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A simple perspectiva de los demas, podia notarse qué quien mas emocionada estaba por ese día era la adulta que canturreaba alegre todas las cosas que experimentaria a partir de ese momento.

Sana, con su traje intacto de imperfecciones, tacones levemente altos y maquillaje al punto caminaba por la acera de la mano con una pequeña que pareciera el no disfrutar en lo absoluto el haberse levantado temprano de la cama. Sullyoon al contrario de su madre, mantenía el ceño fruncido, daba pisadas fuertes y rápidas, y masticaba de mala gana la barrita de cereal lucky charms que le habían dado a cambio para que se levantará de la cama.

¿Qué tenía de divertido ese lugar al que llamaban 'escuela' y por qué debía levantarse tan temprano para asistir a ella?

Su madre solo dijo que la dejaría ahí y volvería después, Sullyoon no quería alejarse de ella. Desde el preciso momento en que bajaron del auto comenzó a sentir una sensación molesta en el interior de su pechito.

Ni siquiera le importo que un personaje infantil de su película favorita estuviera pintado en uno de los muros, ni todos esos juegos o los demás niños pasando de un buen rato entre ellos. Quería volver a la comodidad de su hogar y seguir armando los rompecabezas que su tía Minari le había obsequiado.

— Salon A02 —tarareo Sana mirando la hoja que previamente había sacado del sitio web de la institución. Forzó su vista para lograr divisar la dichosa aula hasta que la encontro no muy lejos de ellas.

La puerta en comparación con las demás era muy colorida, llena de personajes animados que fácilmente llamarían la atención de los niños.

Sana volteo a ver a la menor, con la esperanza de que su fría expresión malhumorada cambiará, sin embargo, se encontro con otra que a ella no le agrado para nada.

No recordaba como se había sentido la primera vez que se alejo de sus padres, pero si sabía que para Sullyoon no sería nada fácil. Después de todo, siempre habían sido solo ellas dos. Nadie mas.

Dejarla en un lugar nuevo, con personas nuevas no era algo a lo que la niña estuviera familiarizada.

— Oye Ardillita, todo estará bien, te prepare el almuerzo... Lo que mas te gusta. —pero ni siquiera eso pudo evitar que el labio de la pequeña temblara, un pequeño sollozo se escapo de ellos y cubrió sus ojos con sus manitas.

La mujer rápidamente abrazo a su pequeña, colmando su frente con pequeños besos, la situación ya había llamado la atención de unos cuantos varios terceros así que debía controlarla antes de que las cosas se salieran de control. No quería que su hija pensará que la escuela fuera un lugar desagradable.

El preescolar solo se trataba de una etapa para el desarrollo social de cada niño.

— Solo sera por un rato —trato de convencerla— jugarás con otros niños, usarán acuarelas y cantarán muchas canciones divertidas, aparte, cuando vuelva por ti podrás comer lo que quieras.

La niña elevó su vista rápidamente con esa ultima mención, Sana sabía lo mucho que su hija amaba la comida, quizás incluso mas que a ella y lo feliz que sería por conseguir algo delicioso después de algo que le causará desconcierto.

— Pizza. —murmuró la menor limpiando los escasos rastros de lágrimas que caían por sus mejillas coloradas. Sana sonrió por ello y mostro su dedo meñique, prometiendo de esa manera que mas tarde comerian lo que Sullyoon deseaba.

— Pizza será —dio un último beso a la frente de la niña y se enderezó volviendo a tomar su manita, esta vez, dieron otros pocos pasos hasta llegar justo detrás de una mujer que les daba la espalda.

Y Sana no pudo hacer otra cosa mas que llamar su atención dándole leves toques en el hombro, Tzuyu por su parte se giro algo confundida, no esperaba que alguien la llamara.

— Hola. —saludo la mujer de buen aspecto acompañada de la niña— Ella es Minatozaki Sullyoon.

— Oh, —vaciló— lindo nombre...

— Es su primer día. —la mirada de la taiwanesa aterrizó en la menor que justo parecía bastante asustada, como ella.

— Aún falta alguien. —escucharon del otro lado.

Sana volteo encontrándose con una joven vistiendo el mismo uniforme que todos los niños al igual que unas enormes gafas, en sus manos portaba una libreta y pluma. ¿Acaso ella es la maestra?

— Oh, debes ser tu lindura. —dijo la chica dandole una mirada a la lista, buscando aquel nombre tan largo— ¿Minatozaki Sullyoon, cierto?

La niña asintió, entonces Sana comprendió su error.

Confundió a alguien más con la maestra de su hija.

— En verdad lo siento. —se disculpo haciendo una reverencia hacia esa mujer de piel canela con cabello a los hombros y hermosos ojos marrones que se volvieron dos lineas curvas una vez que noto el mismo error.

— Descuida, esta bien.

Tzuyu rió por lo bajo, tal vez su vestimenta podía hacer que cualquiera pensara que se tratara de una maestra.

— Esta bien, recuerda que cuando vuelva iremos a comer pizza. —se despidió de la menor quien ya iba de la mano de su próxima profesora al interior del aula.

Ambas seguían observando desde la ventana, Tzuyu ya había visto a Minju y otro par de niños ansiosos pararse de sus asientos para deambular por el nuevo lugar y Sana podía observar como Sullyoon solo era una expectadora, se arrepentía un poco por retener tanto a su pequeña cuando de conocer a alguien se trataba.

— Nos vemos en la salida mamás —recordó la joven cerrando la puerta lentamente.

El nudo en la garganta de Tzuyu vuelve a hacer acto de presencia y Sana siente un ligero nudo en su estómago.

— ¿Es normal querer estar allí dentro con ella? —cuestionó Sana mas alto de lo que esperaba.

Tzuyu apenas sonrió de lado, pero quería creer que por lo menos había una persona que estaba empatizando con ella justo en ese momento tan difícil.

— Soy Sana. —le devolvió la media sonrisa junto a un tono de voz dulce y suave.

— Chou Tzuyu. —hizo una reverencia.

Y por alguna razón, cuando sus miradas se cruzaron pudieron transmitir un poco de paz y tranquilidad a la otra con esa simple acción.

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