En el claro de un bosque, apartado de cualquier rastro de civilización, se encuentra recostada una monstruosa criatura bañada por los rayos del sol que se cuelan entre las hojas. Su melena castaña parece que brilla con la luz, la punta metálica de su cola refleja el sol haciendo aún más luminosa la escena. Pequeños animales como ardillas, pajarillos y algún que otro conejo pasean sin miedo a su alrededor. Casi parece que la bestia es el protector del bosque.
Se oyen crujidos entre los arbustos, algunos animales se espantan, y de la maleza sale un hombre con rasguños en la ropa y apuntando tembloroso a la bestia con una escopeta.
En lugar de asustarse o defenderse, el monstruo baja la cabeza y la apoya en el suelo, como si se estuviera rindiendo. El hombre, extrañado, pregunta:
--¿Te rindes, así de fácil? --.
--Si hubieras vivido tanto como yo, entenderías que luchar sin motivo no merece la pena --responde calmada la bestia.
--¿Cuánto he de vivir para llegar a tal conclusión? --.
--Muchas vidas --hace una leve pausa --demasiadas... --.
--¿Cuántas son esas? --.
--Tantas que no podrías contarlas ni con todos los dedos de tu cuerpo --levanta la cabeza para pasear su mirada por las copas de los árboles --tal vez tantas como hojas puedas ver en este instante --.
--No podría vivir tantas vidas, son demasiadas --.
--Por eso los humanos nunca entenderán que la guerra no lleva por buen camino --la bestia mira al humano, como si sintiera pena por él.
--. . . --el hombre baja el arma --entonces... ¿Qué sugieres que haga? --.
--Acércate, no tengas miedo. Te contaré la vida en la que fui humana, y así espero que aprendas de mis errores --la bestia hace un movimiento con una de las patas delanteras, invitando al hombre a acercarse.
El humano, tras pensárselo unos segundos, avanza hasta estar a unos dos metros de la criatura.
--¿Tienes nombre? --pregunta antes de sentarse en el suelo para escuchar al monstruo.
--He tenido muchos nombres, pero me gusta quedarme con el primero, sobre el que gira esta historia --la bestia coge aire --Yo soy Victoria --.
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Nací un 31 de Octubre en algún lugar de España, no recuerdo dónde, pero pasé mi infancia en un orfanato dirigido por unas monjas. Recuerdo que era viejo y las normas muy estrictas.
Yo no era como los demás, decían que estaba poseída, y no solo porque me portaba mal, también tenía una cola negra a la que con el tiempo le apareció una punta de metal con la que me cortaba a menudo.
Siempre me vigilaban y eran muy estrictos con mi educación. Tenían que mantenerme bajo control porque no podían matarme, si lo hacían, el demonio saltaría a otro cuerpo y tendrían que volver a buscarlo.
Mi nivel de inglés no era muy bueno, pero, no sé muy bien cómo, una familia de Londres me adoptó, así que viajé hasta mi nuevo hogar, donde debía mantener en secreto mi condición de portadora del diablo.
La familia con la que viviría a partir de ahora era adinerada. La madre, la Sra. Brown, era dueña de una popular empresa, pero vivía en la casa de siempre, algo pequeña pero con todo lo necesario. El hijo, Tom, era unos meses más pequeño que yo. Y también había una asistenta del hogar, Julia, ella era la que se encargaba de nosotros la mayor parte de las veces, pues la señora Brown siempre estaba muy ocupada.
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Las vidas de Victoria
FantasyEsta historia es una idea que tuve para un personaje. Victoria empezó siendo una humana que guardaba dentro a un poderoso demonio temido desde el inicio de los tiempos. Por X circunstancias el demonio y ella llegaron a un acuerdo para revivir eterna...