Dos.

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No podía quitar su vista de encima suyo, no era tan tonto como para verlo directamente, aunque anhelaba hacerlo, analizaba cada facción y movimiento, sus ojos eran hermosos a simple vista, sus labios finos y carnosos con un pequeño brillo, la mandíbula levemente marcada, orbes azules cielo hipnotizantes y expresiones simplemente adorables. Suspiró un poco, devolviendo su vista sobre el pizarrón.
Intentó de todo para borrar esos sentimientos, se odió a sí mismo, lo odió a él, intentaba envidiarlo por tan buen físico, pero no podía, cada virtud o crítica hacia el peliblanco lo enamoraba más, ¿Pero por qué? A penas y hablaban. ¿Era algo natural? Las veces que se comunicaban, aunque era con formalidad y naturalidad, solo se trataba de estudios.

Quería avanzar en esa pequeña relación.
La voz ronca interrumpió sus pensamientos, sin darse cuenta había echado su hombro por encima del contrario.

─ Lo siento. Te advertí que te usaría como almohada, esto es aburrido. ─ susurró un poco, el contrario solo sonrió como respuesta.

─ y aún así tienes las mejores calificaciones, ¿Cómo lo haces? ─ el de orbes vino sacó la lengua en desagrado, y pensar que la presión que sufría por parte de su padre daban frutos. Presentía la envidia del peliblanco, solo lo ignoró, se negaba a verlo como un rival ─ oh, lo siento. Olvidé que no te gusta hablar de tí.

¿Alguna vez se lo había dejado en claro? Era algo obvio, pero estamos hablando de Fukuzawa Yukichi, nunca ha entendido las indirectas de su "amigo". Ni siquiera cuando el mismo directamente le pidió un beso como chantaje y él seguía viéndolo como un juego de confianza. Mori soltó un gruñido, retirando mechones detrás de su oreja, la vista se le volvió sobre las hojas blancas, a comparación de su compañero, no prestó atención a la clase.

El timbre de receso sonó, Mori fue el primero en salir del lugar, seguido de su alto amado, las expresiones de alivio eran compartidas, el menor estiraba sus brazos tratando de ejercitarlos, mientras que Fukuzawa buscaba con la mirada a algo o alguien.

─ Fukuchi debe estar en penitenciaria, teniendo en cuenta que comparte horario con Ozaki. ─ comentó el de menor estatura, recibiendo una confusa mirada de su ajeno.

─ oh, no, busco a otra persona... No importa, seguro no vino. ¿Vamos a tomar algo? ─ Mori no pudo responder, en realidad la petición se filtraba más como orden, y no iba a negarse un demandar de él. Aunque la curiosidad le comía ahora, ¿A quién estaba buscando?

Por la distracción y cantidad de personas en el momento, chocó con un cuerpo masculino más alto que él, casi igualado a Yukichi con la altura pero menos masa muscular. Sus fosas nasales fueron invadidas con un perfume caro y delicioso, al igual que su piel se estremeció al tacto de su cintura por los dedos ajenos.

─ lo lamento, querida. No te vi, ¿Estás bien?

Un momento.

─ ¿Segura que no te lastimé?

Mori separó su cuerpo rápidamente, sosteniéndose del pecho ajeno distanciando al mismo. Era alguien rubio de cabello corto, de orbes celestes claros y muy brillosos. Las mejillas de Mori estaban levemente ardidas de vergüenza, ¡Había sido confundida con una chica! Infló su cachete, pisando al rubio en forma de venganza, no más recibiendo un quejido por su parte. Casi de forma orgullosa, pasó por su lado e ignoró los murmullos del más alto, regresandose con un albino más confundido aún.

─ ¿Qué? ¿También crees que me veo como una chica? ─ la mirada asesina ahora se enfocaba en el ojiazul, negó rápidamente con la cabeza, sintiendo su infancia pasar sobre sus ojos. Daba miedo, mucho, pero no iba a negar tampoco que haciendo reproches se veía adorable.
Ambos siguieron su pequeño camino hacia las máquinas expendedoras del instituto, aunque la sensación de ser observados por alguien no se les iba de la espalda.

Estaban solos por fin, no se habían tardado en llegar al patio, por detrás de la escuela estaban las máquinas y eran los únicos en esa parte de la institución. Fukuzawa estaba frente al cristal de una expendedora, debatiendo internamente cuál bebida comprar, Mori lo miraba de atrás.
Jugueteó nervioso con su camisa blanca parte del uniforme. ¿Estaba bien confesar sus sentimientos ahora? ¿Era aceptable?

No, no estaba bien. Debía esperar más, mordió su labio inferior con fuerza, le desesperaba sentir mariposas, lo odiaba. Pero no podía odiarlo a él, era un ángel, pretendía ser un amor prohibido.
Debido a la disociación que sufría en el momento, un pequeño hilo de sangre se derramó de sus labios, la mordida había afectado no muy grave su carnosa piel.

─ Ougai, estás sangrando. ¿Necesitas ir a la enfermería? ─ el cuerpo más robusto se acercó a penas notó el carmesí sobre sus labios. Frunció el ceño ─ vamos a la enfermería, puede infectarse.

─ estoy bien, ¿Tienes tu bebida? Regresemos a los salones. ─ él no lo aguantaba, su corazón no lo aguantaba, tenerlo tan cerca y fingir completa neutralidad era difícil. No quería.

Le dió la espalda, siendo el primero en retirarse, no se atrevía a dar vuelta la vista en busca del peliblanco. Pero sabía que lo seguía, que se iba a preocupar tanto hasta el punto de observarlo desde lejos.
Y era así, hasta la hora de salida estuvo pegado a él. No le molestaba en lo absoluto, ¿Pero en serio creía que por una herida pequeña se moriría? Eso solo aumenta las ilusiones del pelinegro.

─ ¿Seguro de que estás bien? No tengo problema en acompañarte a casa, puedes desmayarte, o lastimarte grave...

─ ¡Whoa, Yuki, déjalo respirar! ─  a su lado, su mejor amigo se encargó de separarlo. Todos en ese pequeño círculo de personas reconocía la bondad del más alto, siendo así, una persona muy "insoportable" a la hora de ayudar.

─ créeme, a él le gusta su atención. ─ aclaró la pelirroja, terminando de lamer su dulce y escupiendolo a un costado de todos los demás. El pelinegro discretamente golpeó su brazo, mientras Hirotsu tapó su boca evitando sonreír.

Solo recibieron miradas confusas por el dúo deportista.

─ ¡Oh! Cierto, sobre la dinámica de gimnasia, ¿Kouyou, querrías completarlo conmigo? ─ la sonrisa llamativa de Fukuchi parecía brillar, irritando los orbes de la mujer nombrada. La conversación debía cambiar de ritmo profundamente.

─ No. Hirotsu y yo ya habíamos acordado hacer los ejercicios juntos, pero Ōgai está libre~

El ambiente era pícaro, sus amigos estaban jugandole en contra. Sabían perfectamente que visualizar a tantos chicos  ─ específicamente al peliblanco  ─ lo derretiria.
El de orbes vino evitó el contacto visual con cualquiera de ahí, mentalizando un plan malvado como venganza.

─ faltaré a la clase, no soy bueno en el ámbito físico y... Me va mal, así que solo faltaré. ─ soltó un suspiro sombrío, era la mejor decisión aunque dolorosa. Su amiga tomó de su mano, acariciándole la palma con cariño de forma reconfortante. ¿De qué se preocupaba ahora, si ella inició el tema de su amorío?

─ podemos hacer equipo, ayudaría mucho a tus notas que lo hagamos juntos. ─ Fukuchi miró incrédulo a su amigo, el contrario ignoró el gesto infantil.

─ ¡Él acepta gustosamente! Eres un ángel, Fukuzawa. ¿No deberías agradecerle, Rintaro?~  ─ la chica tomó de las mejillas al pelinegro, masajeando estás de forma circular, imitando palabras. Mori No se tardó mucho en reaccionar apartandola con agresividad. Seguido de agradecer con balbuceos, burlas de sus amigos e intentos de comprender por parte del ojiazul, la tarde se estaba volviendo difícil.

Todos habían tomado caminos diferentes, debían separarse. La sensación vacía se devolvió en su cuerpo.

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