Capítulo X. Los oíches

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Por la mañana se apuraron a irse al festival, desayunaron en un restaurante de paso, pero se negaron a hablar de lo acontecido.

Luego, Evan manejó el auto hasta el bosque de Ouachita. Tras estacionarse, caminaron, las instalaciones del festival y la mayoría de la gente ya estaban ahí.

Había carpas, escenarios, puestos ambulantes, letreros, música y festividad que adornaban el lugar.

Tras mostrar su boleto pagado siguieron el camino.

—Así que este es el festival de Dan-Dran.

—Sí, este mismo, es genial, ya lo verás —dijo Evan, mientras caminaban por el lugar.

El festival estaba a las orillas del bosque, y a lo lejos se podían observar los árboles enormes y las montañas de Ouachita.

Evan y Larissa se acercaron al escenario donde estaba un hombre mayor hablando a través de un micrófono, era alto y con una enorme barba gris, vestía con ropa clara

—Los oíches están en nuestro mundo, en todo el universo, nadie puede huir de ellos. Y quizás, algún día nos controlarán a todos —dijo el hombre al que llamaban Avuut.

Larissa y Evan estaban sentados en unas sillas frente al escenario, mientras escuchaban pacientes las palabras que Avuut decía.

Avuut invitó al público a que hiciera preguntas para responder sus dudas, la primera en hacerlo fue una joven, que se acercó a un micrófono:

—¿Cómo son los oíches físicamente, y cuál es su objetivo?

Avuut caminó por el pequeño escenario, observando con atención al público presente y luego dijo:

—Si tuviéramos la desgracia de ver a un oíche a conciencia, notaríamos que no tienen un cuerpo físico como nosotros, son carentes de huesos, piel o sangre, en cambio, están construidos de una forma vaporizada, son como un humo demasiado oscuro, cuyo objetivo es colonizar un cuerpo humano y alimentarse de él—dijo Avuut

—¡¿Se alimentan de nosotros!? —preguntó un señor entre el público—. ¿Comen nuestro cuerpo, nuestra sangre?

—No. —dijo Avuut con seriedad—. Los oíches no se alimentan de carne, sangre, ni huesos. Son seres energéticos, pero son malignos, se alimentan del dolor humano, sea físico o mental y son muy fuertes. Los oíches toman el cuerpo humano, controlándolo a su voluntad, de tal manera, que ese humano puede hacer los actos más descabellados propiciados por esa entidad.

—¿Y cómo nos damos cuenta de que una persona ha sido controlado por un oíche? —preguntó otro asistente

—Hay muchas maneras, la violencia y fuerza que tiene un oíche en el cuerpo humano es insuperable, pero los rasgos físicos son definitivos, los ojos se vuelven completamente grises, desde la esclerótica, pupila e iris. El cuerpo está automatizado, pero se cree que el humano sigue teniendo un grado de conciencia y percibe lo que ocurre, gracias a esto, el oíche se alimenta de su dolor y del que inflige a otros. Una vez que el oíche alberga un cuerpo humano, no hay forma en que se libere, solo con la muerte del cuerpo huésped.

—¿Cuál es el origen de esas criaturas? —preguntó Evan hablando bien fuerte y con el rostro congelado de miedo

—Hasta ahora, no lo hemos descubierto. Para finalizar la conferencia, diré que los oíches se apoderan de un humano de forma lenta, el primer indicio es la marca —dijo Avuut, y un asistente que estaba a su lado mostró fotografías en tamaño tabloide, de un brazo con tres picaduras circulares enrojecidas en la piel.

Larissa y Evan sintieron que su sangre se helaba al darse cuenta de que era la misma marca que tenían en su piel

—. A través de la marca los oíches ingresan, son como agujeros, túneles que los llevan, hasta nuestra sangre, hasta ahora los médicos dicen que se trata de la picadura de cualquier insecto, ¡Pero, es un oíche entrando en el cuerpo humano!, una vez que consiguen entrar por completo, los ojos se vuelven totalmente grises y su conducta se vuelve agresiva, dañándose a sí mismo, y a otros.

La conferencia finalizó y Avuut bajó del escenario, caminó rumbo a una carpa para descansar.

Evan corrió en búsqueda del viejo y Larissa lo siguió, el joven gritaba su nombre, pero el hombre se negaba diciendo que no tenía tiempo. Luego algunos hombres intentaron detener a los jóvenes, pero Evan se puso frente a Avuut

—¡Necesito que me ayude! —exclamó desesperado, pero Avuut intentó sacarle la vuelta y marcharse, entonces Evan tomó su brazo con firmeza, consiguiendo que el resto de los hombres se volvieran agresivos.

Avuut estaba sorprendido

—¡Suéltame! —dijo Avuut furioso

—Tiene que ayudarme, ¡Ellos vienen por mí!, van a llevarme —el rostro de Evan estaba desesperado y sus ojos centellaban atemorizados, soltó el brazo de Avuut y descubrió la manga de su camisa mostrando la marca de su brazo—. ¡Estoy marcado! ¡Vienen por mí! ¡Ayúdeme!

Losojos de Avuut se abrieron enormes, y tragó saliva, sintiendo una punzada depánico en su estómago.

La chica de otra realidadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora