Takemichi y Mikey quedan varados en una isla deshabitada. Takemichi despues de la perdida de su esposa solo encuentra consolacion en Mikey creando una fuerte necesidad de estar juntos.
*Los personajes le pertenecen a Ken Wakui
*Adaptación al Maitake...
Ya un poquito más acercamiento entre Mikey y Take (/▽＼)creo XD
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En la busca del confort
Mikey abrió los ojos de golpe y miró hacia la oscuridad, sin saber qué lo había despertado. Ahí. Un sollozo, amortiguado pero audible.
Mikey cerró los ojos y trató de ignorarlo. No era asunto suyo.
No era su trabajo consolar al chico.
Otro sollozo.
—Cállate, —dijo Mikey con un suspiro.
Silencio.
—Vete a la mierda, —dijo Takemichi i finalmente, pero su voz sonaba demasiado gruesa para ser convincente. Pequeña. Sonaba pequeña.
Mikey volvió a abrir los ojos, reprimiendo el impulso de maldecir. No estaba de humor para lidiar con esto. Solo quería dormir. Quería que Takemichi siguiera actuando como el pequeño fanático de mierda que era, no que sonara como si necesitara un abrazo.
—¿Por qué estás llorando? —Dijo Mikey. Su voz no salió tan molesta como pensaba.
Hubo un largo silencio.
Sus párpados comenzaron a volverse más pesados de nuevo cuando Takemichi habló.
–¿Hay alguien que te extrañe en casa?
Mikey miró las estrellas en el cielo.
–Tengo madre y dos hermanas menores. Decenas de primos molestos pero bien intencionados. Amigos. –Dudó antes de preguntar:
–¿Tú?
Takemichi no respondió.
Se convirtió en una especie de hábito.
De repente, Takemichi quiso hablar. Nunca sucedió durante el día, solo al amparo de la noche. Preguntó por la familia de Mikey, sobre dónde había ido a la escuela, en qué se ganaba la vida...
—¿De verdad? No pareces el dueño de un hotel.
Estrictamente hablando, era una cadena de hoteles en lugar de un hotel, pero Mikey no lo corrigió.
—¿Qué pasa con el interés repentino?
—Estoy aburrido.
Con esto Mikey podría identificarse. Había un límite de tiempo que uno podía pasar a solas con sus pensamientos sin volverse loco.
—¿Qué pasa contigo? —Preguntó cuando el silencio se prolongó. —¿A qué te dedicas?
—Soy el Director Ejecutivo de Tokyo Manji Business.
Mikey tarareó, un poco sorprendido. Había pensado que el tipo debía haber sido un bebé de un fondo fiduciario, pero, de nuevo, bien podría serlo.
