7. La confesión.

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|| Aegon Targaryen ||

Los rayos del sol lucían tan dorados como el oro desde la gran pradera de HighGarden

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Los rayos del sol lucían tan dorados como el oro desde la gran pradera de HighGarden. El sonido de los cascos de los caballos era lo único que se percibía en el viaje. Aegon podía ver las altas torres de la fortaleza de los Tyrell. La belleza del lugar era incomparable y después de Winterfell era reconfortante poder sentir el sol y el calor besando su piel. Sin embargo, él estaba exhausto y quería regresar a la capital. 

Azuzó a su caballo para regresarlo al camino cuando sus ojos se desviaron al pañuelo azul con un bordado de lobo que tenía en su muñeca. Aquella prenda había sido un regalo de Sansa Stark, entregado un día antes de su partida. Ella lo había encontrado en los Jardines de Winterfell preguntándole la razón de su pronta partida pero lo que más sorprendió a Aegon fue la valentía de la joven lady al decirle que ella quería ser su Reina. Él la consideraba una niña hermosa pero una niña al final por lo que no podía pensar en ella como una candidata. Sabía de la profunda afición de la Stark por los cuentos de caballeros y doncellas, ella seguramente creía que él la amaría pero Aegon no podía hacerlo pues en su corazón, él amaba a otra. Cuando le dio su respuesta negativa, la joven Sansa le brindó una sonrisa con los ojos llenos de lágrimas para luego darle su pañuelo con la esperanza de que la recordara. Aegon le prometió que así sería y le dijo que deseaba que ella encontrara a alguien que la quiera. No pudo confesarle que iría a ver a su futura prometida, una joven que no conocía y con la que nunca había hablado. 

Su caballo se detuvo al igual que el resto de su comitiva y el carruaje en donde iban su madre y su hermana. Frente a él estaban las grandes puertas de la fortaleza que se abrieron para dejarles el paso. La comitiva se detuvo en medio del gran patio, todos desmontaron y el carruaje se abrió. Aegon tomó la mano de su madre mientras Rhaenys los seguía para llevarla frente a las escaleras en donde estaba Lady Olenna Tyrell con su familia. 

—Es un honor tenerlos en nuestro hogar, Majestad —dijo Mace Tyrell, el hijo de Lady Olenna. 

—Es un placer ser sus huéspedes —respondió Elia. 

—Imagino que fue un viaje exhaustivo hasta aquí, Príncipe Aegon —le dijo Lady Olenna con una sonrisilla—. Sin duda Winterfell es un reino muy lejano. Apreciamos que se den esta pequeña molestia de visitar HighGarden. 

Aegon le sonrió en respuesta pero en su mente le extrañó que la matriarca de los Tyrell supiera de su travesía al Norte pues el compromiso de su hermana Rhaenys no había sido anunciado aún. 

—Sin duda. Winterfell es lejana pero es un lugar hermoso —respondió Aegon cortésmente. 

—Pero no más hermoso que HighGarden —dijo Olenna para luego extender su mano a su lado señalando a la joven dama—. Le presento a mi nieta Margaery, la Rosa de HighGarden. 

La muchacha Tyrell tenía un rostro bello, con una larga cabellera castaña y una sonrisa peculiar. Ella portaba un vestido que dejaba ver sus brazos y parte de su vientre, un poco raro dado las costumbres de la Capital. 

Carry Me ||Jonerys AU||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora