Capítulo III. Margaret, la difunta

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A la mañana siguiente Larissa despertó muy temprano, caminó al comedor y a lo lejos escuchó unas voces en la cocina. Apenas se acercó comenzó a entender la conversación que sostenía Marcus en llamada

—Sí, debes venir lo más pronto posible, las cosas están muy mal —dijo Marcus de pie, sosteniendo el teléfono en la mano, estaba en videollamada—. Larissa está mal. Actúa extraño, no recuerda muchas cosas, parece paranoica. Solo tú puedes controlarla y convencerla.

Esas últimas palabras estrujaron la mente de la chica, trastornada, ingresó a la cocina y tomó de prisa un cuchillo

—¡¿Qué planeas?! ¡¿Quién va a controlarme y convencerme!? —exclamó histérica y temblorosa haciéndose toda una idea en su mente

Marcus se estremeció temeroso, bajó el teléfono y le pidió que se calmara, voces provenían de la videollamada

—¡¿Quién es?! —gritó Larissa, amenazando con el cuchillo

—Tranquila, suelta el cuchillo, por favor —Marcus habló con lentitud y falsa calma, aunque en su interior estaba muy preocupado

—¿Con quién hablas? ¿Quién va a controlarme? —dijo furiosa, mientras lo amedrentaba

—Estoy hablando con tu hermana Margaret —dijo Marc impresionado de su actitud

—¿¡Qué?! —exclamó incrédula y con los ojos llorosos

Marcus le mostró el teléfono móvil, Larissa miró a su hermana a través de la pantalla, apenas la reconocía, el tono de su voz se asemejaba a su niñez, al igual que su rostro. Dejó caer el cuchillo y salió despavorida.

Se arrodilló en el suelo temblando de miedo y lloraba como una niña.

«¡No puedes ser! ¡Margaret está muerta!» pensaba, todo daba vueltas, estaba mareada. Marcus se acercó y la abrazó con fuerza, Larissa no tuvo valor para negarse y se aferró a su cuerpo buscando consuelo.



La chica de otra realidadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora