Una noche, Camilo se sentía intranquilo por alguna razón que él no entendía. Decidió bajar de su habitación a beber agua. Vio que Maryna estaba afuera, mirando las estrellas.
-Maryna?- la chica se sobresaltó por la inesperada llamada.
-Camilo, no me asustes así!
-¿Qué haces aquí a estas horas?
-Lo mismo te iba a preguntar.
-No podía dormir, decidí ir a beber agua y te vi aquí fuera. Y tú, ¿por qué estás aquí?
-Tu....no sabes por qué me hice cuentacuentos, ¿verdad?
-No...
-Cuando yo tenía ocho años, mis padres eran también cuentacuentos. Siempre les pedían que contasen alguna historia o leyesen algún libro. Pero, empezaron a pasar cosas extrañas... En el pueblo desaparecían cosas, tanto en casas como en tiendas. Al principio eran cosas pequeñas, casi sin importancia. Pero luego, en las tiendas empezaron a desaparecer cajas enteras; y en las casas, cosas valiosas. Eso no terminó allí.....
-¿Qué más pasaba? Parece ya imposible que pasasen cosas aún peores...
-Pues sí que pasaban... Las casas estaban siendo atacadas, pero no a la vez. Cada día, alguna sufría daños, nadie sabía quién iba a ser el siguiente. Algunas se cubrían de llamas, por suerte sin ser destrozadas. Una vez, yo estaba en la plaza con otros niños de mi edad. Era ya bastante tarde, los faroles de las calles estaban iluminando la vida del pueblo. Cuando ya estaba de camino a casa, charlando del día vivido con una niña pequeña que escuchaba mis historias con chispas en los ojos. Su madre era muy amiga de la mía, la niña apenas había cumplido 4 años, mientras que yo ya tenía casi 9. Ahora mismo cumpliría 11...Siempre me escuchaba con mucha atención...-la joven paró un momento, Camilo notó que a su amiga le resultaba difícil hablar de ese teme, la abrazó sin pensarlo, acompañando el acto de unas palabras.
-Si es algo que es difícil para ti de contar, no te preocupes, tómate tu tiempo, tranquilízate y cuando te sientas preparada, prosigue.
-Gracias Camilo...-ambos se quedaron en silencio, mirando las estrellas.
Después de un momento, la chica suspiró:
-Quieres que prosiga?- preguntó mirándole a los ojos del cambiaformas.
-Solo si tu quieres...
La chica suspiró nuevamente antes de proseguir.
-Íbamos caminando, mi casa ya no quedaba muy lejos. De repente, se podían oír gritos, golpes y varias personas corriendo desde mi casa. Nos quedamos parados, yo empecé a correr hacia mi casa, llorando, asustada por mi familia. La madre de la niña corrió tras mía, pero yo ya había entrado a la casa. Allí, en el suelo, estaban ellos, yo estaba parada en el umbral de la puerta, no podía oír nada, ninguna voz, ningún ruido, sólo podía escuchar los latidos de mi corazón a mil por hora.....Di unos pasos, petrificada, empecé a correr hacia ellos, pero alguien me cogió de la mano sin yo poder soltarme. Tiraba del brazo de la otra persona, me quería soltar. Estaba llorando desconsoladamente. En un momento, mi respiración me sobrecogió y noté que no podía más, las fuerzas me dejaban. Como pude averiguar después, me desmayé en los brazos de la otra persona que me había sujetado del brazo. Mis padres habían muerto.- Camilo se lo podía imaginar, pero aún así, tenía la esperanza de que sus sospechas no eran ciertas.
Acarició a Maryna, para darle ánimos. La chica prosiguió:
-La familia de la niña me acogió, yo antes participaba en los relatos que contaban mis padres, ahora era yo quien los contaba en el pueblo, fueron pasando los años y las diferentes personas que sabían mi infancia, me animaban en diferentes aspectos, emocional o profesional. La niña era ya como mi hermanita, estábamos siempre juntas, ella me ayudaba a la hora de contar historietas.
-Cuál es su nombre?-Camilo preguntó curioseando.
-Linda...El caso es que ahora no sé dónde está, o si aún sigue por aquí...
-No te preocupes, seguro que sí.-Camilo le dio una cálida sonrisa, la mujercita se la devolvió.- Entonces te hiciste cuentacuentos honorando a tus padres, verdad?
-Sí, allí que no te quepan dudas.- Maryna soltó una risita.
-Entonces, por qué estabas aquí, sola en la oscuridad de la noche?
-El caso es, que hoy serían ya siete años desde aquel día, desde el día en el que murieron mis padres...- Camilo dejó de sonreír, esas palabras le dieron un fuerte impacto, no esperaba que la felicidad con la que llenaba su amiga la vida de la personas que la rodeaban, fuese tan triste.
-Lo siento mucho, de verdad. No me podía imaginar algo así...Lo siento por ser tan curioso...- la voz de Camilo se rompió con las últimas palabras pronunciadas, su cara estaba desviada a la dirección opuesta de la de Maryna, que a su vez dijo:
-No hay persona en el mundo que no sienta curiosidad por las cosas que le rodean. Pero hay muchas que no se preocupan por nadie que por sí mismos, tu no eres así. Si te acercaste a mí fue porque te preocupaste. No debes de sentir culpa por preguntarme.- Maryna lo tomó de la mano y lo abrazó, el chico hizo lo mismo. Se quedaron así un buen rato.
-Entonces, eres feliz teniendo la vida que tienes?- preguntó el chico manteniendo el abrazo.
-Lo soy.- respondió ella rompiendo el abrazo.
Camilo se levantó de su sitio con una sonrisa, le dió la mano a Maryna añadiendo las siguientes palabras:
-Ahora es hora de irnos a la cama, tenemos que descansar mucho.
La chica sonrió en respuesta y le tendió su mano al adolescente, que la ayudó a levantarse. Se dieron otro abrazo, Camilo pudo oír un leve susurro:
-Gracias por todo, Camilo.
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Una Vida de Encanto
Fanfiction¿Nunca os habéis preguntado cómo continúa la historia de Encanto? Esta historia es la continuación que yo propongo. Nuevos amores, nuevos amigos, una vida de encanto.