Capítulo 1

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Tul suspiró, amaba a su suegra, realmente lo hacía. Sin embargo, vivir con ella durante los últimos meses estaba empezando a gastarse un poco.

Puesto que su casa se encontraba actualmente en una reconstrucción importante, Tul junto con su compañero y su hija, y Saint, Zee y sus niños todos se habían mudado con Samanta y Boston.

Tul no podía creer lo afortunado que había resultado ser. No había manera de que hubiera podido quedarse en casa y esconderse lejos de todos los trabajadores de la construcción durante el embarazo. Se estremeció al pensar en lo que pasaría si uno de ellos debería verlo.

—¿Estás seguro de que no puedo hacer nada?- Samanta le preguntó por lo que pareció la enésima vez esa mañana.

Tul alcanzó hacia abajo y puso una mano sobre su vientre hinchado.

—Estoy seguro, nosotros estamos muy bien. —respondió.

Max y Tul habían estado completamente sorprendidos por este pedacito de dicha. Habían estado intentándolo durante casi seis meses, cuando Yiwha los había sentado y pedido un hermano o hermana.

Después del primer par de lunas nuevas con Tul no quedando embarazado, él había comenzado a estar un poco preocupado de que podría haber algo mal. Él y Max habían decidido mantener sus intentos para sí mismos para que pudieran sorprender a la familia cuando y si él quedaba embarazado, y si no sucedía, entonces no tendría que compartir su decepción con todo el mundo.

La constatación de que Tul estaba de hecho esperando llegó como un completo shock. Tul no había sido como Gulf, Saint y Fluke. Él no había tenido una onza de las náuseas matutinas. Se había despertado una mañana, en la habitación que él y Max estaban compartiendo en casa de Samanta y Boston. Era la última semana de clases por el año, a menos de dos semanas hasta la Navidad, y Tul estaba deseando las vacaciones. Había empezado a vestirse, sólo para descubrir que su par de jeans favoritos estaban extremadamente apretados. Tul se giró hacia Max, que también se estaba vistiendo para su día en la oficina.

—¿Me veo gordo para ti?— preguntó.

Max lo miró fijamente, con los ojos abiertos.— ¿Se supone que eso es algún tipo de pregunta capciosa?— le preguntó Max, mirando a Tul cautelosamente.

Tul se rió de lo cuidadoso que estaba siendo su compañero.— No, sabelotodo, mis pantalones no me caben. ¿Me veo como si hubiera ganando algo de peso?

Tul levantó su camisa para que Max pudiera mirar su cuerpo y se torció un lado a otro. Max contuvo el aliento, se acercó a él y cayó de rodillas. Agarrando a Tul, Max se inclinó hacia delante y depositó un beso contra su vientre.— Sí amor, parece que has ganado algo de peso.

Tul miró a su compañero por un segundo antes de que sus acciones hicieran clic.

—¿Quieres decir...?— miró hacia abajo, sus manos sosteniendo su camisa arrugada bajo su barbilla, a la pequeña protuberancia que podía ver en su vientr.
—Pero... ¿cómo? Yo no tengo...

Max besó su estómago otra vez y susurró:

—Te amo, gracias por hacerme el hombre más feliz de la tierra. También te amo, pequeño. No puedo esperar para conocerte.

Tul se secó las lágrimas que se reunieron en sus ojos, luego colocó una mano en la pequeña protuberancia y enroscó la otra a través de las hebras de seda de su compañero.

Eso había sido hace siete semanas, su director Roberto, no había estado feliz por la notificación tardía del supuesto parto de su sustituta y Tul necesitando tiempo libre. Con suerte él le había dado aviso con tiempo suficiente en diciembre para que su jefe encontrara un sustituto; él no creía que sería un problema con el período de vacaciones escolares de seis semanas. Las clases estarían empezando en la última semana de enero, y Tul extrañaría a sus estudiantes.

Un San Valentín Muy PrukDonde viven las historias. Descúbrelo ahora