1.5. La familia súper cristiana

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En el claro de siermpre se encuentra Victoria durmiendo a la sombra de los árboles.

Axel llega como siempre, y al ver al monstruo dormir se acerca para observarlo mejor. Tiene unos grandes cuernos azules, una melena castaña con flequillo que le tapaba los ojos, un ocico casi como de perro, fuertes patas delanteras acabadas en grandes zarpas y patas similares a las de un caballo en lo que antes eran piernas. La criatura se mueve y el hombre se separa de un salto. Aunque sabe que no le va a hacer nada, ese momstruo sigue imponiendo.

Victoria se despierta y al verlo dice:

--Oh -se incorpora --estás aquí --se estira y añade --No tengas miedo de despertarme, no te haré nada --sonríe a Axel.

--Oh, está bien, la próxima vez te despertaré --sonríe.

--Bueno --se sienta --¿Empezamos? --.

--Claro --se sienta en frente de Victoria.

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Me desperté con un ligero dolor de cabeza, revisé mis chichones.

--Argh... --se habían hecho un poco más grandres, no mucho, pero el problema estaba en que se habían empezado a poner azules.

Después de vestirme y colocarme bien el flequillo fui corriendo a ver a Tom, que estaba terminando de prepararse la mochila.

--¿Se ven? --pregunté sin ningún contexto.

--¿Qué? --.

--Los bultos, chichones, lo que sea ¿Se notan mucho? --a decir verdad, estaba un poco alterada. Ese día íbamos a casa de la amiga súper cristiana de Tom y no quería presentarme como un demonio.

--No, no los veo --se fijó en mi frente --¿Han empeorado? --.

--Sí.. --suspiré desanimada.

--Bueno, --puso su mano en mi hombro --no te preocupes, aún te quedan unos días --intentó consolarme.

Sonreí apenada, quería creer lo que decía. La única esperanza que me quedaba eran esos días en los que los cambios no se veían a simple vista.

Salimos de casa y a medio camino Jorge nos asaltó.

--¡Ajá! --exclamó cortándonos el paso.

--Oh, no. Un pedófilo --dije neutral.

--¿Llamamos a la policía? --me preguntó Tom.

--¡Oh, venga! Parad ya con eso, chicos --se quejó el adulto --Aún me duele todo el cuerpo de la paliza de ayer, ¿no os basta con eso? --.

--Hm... --me quedé pensativa --No sé... --miré a Jorge de reojo, intentaba dar pena poniendo pucheros --De momento me basta, ¿a ti? --pregunté a Tom.

--Me parece bien, de momento --contestó.

--En fin, ¿Qué quieres ahora? --pregunté con un tono cargado.

--Quiero conocer tu agenda de esta semana. No me gustaría que te metieras en líos con la excusa de que es tu última semana normal --.

--A parte de ir a casa de una compañera de clase, no tenía nada más pensado --respondí.

--Hm --parecía que a Jorge no le hacía mucha gracia que tuviera planes --Está bien. Tienes mi número, ¿no? --.

--Sí, pero te tengo bloqueado --sonreí pícara.

--Pues desbloquéame --ordenó --Necesitarás contactar conmigo si pasa cualquier cosa --.

--Ya intenté contarte cosas el otro día y no hubo manera --me quejé mientras le desbloqueaba.

Las vidas de VictoriaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora