cuatro

238 22 9
                                    

La semana había pasado volando, los exámenes estaban muy cerca. Aunque Mori no necesitaba del repaso para aprobar, le gustaba estar en el mismo nivel que los demás, a su lado estaba el peliblanco callado, escribía respuestas del prototipo tranquilamente. Mientras él, fijaba su vista sobre su mejor amigo.

─ ¿Te quedaste en alguna pregunta? Qué extraño de tí

─ no, no noté que eres tan atractivo ─colocó su mano sobre su mejilla, el codo de reposaba sobre la mesa. La hoja de su examen estaba volteada, Hirotsu volteó elevando una ceja─. No me dejes a solas con Fukuzawa hoy.

─ vaya, casi siempre es al revés.

─ es que ha estado muy extraño últimamente, y el ambiente es muy tenso cada que estamos solos... ─suspiró, Hirotsu rodeó los ojos.

─ cosa de novios, supongo. ¿Pelearon?

Mori dejó cubrir sus mejillas con un tenue carmesí. Negó. El contrario dejó el lápiz con el que escribía sobre el papel, la misma mano se resbaló sobre la espalda del pelinegro masajeandolo.
El timbre tocó, todos con mala gana ─incluido Mori─ salieron del aula entregando su examen a la salida. Hoy era un día ”especial". El día del amigo, usualmente para Mori se reúne con todos ellos para crear una alocada fiesta en su casa, ya que su padre es bastante ausente.
Aunque el pelinegro no es alguien demasiado reconocido en su instituto, su círculo social es suficiente para emocionarlo a embriagarse.

Y allí estaba el problema de la semana, un alto peliblanco, con el uniforme del equipo de baloncesto, el vicecapitán llevaba en su rostro una mueca escalofriante, el ardor recorría toda la espina dorsal de Rintaro, extremadamente nervioso por tener aquellas orbes azul platinado sobre él. Dudas invadían su mente, ¿Había hecho algo mal? Si preguntaba parecía condena a muerte. El menor sonrió actuando una despreocupación, saludó con su mano a distancia, no pensaba acercarse al equipo deportivo más inquieto, terminaría estampado en el brilloso piso.

Aunque alejarse de la cancha para ir directo al buffet no fue buena opción, al otro lado del estadio un alto y flaco rubio rodeado de chicas lo esperaba recargado sobre la pared frontal.

─ ¿Ahora somos desconocidos? Pensé que al menos me darías el beso de buenos días adjunto ─ambos llevaban consigo una sonrisa ladeante, el remitente carcajeo despacio, recibiendo una filosa ojeada por parte del más alto─ inapropiado, reírte en mi cara. ¿Sabes de modales, Ōgai?

─ ¿Modales? Esos besos puedes pedírselos a tus novias, para obtener los míos necesitarás acortejarme ─las femeninas se exaltaron un poco con un arduo color en sus rostros, Mori se asomó bajando la barbilla del extranjero. Seguirle el juego era fácil, más cuando esos incómodos hormigueos no lo hostigaban─ tampoco me gusta compartir. No hables de orejas, burro.

Fue lo anteúltimo que salió de su boca antes de ser estirado para atrás, el vicecapitán junto al capitán del equipo lo habían interrumpido.

Ambos mayores se miraron uno al otro, parecía un juego infantil de quién pestañea primero pierde.

─ lamento quitártelo así, pero aprovechando que ya hay chicas lindas aquí y te siguen para todos lados, están invitados a la fiesta que se hará en mi casa. ¡¡Mandaré la dirección mañana en un grupo!! Por favor asistan, especialmente tú Mori-san.

Fukuchi fijó su irresistible gesto de cachorro sobre el pelinegro, el mismo suspiró asintiendo, tratando de quitar las manos pesadas sobre sus hombros, un poco más y agujereaban el suelo.
Levantó un poco su vista, rozando su nariz con el mentón de Fukuzawa. El aroma, su aroma Dios, estaban a escasos milímetros, un poco más arriba y ambos labios se toparian. ¿Cómo se sentirá besarlo? ¿Cómo sabrán esos carnosos labios rojizos y sedientos? Quedó en blanco admirando ese trozo de piel, perspicazmente volteando cuando el más alto se percató de su mirada.

─ Rintaro, ¿podemos hablar en privado más tarde?

No obtuvo más que un movimiento de cabeza, desvío la vista e ignoró como cada vez se incluían más de sus amigos en aquél círculo, Francis notó aquella incomoda tensión en ambos. Solo lo ignoró jugueteando con sus mangas abotonadas.
En un descuido de todos, el deportista junto al menor escaparon a uno de los salones desocupados, Mori le dió la espalda para poder acomodar algunas cosas ─fingiendo preocupación por el desorden, puesto que sus nervios invadían cada centímetro de su pequeño cuerpo, necesitaba distracción─.
Fukuzawa fue el primero en hablar, aclarando su voz. El de orbes vino oyó algo como un papel siendo removido.

─ recibí una carta supuestamente anónima pero... He tenido curiosidad de preguntartelo personalmente. ¿Fuiste tú, quién escribió esto?

Su corazón se aceleró, pero no como aquellas veces cuando se encuentran solos en un estrecho espacio, no como las veces que lo ve sin camisa, no como esas veces donde su atracción era discreta. Tenía miedo de pies a cabeza, sus flacos dedos temblaron, las vocales no le salían.
Volteó un poco, actuando una mirada curiosa.

─ ¿Puedo leerlo? Ya andas recibiendo confesiones, wuah~ no, lo siento pero te veo solo como un amigo ─sonrió, estirando su mano hasta el papel arrugado, lo leyó con paciencia y mucha vergüenza.

Estaba loco en ese momento, qué vergonzoso.

─ bien, solo quería saberlo ─el silencio asegurado por ambos era incómodo, pero ninguno tenía palabras o ganas de charlar en ese estado.

El pelinegro abrió un poco su boca, dejando escapar un bostezo. Posó el papel sobre una mesa y se acercó a la puerta, pasando por lado del peliblanco.

─ si eso fue todo, nos vemos mañana. Ve guapo como siempre~

No hubo respuesta por más que él esperara una risa, le dolió pero jamás lo admitiría.
Se retiró del salón, quedando en completa confusión.

Nota de autor:
Me está costando cada vez más escribir por el cansancio que me genera el colegio (cabe aclarar que estoy once horas ahí) y otros temas personales, lamento mucho que mis actualizaciones sean cortas y poco energéticas. Mis borradores están incompletos así que esperen más actualización por favor!!^o^

polos ✧Donde viven las historias. Descúbrelo ahora