Capitulo 4

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—Oh, Nick lo siento, no sabía que esta bella dama estaba contigo — sonríe.

Si tan solo Davina no estuviera concentrada viendo la cara de enojo de Nick se fuera dado cuenta que Abraham le estaba mirando a Nick con una expresión de superioridad y no precisamente de amigos.

—¿Se conocen?

—Más de lo que me gustaría admitir — Nick responde de manera cortante —Davina no deberías de acercarte a Abraham, no es lo que aparente

—Ja! El burro hablando de orejas, si mal no recuerdo...

—Cállate, solo cállate

Me sentía ajena a aquella conversación, era como si estuvieran en su mundo, pero este a punto de tener una guerra y la única que podía detenerla era mi persona, y no precisamente era lo que quería, era increíble como dos personas se podían ver con total letalidad y sin importarles el resto a parte de ellos.

—¿Tienes miedo de que Davina sepa la verdad? o ¿de qué tu facha de niño bueno se termine? O ¿tú miedo precisamente no es Davina si no esa niña, como se llamaba? Ya recuerdo, Sandra ¿no?

—No sé de qué hablas, todos tenemos miedo, incluso tu Abraham ¿no es así?

—¿Miedo? miedo es que el Sr D me corte los huevos por no hacer precisamente el asunto encomendado — le giña un ojo, ríe pícaramente y me mira

—No nos hagas caso Davina, Nick y yo siempre bromeamos así — se acerca a Nick abrazándolo por la espalda — ¿verdad Nicky?

—Sí, y deja de llamarme Nicky — lo fulmina con la mirada

—Bueno como se conocen ¿Abraham porque no nos acompañas a nuestra noche de billar? — le sonrió y le señalo a los chicos en la mesa cinco del fondo.

—No tengo problema alguno, vamos — agarra a Nick y lo lleva arrastras hasta la mesa

Llevábamos alrededor de dos horas jugando, bebiendo y contando anécdotas a Abraham, todo estaba tranquilo hasta que le llego una llamada y tuvo de salir, ya estaba tardando, y saben que la curiosidad mato al gato, y digamos que dicen que las mujeres tenemos más similitudes a los gatos.

—Ya vengo

me disculpo y salgo a buscar al chico, estaba llegando a él, cuando escucho esa voz que tanto conocía o eso creía, esa voz que me lleva sonando en mis sueños día y noche, la voz perteneciente a dicha chica de ojos esmeraldas.

—¿Cómo me pudiste hacer eso?

—No hice nada, todos acá están rompiendo las reglas y eso te incluye a ti

—Yo soy la única que no ha sido tan imprudente de acercarse a ella

—Pero si eres la única que la puede poner en peligro y lo sabes — él intento acercarse a ella, pero esta solo negaba y se alejaba.

—Es lo menos que quiero y lo sabes — su voz sonaba cortada, como si cada palabra le doliera salir.

—Sophie, ten paciencia, cuando todo se arregle, volverá a hacer como antes, tal vez ella recuerde, te recuerde a ti y lo que fueron — la abrazo y esta se rompió a llorar en sus brazos.

Mi celular empezó a vibrar en el bolsillo de mi vestido. Mi padre llevaba llamando desde hace dos horas y apenas es que lo note, decido llamarlo cuando ya esté en casa, guardo el celular y subo la mirada para encontrar que las dos personas no se encontraban en mi campo de visión, siento que cada vez estoy más cerca de descubrir algo que tal vez no me vaya a gustar.

Los secretos de DavinaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora