─ ¡Y-Yukichi, me duele!
─ te mueves demasiado lento, nunca llegaremos a este paso ─aflojó el agarre en su muñeca, los pasos se habían intensificado desde que tomó aquella parte suya. Dejando de lado la propiedad educativa, poco a poco llegaban al parque cerca del mismo establecimiento. El atardecer a penas y era visible, tan solo un poco más adelante juntos podrían admirar el sol ocultarse.
Los latidos de su corazón avanzaban más, sentia sus venas arder en hormigueos cuánto más contacto físico hacia con el menor, podía sentir su mirada sobre él teniéndolo detrás por la vaga manera en que camina.
Por fin, quizás luego de media hora, se tomaron el tiempo de buscar una zona vacía y verde, donde las estrellas y el cielo se admirasen con exactitud. Siendo un jardín de flores diversos víctima de las presencias masculinas entre ellas, ambos chicos se sentaron. Fukuzawa tenía una de sus piernas elevadas a tal punto que su rodilla sea soporte de su mano igualada, mientras que las otras dos extremidades se relajaba sobre el húmedo césped, Ōgai estaba sentado como indio, ambas piernas entrelazadas con sus manos en medio del hueco que formaban. Ambos mirando con atención las nubes que se removían en lo más alto del cielo.El pecho del peliblanco había ardido toda la tarde desde aquella imágen memorable, tan solo recordalo hacía que esa sensación aumentase más, y era incapaz de ocultar su repentina emoción teniendo al culpable a centímetros suyo. Volteó, observando un poco a chico que seguía perdido, ahora jugando con las flores que irresponsablemente había arrancado de su hábitat. Poco y nada de atención le prestó a ello, pero rápidamente esa tranquila imagen del chico se desvaneció cuando volteó a verlo.
─ Mira, hice una corona de flores. Pruébala. ─nisiquiera tuvo la oportunidad de responder, el chico ya estaba completamente encima suyo utlizando su rodilla como apoyo para no caer por completo, sus manos se concentraban en colocar dicho objeto, al igual que su rostro concentrado lo culpaba.
Avergonzado con un rubor en sus mejillas, Fukuzawa inclinó su torso para atrás intentando deshacer la cercanía, sentía que su corazón fuera de lugar cuánto más inhalaba ese perfume adictivo. Mori pareció no darle importancia, retrocedió igualmente admirando con un brillo en sus ojos la imágen, el peliblanco llegó a notar entre la palidez de su piel como se enrojecia la misma.
─ ¿M-me queda bien? ─su dedo rascó la barbilla, nervioso por la respuesta.
─ ¡Todo te queda bien! Eres tan guapo, qué envidia.
─ ¿Guapo, yo? U-Uhm... ─sus palmas empezaron a sudar, mientras apretaba con suavidad el césped, volteó el rostro─ también eres muy guapo, Rintarō.
Hubo un corto silencio, era completamente distinto que salga de su boca a comparación del pelinegro que desde el inicio de su amistad tiraba comentarios así. Sentía que fue fuera de lugar, no solo eso, la forma que lo dijo venía incluído con emociones notorias, estaba rodeado de adrenalina repentina.
Unos balbuceos se escaparon de su boca intentando justificar aquél error, Ōgai solo sonrió para poder reír un poco.Fue el detonante para él, aquél chico no perdía nunca su compostura demandante y terca, pero tal como podía ser el típico líder mandon, era un chico inexperto con cosas emocionales, fino, lujurioso y coqueto hasta consigo mismo. Su olor desprendido era fatal para sus venas, las mariposas en su estómago arrasaban entre más cerca lo veía, escarbaban dentro de él. Quedó completamente pálido, boquiabierto, fijo sobre los movimientos repetitivos del chico en su intento para parar de reír, cosa que no tardó en lograr una vez notó la reacción del contrario.
Las manos que anteriormente humedecian más el césped bajo ellos, fueron tomadas por los flacos, largos y cuidados dedos del ajeno, un escalofrío recorrió la espalda del mayor, hubo un impacto térmico con sus manos calientes y la fría piel del más bajo.
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polos ✧
Fanfiction𝗜𝗡𝗧𝗥𝗢𝗗𝗨𝗖𝗖𝗜𝗢𝗡 ─ ּ ֗ ִ ۪ ⊹ Mori Ogai y Fukuzawa Yukichi se conocieron como compañeros de curso, Mori fue el primero en echar un ojo sobre Fukuzawa, pero el contrario no miraba de la misma manera al pelinegro. ¿cómo haría Mori par...