1.3. Cambios

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Al día siguiente Axel fue al punto de encuentro habitual con un saco en la esplda.

--¿Qué llevas ahí? --pregunta Victoria al verlo.

--Verás, --Axel apoya el saco en el suelo --ayer me fijé en que tienes los dientes grandes, como de carnívoro, --mete la mano en el saco --y me sobran un par de conejos que no podemos esperar más a comer --saca dos conejos muertos del saco, cogiéndolos por las orejas --Así que he pensado que podría traértelos --extiende el brazo ofreciéndoselos a Victoria.

--Oh --se acerca --Me has sorprendido --coge los conejos con una de sus enormes zarpas --Se agradece el detalle --fuerza una sonrisa.

--Pero no te gusta --se incomoda el humano.

--No es eso, llevo unos días sin comer y me viene genial, pero prefiero no alimentarme de las criaturas con las que vivo en el bosque --mira los conejos y susurra para sí misma --espero que no fueran familia de algún amigo...

--Oh.. Entiendo, no volverá a pasar --Axel se siente mal por lo que ha hecho.

--No te preocupes --Victoria posa una de sus zarpas en la cabeza de su amigo, a modo de consuelo --lo hacías con buena intención --sonríe.

Dejando a un lado este tema, se sientan como anteriormente han hecho.

--¿Qué pasó después de que te desmayaras? --preguntó el humano.

--Ahora te lo cuento --.

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Desperté al día siguiente, tumbada en la misma posición que cuando perdí la consciencia. Era pronto por la mañana, me daba tiempo a prepararme para el instituto. Me levanté y me miré la frente en el espejo de mi habitación. Pasé los dedos por los puntos de dolor de ayer.

--¿Pero qué-? --pasaba los dedos una y otra vez, confusa.

Me habían salido un par de bultos, como chichones. Pero como casi no se notaban a la vista, no les di mucha importancia. Me preparé para el instituto y salí de casa con Tom. Al principio había silencio, hasta que Tom preguntó:

--¿Qué tal ayer con tu "amiguito"? --.

--Bueno, es un idiota, pero eso ya lo sabía --me quedé callada pensando en el tono con el que me lo había preguntado --¿te molestó lo de ayer? --.

--No me gusta que entren desconocidos a mi casa, y menos por la ventana. Y según me ha dicho Julia, ni siquiera saliste a despedirlo. Qué mal educada --se le veía enfadado, pero no sé si lo estaba más por el hecho de que metiera a Jorge por la ventana o porque no me despidiera de él.

Símplemente agaché la cabeza en silencio, no tenía nada que decir ante eso. Seguimos en silencio hasta el instituto, una vez allí el día transcurrió con la actual normalidad.

A la salida del instituto me encontré a Jorge, solté un suspiro cargado y miré a los lados para asegurarme de que Tom no estaba mirando, pues había salido antes que él.

-- Vicky~ --dijo Jorge.

--¿Qué dices, lelo? --nunca me había llamado así.

--Me estoy integrando. Pensé que Victoria no sonaba inglés, así que te llamaré Vicky --.

--Ni lo pienses. Me llamas Victoria y punto --.

--Vaale --hubo un silencio después de eso.

--¿Por qué estás aquí? --me extrañaba que Jorge viniera a verme a la salida del instituto, bueno, más bien me incomodaba.

Las vidas de VictoriaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora