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Erwin- felicitaciones para usted señor Reiss, me parece una total maravilla su ambición, espero que todo lo que planea de resultados positivos

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Erwin- felicitaciones para usted señor Reiss, me parece una total maravilla su ambición, espero que todo lo que planea de resultados positivos

Rod- muchísimas gracias coronel, pero me gustaría preguntar, ¿quién es Rivaille?

Erwin- eh- ahm- me toma por sorpresa señor, ¿qué dice si esto lo discutimos después?

Uri- ya sé quien es, le voy a pedir de favor coronel que no oculte cosas, lee todo esto

Rod- veamos

El sudor bajó por su frente demostrando lo nervioso que estaba, él coronel de la policía Erwin Smith siempre intentaba ocultar lo malo de la Bahía, y más a estos empresarios que acababan de comprar un muelle completo. Era él encargado no sólo de mantener el orden judicial sino social, era un lugar pequeño sólo 3mil habitantes, y por uno de ellos empezaba a ver como se alejaban las ofertas, necesitaba ver este mugriento y gris lugar como un centro turístico o algo que dé provecho, ya no soportaba un pescador más.

Los Reiss eran magnates, incluso descendientes de la realeza y cuando los vio poner papeles en la mesa vio el oro, su carisma y cortesía logró convencerlos, pero uno de ellos era calculador. Uri primero conoció a varias personas, se paseó por ahí, escuchó rumores y leyendas, pidió opiniones tanto a niños como a ancianos, examinó cada detalle de la Bahía Sina, y había un nombre que se repetía mucho.

Erwin- esta bien, Rivaille es solo un pescador más, la gente realmente exagera por tonterías, recibo los reportes pero solo para no alarmar a señoras necias, ¿creen que si fuera algo grande estaría libre?

Uri- aquí la gente lo llama mounstro, no asistió a ver a su madre moribunda aunque ese era su deseo más grande, pero sí se quedó con la casa, intentó asesinar a una chica, asusta a los niños del lugar, la gente dice que merodea por ahí buscando víctimas, hicieron mucho énfasis en que se parece al diablo, ¿Qué curioso que todos coincidan en lo mismo no?

Erwin- Rivaille es monitoreado por la policía cada semana, solo pesca y vende lo que consigue, es solo un hombre extraño, esto no debería interferir en un buen negocio, después de todo los rumores siempre han existido y existirán

Rod- Uri sé que te preocupa en qué invertimos, pero un loco antisocial no va a quitarnos la oportunidad de crear un imperio en este calvario, sin ofender Coronel

Uri se asomó a la ventana y le dieron ganas de vomitar, lo que faltaba, un loco suelto, había un montón de basura y olor a pescado, este lugar cada vez le agradaba menos.

Bahía Sina, justo en medio del mar, albergaba más o menos 3mil habitantes, el sustento económico principal era la pesca, ser pescador era algo asignado desde el nacimiento de cualquier varón, a las mujeres les quedaba ser costureras o ayudar a sus maridos en la pesca, la gente adoraba vivir de esta manera y nunce se quejaban. Parecía estar lejos de la civilización, los televisores eran limitados, y la electrónica en general, eran muy campesinos y la vida social era fácil, todos se conocían entre sí.

Los que viajaban fuera de la Bahía eran los más pudientes del lugar, los encargados de llevar el pescado a las grandes ciudades, cada quién tenía su área para pescar sin molestar a los demás, eran muy respetuosos con el mar y respetaban las épocas donde se cancelaban las actividades de pesca, ya estaban preparados para sobrevivir con lo que habían acumulado, eran gente muy cuidadosa con sus ingresos, el ahorro era muy promovido entre las escuelas, iglesias, y centros de recreación básicos.

El lugar era feo, muy feo, y no olía a rosas, no apestaba pero siempre había ese olor a pescado en el aire, las casas estaban muy juntas, el salitre arruinaba todo, todo tenía ese color mugre, grises feos, el óxido reinaba, parecía un lugar abandonado, había muchas algas y todo estaba húmedo. Eran gente conformista, habían hospitales y algunos lugares comunes de cualquier sociedad pero seguían sin avanzar del todo.

La gente no era tan unida en todo pero para odiar a Rivaille Ackerman se volvían hermanos de sangre, ese hombre cojo y desfigurado era la chusma del lugar, habían muchísimas razones para odiarlo pero la más fuerte era por la muerte de su madre.

Kutchel Ackerman era una doctora muy querida, gozaba del amor de todos y era muy admirada por las niñas del lugar, apesar de salvar a muchísima gente lastimosamente no pudo salvarse a ella misma. Antes de morir pidió a gritos que necesitaba ver a su hijo, la gente conmovida escuchaba como lo llamaba a gritos mientras se ahogaba en llanto, pero él sólo se subía a su barco y pescaba, esa mujer murió esperándolo.

Él no fue a su funeral, nunca visitaba su tumba, pero aún así fue tan descarado como para quedarse con la casa de su madre cuando pudo, indignó a todos hasta el punto de que recolectaron firmas para sacarlo de ahí, pero la policía no veía amenaza en un chico de 13 años y no hicieron nada relevante.

Ya tenía el odio de todos cuando a sus 15 años casi mata a una joven muy amada de la comunidad, Petra Ral contó entre lágrimas y llena de barro como este loco quiso lanzarla de un acantilado con destino al mar furioso y unas rocas filosas, no lo vieron durante meses y la policía tampoco hizo nada, no había pruebas de ello, sin embargo, la gente sí lo creía y guardaron rencor siempre.

A sus 17 volvió a la luz, estaba aterrador, su ojo no tenía color y lo atravesaba una cicatriz enorme, caminaba mal, estaba lleno de cicatrices pero las de su rostro eran las peores, le faltaban dos dedos, su actitud era horrosa, hablaba mal a todos, incluso arruinó muchísimos barcos retrasando el trabajo de otros padres de familia, la gente lo odiaba, lo querían muerto.

La policía estaba harta de recibir quejas sobre este hombre, no podían hacer nada, cuando salían a buscarlo, cuando lo revisaban, nada de nada, llegaron a creer que sólo era una paranoia colectiva y dejaron de hacer caso, sin embargo, para mantener la calma revisaban su casa cada semana.

Con 26 años Rivaille parecía haber vivido siglos. Era una persona gris, y no tenía ni una pizca de sentimientos. "Él diablo de la Bahía", "él cojo" , "él desfigurado", "él mounstro", había muchas formas para referirse a ese pescador infernal.

Uri- ¿qué demonios te pasa?, este mierdero no nos va a servir de nada

Rod- tranquilo, ya hicimos las gestiones para que él muchacho de las cicatrices no pesque en nuestra área, ¿estás feliz?

Uri- que ni se te ocurra traer a la familia a esta porquería, y más con ese animal suelto

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𝙼𝚘𝚗𝚜𝚝𝚎𝚛Donde viven las historias. Descúbrelo ahora