Octava Parte (Final)

1.1K 10 0
                                    

Y es que quería sentir ese placer del que solo me daban ganas cuando necesitaba liberarme, cuando necesitaba sentir la fiereza de un hombre y eso pocas veces lo hago con alguien, eso lo encontré en ese hombre sin nombre para dejarlo en el anonimato y a imaginación de todos ustedes, así como imaginan que soy yo la protagonista, todo siempre se los dejo a ustedes sin negar o admitir la veracidad de cada historia, y es que este relato merece esto, merece que lo lleven a sus mentes y a todas esas sensaciones que deben sentir al leer erotismo...

—Nalgueame, quiero que lo hagas —Él me dio una nalgada suave, pero eso no fue suficiente, y como yo soy de las que ordena, la que dice lo que quiere y no se queda callada ante algo que no le satisface lo suficiente.

—Quiero más duro y zurrame más fuerte cariño. —Sentía mi piel ardiendo al mismo tiempo que palpitaba mi sexo, él entraba y salía de mí, al mismo tiempo que llegaban esas zurras tan deliciosas, que me daban agonía, dolor y un placer infernal, es que me encanta quemarme en el infierno por pasiones insanas, ese hombre me agarraba fuerte de las caderas y me embestía como yo quería, me daba las nalgadas fuertes mientras yo sentía que me desbocaba como un caballo, empecé a gemir fuerte y él puso sus manos en mi boca, mientras me corría con fuerza, me apoyaba a la ventana, sin importar si me veían, a la final no conocía a nadie en ese barrio, así que me daba igual, al contrario, mucho mejor para que les dieran ganas de coger de la forma como lo estábamos haciendo, y en ese momento tan perfecto me corrí a grito herido y glorioso, él sacó su vigor, para correrse en mis nalgas, lo quedé viendo y le dije:

—Este estuvo como me gustan, pero aun te siguen faltando esos dos puntos. —Lo sé, deben estar pensando que soy exigente, o que fui muy dura con él, pero lo único cierto es que ese hombre me incitaba a ser la zorrª sin corazón que era.

Me di un último baño, y me cambié, ante su mirada, estuvimos hablando un rato, me agradaba su compañía, comimos algo mientras el colocó una película, hasta que sentí que era el momento, ya que después de coger con alguien con el que no deseas algo más debes irte para no dar la imagen de esperar algo más, me levanté y le dije:

—Ya debo irme.

Así sin melosería ni promesas de un nuevo encuentro, aunque estoy seguro que vendrán más, porque uno no tiene que tener dudas para el placer, hay que entregarse sin titubeo, sin dramas pendejos cuando sabes lo qué quieres; y aunque no es el mejor de los amantes que he tenido, fue suficiente para darme ese placer que nuestros cuerpos pedían a gritos, aunque quedé con ganas de más.

Me acompañó a tomar el taxi mientras hablábamos un poco y al despedirnos un beso corto, con el final que esperaba...

—Me escribes cuando llegues bebé. —Le di una sonrisa ladina y entré al taxi, en el trayecto iba sonriendo sobre todo lo que había pasado, a veces ni yo misma podía creer hasta donde podía llegar a convertirme en la cama, nada que ver con la imagen de mujer seria y recatada que daba la impresión con mis vecinos, ninguno de ellos podría imaginar que esa chica sin vida social pueda ser tan perversa y malévola en su sexualidad.

Al llegar a casa le envié un audio diciendo que había llegado y él me respondió:

—Me alegro que ya hayas llegado, la pase super rico.

No necesitaba más palabras, no nos escribimos a diario, solo cuando queremos volver a dar rienda suelta a dos cuerpos hambrientos de placer sin compromiso, porque él y yo no buscamos más nada, solo disfrutar el momento.

Mile Morales"Dulce Cayena"🌺
#BitácoraeróticadeunaDulceCayena
No borres el autor

Sígueme en instagram:
@milemorales_dulcecayena

Sin dudas para el placerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora