes. Se sirvieron todo tipo de comida que pudieron encontrar, teniendo solo el limite del plato.

A las once de la mañana, todo el colegio parecía estar reunido alrededor del campo de quidditch. Muchos alumnos tenían prismáticos. Los asientos podían elevarse, la casa de las serpientes tenía carteles, pancartas y afiches, que utilizarían para dar ánimos a su equipo.

La señora Hooch hacía de árbitro. Estaba en el centro del campo, esperando a los dos equipos, con su escoba en la mano. —Bien, quiero un partido limpio y sin problemas, por parte de todos —dijo cuando estuvieron reunidos a su alrededor.

--Eso fue un completo fracaso—anuncio Lilith entrando a su sala común, dirigiéndose a los del equipo, la castaña tenía once años, pero los chicos le temían como si tuvieran al mismísimo Voldemort o Gellert Grindelwald en frente—Pucey, eres bueno, pero tienes que dejar de hacerte el lindo y concéntrate en lo que si importa.

El nombrado bajo la cabeza, hacia su esfuerzo, pero los comentarios de las chicas diciéndole lo lindo que era, lo hacían sentir mejor que ganar un partido.

--Higgs—siguió hablando la castaña—Tienes que ser mas veloz, el quidditch es un juego de todo y nada, y al parecer tu elegiste nada—lo señalo con su dedo-- ¿Cómo vas a dejar que alguien de once años te gane en un juego, donde tu tienes mas años jugando?

--Hicimos lo que pudimos—hablo Flint, el capitán del equipo, Lilith se volteo hacia el como si lo que hubiera dicho había sido una atrocidad.

-- ¿Lo que pudieron? – enfatizo la castaña—Si "hacer lo que pudieron" era hacer trampa, entonces tu y yo tenemos conceptos muy distintos del término.

--No hicimos tram...-- Flint no logro terminar su frase.

--Si, si hicieron trampa—la castaña se acercó a el—Hicieron que Jhonson se cayera de su escoba, hicieron que Wood terminara inconsciente, y tu —señalo a Flint— Le arrebataste el bate al golpeador, porque Wood te estaba dando una paliza como guardián.

Marcus bajo la cabeza, ¿Por qué se dejaba intimidar por una niña de primer año? Porque puede destruirte si quiere, le recordó su cerebro. Lilith no era una chica fácil, le gustaba el respeto y el temor, y se había ganado ambas cosas por parte de su casa, al principio solo había sido por su apellido, pero la chica se había demostrado, inteligente, detallista y muy calculadora.

υn aмoυr, υne gυerreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora