Especial 1 Un Aniversario Pruk

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Nadie dijo que cuidar dos niños gemelos fuera fácil. El agotamiento pesaba sobre Saint, mientras se apoyaba en la jamba de la puerta que conducía a la habitación de los niños, anteriormente el estudio en el primer piso. Sólo una cuna estaba en uso desde que los gemelos gritaban como locos cada vez que no estaban justo dentro del contacto de una mano entre sí. En poco más de tres meses de edad, los niños estaban muy unidos.

Cuando uno necesita un cambio de pañal, también lo hacia el otro. Cuando uno tenía hambre, el otro también. Ellos hacían todo al mismo tiempo, incluso despertar e irse a dormir. Saint agradecía cada día que tenían una casa llena de gente dispuesta a echar una mano siempre que podían.

Los chicos parecían tan tranquilos cuando estaban fuera de combate, como ahora. Otras veces eran pequeños terrores, lo sacaron de Zee, sin duda. Dios sabe que Saint no era así cuando era niño, así que estaba más que feliz de echarle la culpa a su compañero.

Saint volvió a entrar en la guardería y se inclinó sobre la cuna, besando suavemente a Alexander, luego a Dylan. Él acarició suavemente sus cabezas, el espeso cabello oscuro. Saint pensó que no había nada mejor en el mundo, aparte de Zee, que el olor de sus niñitos.

—Bebé.

Saint saltó ante el inesperado sonido, dándose la vuelta. Zee entró en la habitación aún vestido con su uniforme. Dios, el hombre podría derretir la mantequilla viéndose tan caliente como lo hacía.

—Shhh, si los despiertas, yo nunca te perdonaré.—susurró— Yo sólo acabo de a costarlos.

Zee se rió en voz baja, pero Saint sabía que no iba hacer nada para despertar a los cachorros.

Saint se volvió de nuevo a enfrentarse a sus niños. Zee dio un paso detrás de él y envolvió su brazo alrededor de su cintura. Saint se recostó contra el pecho de Zee, suspirando de satisfacción. Estaba realmente feliz, lo había sido en el último año. Zee lo besó en la mejilla.

—Gracias por darme una familia.

—Gracias por darme esa oportunidad.—respondió Saint. Se giró y envolvió sus brazos alrededor del cuello de Zee, tirando del hombre hacia abajo cuando se levantó para reunirse con esos labios perfectos.

Saint gimió cuando Zee tomó posesión de su boca, labios duros presionados contra los suyos, sus lenguas en duelo. Saint nunca podría tener suficiente de su compañero. Zee rompió el beso cuando fue necesario respirar, y Saint gimió ante la pérdida y trató de perseguir esos labios perfectos mientras se movían más lejos de los suyos.

—Eres lo mejor que me ha pasado. Ahora vamos, tenemos que ducharnos y cambiarnos, así no vamos a llegar tarde a nuestra reservación.

Zee estaba sacando a Saint para celebrar su primer aniversario. Afortunadamente, Mew y Gulf, habían aceptado cuidar de Alexander y Dylan esta noche para que pudieran disfrutar de una agradable cena romántica sin tener que preocuparse de bebés llorando.

¿Había sido sólo un año desde que Zee primero lo había encontrado varado en la orilla de la carretera y luego se alejó, dejándolo atrás?

Ahora estaban felizmente apareados con cachorros gemelos.

—¿Por qué no lo dijiste antes? No hay nada que me guste más que un compañero mojado y jabonoso.— dijo Saint.

Él agarró la mano de Zee y lo sacó de la habitación de los chicos. Cerraron la puerta silenciosamente detrás de ellos, y luego se dirigieron al lado a su habitación. Saint ignoró la mirada y la pequeña risita conocedora de Mew, cuando lo pasaron en el pasillo.

Saint cerró la puerta de su habitación y miró el monitor para asegurarse de que estaba encendido. Satisfecho que escucharían si sus hijos se despertaban, comenzó a despojarse de su ropa. Un rastro de ropa tirada de Zee lo condujo al cuarto de baño. Se echó a reír. Para el momento en que Saint estaba desnudo, Zee había comenzado la ducha y ya estaba disfrutando del agua caliente.

Saint jadeó cuando fue agarrado y empujado contra la pared. Siseó cuando las frías baldosas hicieron contacto con su piel, pero sabía por experiencia que las calentaría rápidamente. La sensación de la gran callosa mano de Zee corriendo ásperamente por su espalda y por encima de su culo lo tenía gimiendo y empujando hacia atrás en el toque.

—Hmm. ¿Qué tenemos aquí?— preguntó Zee, su voz baja, gutural y sexy como el infierno.

—Nada, Oficial.— Saint respondió sin aliento, alejándose de los dedos inquisitivos de Zee.

Zee envolvió sus dedos alrededor de la cadera de Saint y lo tiró hacia atrás bruscamente. La polla dura de Zee se frotó arriba y debajo de su pliegue, y Saint se tragó un gemido.

Dios, amaba a este hombre.

—Yo no lo sé. Esto se ve muy sospechoso para mí. Creo que voy a tener que inspeccionarte.

Saint gimió cuando la punta roma de la polla de Zee se empujó en contra de su agujero.

—Oh Dios.— El sonido de la apertura de una tapa de lubricante y la sensación de el gel frío deslizándose por su grieta tenían sus bolas preparándose apretadas.

Saint a medias luchó cuando Zee empujó suavemente hacia adelante. Una mano conectó sólidamente con su trasero.

—Joder.— juró y se quedó inmóvil. La polla de Saint se sacudió al calor que irradiaba desde el punto donde Zee golpeó, y una gota de líquido pre-seminal se filtró.— no te muevas o te detendré por cargos de resistirse al arresto, también.

Saint tontamente asintió, incapaz de decir nada por el momento mientras la polla gorda de Zee entró lentamente en él.

Zee generalmente se tomaba el tiempo para estirarlo primero, pero había veces cuando Saint sólo quería sentir esa gruesa pieza de carne deslizarse en su canal sin estirar. Amaba el hecho de que siempre sentía a Zee durante días.

Hoy era uno de esos días.

Tan pronto como Zee tocó fondo, él se retiró hasta que sólo la cabeza de su polla se mantuvo y empujó de nuevo hacia delante. Los dedos de Saint rebuscaron por apoyo en los azulejos, pero no pudieron encontrar ninguno. Él enganchó sus caderas hacia atrás más lejos, reuniéndose con las embestidas de Zee. El sonido de sus cuerpos chocando en el agua, la sensación de las garras de Zee en sus caderas, el saber que su compañero estaba perdiendo el control mientras seguía follando a Saint en la pared de la ducha fue suficiente para enviar a Saint a caer sobre el borde.

Saint gritó. Su orgasmo atravesó su cuerpo y explotó en su polla. Blanco y pegajoso semen recubrió los azulejos debajo de él. Las estocadas de Zee se volvieron erráticas mientras el agujero de Saint continuó revoloteando y pulsando, su orgasmo disminuyendo. Un gruñido bajo detrás de él, un último golpe duro y Zee lo siguió hasta la felicidad orgásmica mientras los colmillos afilados se sujetaron en el hombro de Saint.

El nudo de Zee se afianzó y lo envió de cabeza en otro orgasmo, Saint gimió.

Jesús, él amaba lo que este hombre le hacía.

Los brazos de Saint cedieron, y completamente gastado, se desplomó contra la pared, Zee aún atado a su espalda. El agua caliente de la ducha continuó cayendo en cascada sobre ellos dos.

Zee extrajo los dientes del cuello de Saint y lamió la herida para cerrarla antes de besar suavemente su piel.

—Feliz aniversario, bebé.

Saint estaba demasiado derretido, su cuerpo saciado maravillosamente, para hacer otra cosa que asentir y murmurar de vuelta.

—Feliz aniversario, Zee.

Un San Valentín Muy PrukDonde viven las historias. Descúbrelo ahora