Capítulo 8

11 3 26
                                    

*Nótense las lágrimas en los apuntes XD*

- ¡Holm! Pasa, pasa

- Hola Cris – dijo mirando detrás de mí, viendo todo el desorden. – ¿Te habías olvidado?

- No, no que va – mentí muerta de vergüenza

- Hmm, bueno vale, pues empecemos ya

- Bueno, antes de empezar, solo si estas más cómodo, podría recoger un poco.

- Si quieres, no me importa – dijo sentándose en el sofá

- ¿Quieres un café, un té?

- Me apunto al té, ¿tienes de roibos?

- Creo que sí. Te preparo uno enseguida.

Mientras yo sacaba una bolsita de roibos y otra de frutos rojos Holm se levantó para ir preparando el agua.

- Yo voy haciendo esto, ponte tú con lo otro.

- Está bien. – Me alejé de la cocina y empecé a recoger la ropa tirada en el sofá. – Y... ¿qué tal estas?

- Bastante bien, nada destacable. Un poco triste por la derrota de hoy, tendré que ponerles las pilas a los chicos.

- Ah, sí, cierto. Mientras comíamos han estado hablando de mejorar algunas cosas, aunque no he entendido nada.

- Debería enseñarte hockey, no química

- Hazme caso que lo necesito mucho.

- Eso lo veremos en el examen sorpresa del lunes

- ¿Qué? – dije sorprendida

- ¿Qué? – respondió inocente

Le mire intentando adivinar si lo decía en broma o no, pero era como intentar adivinar los secretos de una pared. Entonces sonó un pitido que nos avisaba que nuestros tés estaban listos.

- A veces no te entiendo nada – dije rindiéndome, levantándome a por los tés. – Eres igual que papá. Decía las cosas enrevesadas, nunca sabías cual era el verdadero significado. Podías pensar que por fin habías llegado al final del asunto cuando, de repente, salían cinco finales más. Recuerdo una vez que estábamos jugando a un juego de adivinanzas... - volví al sofá y vi que Holm me miraba extraño, como con ternura - ¿qué pasa?

- Me dices que yo me parezco a él, pero tú tienes la luz de sus ojos, esa pasión al hablar de algo que de verdad os interesa. Sus alumnos siempre eran los más brillantes porque se contagiaban de su ilusión. – Después de que dijera eso no pude hablar y unas lágrimas amenazaron con aparecer en mis ojos. – ¿Le echas de menos, Cris?

- Sí, mucho – sollocé, dando paso a una cascada de lloros. Holm se acercó y me abrazó.

- Yo también.

- Cada vez que cierro los ojos les veo – dije sin poder contenerme más. – Veo sus sonrisas, como me animan a seguir adelante. Pero no sé si lo estoy haciendo bien. ¿Debí mudarme aquí? ¿Debí dejarlos atrás? ¿Por qué, a pesar de estar haciendo lo que ellos habrían querido, me siento tan vacía?

Lloraba desconsolada en su hombro, ya no podía frenar, pero él me rodeaba con su cálido abrazo, y supe que todo estaría bien.

- No los has dejado atrás Cris. Ellos vinieron aquí el día que lo hiciste tú. Siempre estarán con nosotros, aunque no los veamos. Y no pasa nada si alguna vez te sientes perdida o asustada, porque ahora, no importa la situación, sabes que me tienes aquí. Afrontemos esto juntos, ¿vale?

- Vale – respondí moqueando

- Es bueno desahogarse Cris, pero hay que hacerlo gradualmente. Se nota que llevas mucho tiempo haciéndote la fuerte. Vamos a sacarlo todo, ¿vale?

- Yo... les echo tanto de menos. Cada uno era esencial para mí. Con mi hermanito podía jugar y olvidarme de todos mis problemas. Nos inventábamos un nuevo mundo donde tener aventuras y explorar las tierras de nuestra imaginación – dije sonriendo, acordándome del tiempo tan valioso que había pasado con él. Pero pronto recordé que no podría volver a vivir eso. – Recuerdo las tardes con mi madre también. A ella no la veíamos tanto porque se iba mucho de viaje por su trabajo, pero siempre que volvía pasábamos la tarde entrenando. Me estuvo enseñado taekwondo desde los doce años, ahora soy toda una experta. – dije soltando una risita apagada - Ella me consolaba cuando estaba triste y me mimaba cuando estaba de bajón. Se le daba mejor que a mi padre consolarme. A veces nos quedábamos despiertas por la noche, hablando de chicos, y estábamos hasta las tantas, riéndonos y comiendo chocolate. Y por supuesto recuerdo los problemas y acertijos que me retaba resolver papá.

Deje de mirar al infinito y volvía a centrar la vista en mi tío. Me di cuenta que había dejado de llorar al pensar en esos tiempos, pero ahora Holm tenía los ojos enrojecidos.

- Tenías una familia estupenda, Cris. Me alegro de formar parte de ella, aunque no sea tan increíble como ellos. Y Cris, tu familia está orgullosa de ti y tus decisiones, así que no le des más vueltas a tu mudanza. Conociéndoles, no querrían que lloraras por ellos, querrían que vivieras tu vida, libre y feliz. Por supuesto no debemos olvidarlos y siempre pensar sobre todos los momentos buenos con ellos, pero no debemos anclarnos en el pasado.

- Tienes razón. Gracias por escucharme tío

- Pues claro que te escucho Cris, ni se dan las gracias. Estas en un ámbito totalmente nuevo, lo menos que puedo hacer es ayudarte. ¿Hay algo más de lo que quieras hablar?

Di un sorbo a mi taza de té y miré mi móvil apagado sobre la mesa. Me estaba pensando si decirle sobre Viktor o mejor callarme, pero en ese momento era como la caja de Pandora, una vez abierta no se puede cerrar.

- No sé si has visto lo que ha pasado hoy en el partido – empecé tímidamente

- Para no verlo – dijo irónicamente, haciendo que estuviera aun mas avergonzada. Al ver que no seguía se disculpó. – Perdona, no debí decirlo. Continua

- Bueno, pues tras una cosa y otra he quedado con él mañana. – dije temiendo una reprimenda. - Entonces, a mí me ha gustado mucho. No es el típico chico blando y cariñoso que me suele gustar, sino más agresivo y... digamos dominante. Y claro, ahora todos los chicos me miran mal, y me hace sentir mal. Ósea, yo debería poder elegir a quien veo y a quien no, no ellos. Pero me hace pensar que puedo estar haciendo mal...

- Cris, para. ¿A ti te gusta?

- Creo que sí

- ¿A él le gustas?

- Probablemente

- Pues ya está, no se hable más. No puedes juzgar a alguien si ni si quiera sabes como es. Mañana vas y le conoces. Si no te gusta nos olvidamos. Si te gusta pues le sigues conociendo. Y punto. Los otros se pueden meter su opinión donde les quepa.

- Gracias tío. Menos mal que te tengo. – dije abrazándole

Tenía toda la razón del mundo, soy perfectamente capaz de decidir yo solita a quién quiero y a quién no. Y con respecto a mi familia... no es que pudiera hacer nada igualmente.

- Bueno, si ya hemos acabado podemos ponernos con química.

- No sé yo eh, nos podríamos quedar no rato más aquí. Cuéntame sobre tu vida amorosa, tío – dije deseando no tener que estudiar.

- Ja, ja, no. Ya lo dejamos para otro día. – Se levantó y cogió mis apuntes. – ¿Qué no entendiste la última vez?

- Diría que... ¿todo?

- Tenemos mucho trabajo por delante entonces.

Y con esa frase nos metimos de lleno en el mundo de la química inorgánica. Yupi!

Has llegado al final de las partes publicadas.

⏰ Última actualización: Apr 03, 2022 ⏰

¡Añade esta historia a tu biblioteca para recibir notificaciones sobre nuevas partes!

Ridroit HockeylagDonde viven las historias. Descúbrelo ahora