Capítulo XI. La chica de otra realidad

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Estaban adentro de la carpa, Larissa y Evan estaban sentados en unas sillas frente a Avuut, que los miraba con intriga

—¿Puede ayudarme? —preguntó Evan

—No puedo. Ya lo dije antes, una vez que un oíche elige a su víctima, nada lo hará desistir, ellos se alimentan del dolor, y debe haber un gran dolor en ti para que te hayan elegido. Pero, no sé de alguna forma en que puedas escapar de ellos —dijo Avuut con el rostro pálido

—¡Debe haber alguna forma de impedirlo! —exclamó Larissa

—Quizás Ima Makya pueda ayudarlos. No lo sé.

—¿Ima Makya? —preguntó Larissa aturdida

—Es una gran bruja, la presentaré, pero antes de eso, debo decirles que la única protección que he podido encontrar contra los oíches han sido los espejos —dijo Avuut y un recuerdo de su pasado volvió a su mente:

«Recordó aquella noche oscura. En aquel entonces Avuut era tan pobre, que compartía habitación con su madre, sus camas estaban una a lado de la otra. Durante la madrugada, Avuut había despertado inquieto, tras escuchar quejidos y murmuraciones, que lo atemorizaban. Cuando abrió los ojos, y miró a su madre, encontró una aterradora imagen ante él.

Un extraño espectro, formado de una neblina oscura, estaba por encima de su madre, quien dormía profundamente, y no era consciente de que aquella horrible neblina se introducía en ella, a través de una herida en su brazo.

Avuut recordó como una sensación de miedo y opresión se apoderó de su ser, se levantó asustado, intentó caminar, pero lo hizo con torpeza, congelado por el horror. Accidentalmente empujó aquel gran espejo giratorio circular, que su mamá tenía en medio de la habitación, y que estaba volteado hacia el lado opuesto, aquel golpe provocó que el espejo se girara hacia ellos, reflejándolos, de pronto aquella neblina desapareció, lanzando un desolador gruñido, que de inmediato despertó a la madre. Aquella tétrica noche ni Avuut, ni su madre pudieron dormir, se acurrucaron hasta la llegada del amanecer, y desde ese momento aquel espejo permaneció siempre reflejando la habitación, sin cubrirse»

—. Al parecer los oíches no soportan mirar su reflejo —finalizó Avuut

Larissa consternada recordó la noche anterior, quizás aquel espectro se había desvanecido al ver su reflejo en el cristal de la ventana.

—Llévenos con Ima Makya —ordenó Evan tratando de calmar sus nervios

Avuut les señaló el camino y lo siguieron.

Encontraron a una anciana sentada sobre el tronco de un árbol; tenía el cabello largo y blanco, su rostro estaba surcado por arrugas.

—Ima —la llamó Avuut, cuando estuvo frente a ella, tomó su mano para besarla y colocarla sobre su frente en señal de respeto—. Ima Makya, he traído a estos chicos, ellos tienen un problema, los oíches los acechan —Avuut hizo un gesto para que Evan mostrara su marca, y así lo hizo

—¡Ayúdenos! —suplicó Evan

Ima Makya se levantó con dificultad, y lanzó una mirada sospechosa sobre el par de jóvenes, Larissa se quedó muy quieta al sentirse intimidada.

Avuut se retiró del lugar, luego la anciana extendió su mano hacia Evan, invitándole a que acercara la suya, cuando unieron sus manos la vieja cerró los ojos, posando su mano alrededor de la del chico, luego abrió los ojos con gesto preocupante, lo que hizo que los chicos contuvieran la respiración, atemorizados.

—No tienes oportunidad, estás acabado —espetó la anciana con dureza

—¡No es cierto! —dijo Evan asustado

—Hay mucho dolor en tu alma para alimentar a los oíches, si pudieras aprender y superarlo, pero, para ti es imposible —dijo Ima Makya, Evan tenía los ojos llorosos, negó con firmeza y caminó lejos de ahí, Larissa le gritó que volviera, pero el chico no le hizo caso

—Debe haber una solución —dijo Larissa, la mirada de Makya se clavó en ella.

La mujer tomó la mano de Larissa sin permiso y cerró sus ojos, haciendo la misma acción anterior, esta vez la anciana parecía horrorizada.

—Se supone que eres una leyenda, algo que nunca pasaría —los ojos de la anciana la miraban incrédulos, Larissa estaba confundida—. Tú, no perteneces aquí, ¡Eres la chica de otra realidad!

—Yo... No entiendo —dijo Lara, mientras daba un paso hacia atrás atemorizada

—Tus recuerdos no coinciden con el resto de la gente, eso es porque no son tuyos. No sé cómo conseguiste venir hasta aquí, pero es probable que mueras antes de poder volver.

—No tiene sentido —dijo Larissa tocando su cabeza que estaba doliéndole

—Hay muchas realidades en el universo, está, es solo una. Pero, tú, provienes de otra.

—Pero, ¿Cómo?, ¿Cómo es posible? —exclamó consternada

—¿Cómo cruzaste? No lo sé, hay algunos lugares en el mundo donde todas las realidades se unen, pero nunca escuché de nadie que se hubiese atrevido a cruzarlo, excepto tú, en mi conocimiento tú deberías estar muerta, porque tu realidad vuelve ilógica a la nuestra.

Larissa dobló sus rodillas, tocándose el estómago con fuerza para intentar respirar, su corazón latía demasiado, y sus manos sudaban, por primera vez las palabras de esa anciana tenían sentido para ella, pero al mismo tiempo le daban pánico. Mordió sus labios, y sus ojos se llenaron de lágrimas, mientras miraba a Ima Makya

—¿Cómo puedo volver? —dijo irguiéndose

—No lo sé, aún, pero, debes volver. Si ese chico es alimento para los oíches, tú, serás un puente de fortaleza para que continúen aquí, la energía que desprendes, al no ser de esta realidad, nos pone en peligro a todos —dijo Makya atemorizada—. Hace unos días hubo una liberación energética muy poderosa, analicé la energía y proviene del conjuro Thysiágape, parece que alguien tenía una medalla nava y la usó.

—Yo no entiendo... —dijo Larissa muy confundida

—¿Quién puede entender? —preguntó Makya con tal gesto de compasión, que Larissa se sintió pequeñita

—¡Miré esto! —exclamó Larissa y levantó su suéter para mostrar a la anciana aquella marca, Ima Makya abrió los ojos, impresionada

—¡Debes irte! ¡Debes irte!, no tiene solución —espetó con desespero, y dio la vuelta para irse—. Estás condenada, todos estamos condenados a la maldición.

Larissa se quedó inmóvil y petrificada, su cuerpo temblaba, lloraba, pero no detuvo a la anciana que se alejó de ella.



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