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Cuando bajó del autobús y la realidad, al igual que el calor, le golpeó el rostro, Renjun quiso salir corriendo.

«Esto es mala idea... Definitivamente es mala idea...» se recrimina mentalmente, palpando en el bolsillo de su sudadera para comprobar por quinta vez que efectivamente lleva el inhalador. Mira en todas direcciones tratando de mantener la mente ocupada en algo que no sea el hecho de que en efecto es una pesima idea estar ahí y cuando lo ve, siente que el estómago se le hace nudo y su garganta se cierra.

Estaba usando una camiseta amarilla. ¡Amarilla, por el amor de Dios! Le había dicho en algún momento que era su color favorito? Está seguro que no lo hizo... Jaemin lucía relajado mientras le sonríe a la distancia y lo saluda con efusividad moviendo un brazo en alto. En su mano derecha, lleva la correa a quien Renjun imaginó como una perrita quizás un poco más pequeña pero esa de ahí era una Golden Retriver y una bastante grande.

—¡Renjun!— lo llama, a cada paso que da en su dirección.

Renjun traga grueso, con los pies bien firmes en el suelo. ¿Debía ir? ¿Debía esperar a que Jaemin llegara? ¿Se vio ridículo usando una sudadera en pleno día soleado? Definitivamente sí. Y esa es la única respuesta que conoce. Jaemin cruza el semáforo a trote ligero y Renjun se dice a sí mismo que estará bien pasar el rato fuera de casa, que nada puede salir mal y arruinar su día que si bien no comenzó de maravilla, podría mejorar ahora.

—Me da gusto verte— y cuando Jaemin le sonríe, ligero y con las manos dentro de sus bolsillos, Renjun está seguro de que va a ser mejor.

—Lindo perro—escupe el más bajito, preso de los nervios. Jaemin abre los ojos con sorpresa y Renjun quiere que se lo trague la tierra en ese mismo instante—Oh, lo siento...

El más alto parece no haber escuchado su patética disculpa, agachado frente al retriver a quién quita la correa.

—¿Es bella, no? Ven, puedes tocarla, no hace nada.

Renjun niega fuertemente con la cabeza, provocando la risa del chico vestido de amarillo quien acaricia a la perra con cariño.

—Prefiero ser espectador.

—Vamos Ren, Zena está entrenada para cuidar de un hombre ciego, prometo que no muerde.

Renjun suspira con fuerza y extiende una mano temblorosa hacia el animal, quien lo recibe con gusto y la lengua fuera, jadeando gustosa. El chico abre los ojos con lentitud y encuentra una húmeda naricita empujando contra su palma.

—Creo que le caes bien...—le susurra Jaemin, sin dejar de acariciar detrás de las orejas de Zena. Renjun le sonríe a ella, pero para Jaemin es un gesto nuevo y mágico que no deja pasar desapercibido.

Por primera vez, Renjun estaba sonriendo.

—¿Quieres llevarla?— sugiere al ponerse de pie, ya con la correa lista y sujeta del collar de Zena. Renjun se le queda mirando a su mano extendida, con algo muy parecido a la mirada de un niño a quien un extraño ofrece un caramelo.

Visto desde ese punto, Jaemin aún era un extraño para él. ¿Qué sabía de Renjun realmente, salvó que iba a terapia los jueves? Nada. Más allá del comentario de que quería estudiar negocios, la página de Renjun en la vida de Jaemin estaba en blanco, con apenas dos o tres renglones.

Kim tuvo razón en decirle que hacer un manual inspirado en "ese chico extraño del hospital" no era sensato, mucho menos sencillo. Pero algo en él lo hacía querer mirar detrás del muro que construyó Renjun a su alrededor, quería conocer esos miedos pero también lo que lo hacía mantenerse de pie aunque el huracán tirara con fuerza de su cuerpo.

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⏰ Última actualización: Feb 21, 2023 ⏰

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