Capítulo 1

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Ese día tome un avión desde Madrid al aeropuerto de Malmö. Desde ahí me tomo media hora en taxi, y por fin llegué a mi piso a medio día. Dejé las maletas y fui a la cafetería más cercana, llamada Kafé Hörn. Pedí un sándwich mixto y revisé a qué hora había quedado con Axel. Era mi tío por parte de padre, y sería mi profesor de química. Habíamos quedado en que me enseñaría la ciudad y la universidad, para poder ir haciéndome a ella.

Vine aquí a estudiar porque siempre fue el sueño de mi padre que sus hijos visitaran su tierra natal y aprendieran de ella. Y, además, porque aquí vivía la única familia que me quedaba. Mis padres y mi hermano murieron en un desprendimiento de tierra mientras hacían montañismo hace medio año, mi madre no tenía hermanos ni padres y mis abuelos por parte de padre fallecieron hace unos años. Solo me quedaba mi tío Axel, al que ahora tendría que llamar profesor Holm.

Debido a que no le conocía muy bien ni él a mi habíamos decidido que viviría en los pisos alquilados por la universidad en vez de con él. No tendría necesidad de mantenerme, ya que usaba la herencia de mis padres. Mi padre fue un gran bioquímico y mi madre era subteniente en el ejército de tierra, así que nunca nos faltó el dinero. Mi plan era estudiar un grado de biotecnología, sacarme un doctorado y dar clase en la universidad, como hizo mi padre. Según mis cálculos, con el dinero que tenía podría vivir sin trabajar el tiempo suficiente como para sacarme el grado y la mitad del doctorado. Obviamente si encontraba un trabajo antes de que eso ocurriera lo conservaría, pero antes de llegar no había encontrado ninguno.

Acabé mi sándwich y llamé al camarero, pero sin acordarme de donde estaba le pregunté en español y llamé la atención de una joven rubia sentada a mi lado. Llevaba el cabello corto, a la altura de los hombros y sus ondas cubrían un poco sus ojos verdes amables.

- Hola, ¿necesita ayuda? – me preguntó en español con un acento muy marcado. 

- Lo siento, acabo de llegar y aún no me acostumbro – dije sonriendo, esta vez en sueco.

- ¿Eres española? Tienes buena pronunciación para ser extranjera.

- Sí, mi padre me enseñó desde pequeña, él era de aquí.

- Vaya, que bueno. Me llamo Elina, por cierto

- Yo soy Cristina, pero llámame Cris.

El camarero que se había acercado nos observaba mientras hablábamos y carraspeó. Tenía los ojos rasgados y el pelo largo cobrizo recogido en un moño. Era muy guapo.

- Lucas, eres un maleducado al quedarte ahí parado, tráele la cuenta a la chica anda.

El chico se dio la vuelta avergonzado y se fue corriendo

- ¿Le conoces? – pregunté curiosa

- Para bien o para mal, es mi novio.

- Lucas has dicho, ¿no?

- Si. Es más abierto de lo que parece. 

En ese momento Axel entró a la cafetería y me vio.

- ¿Axel? – preguntó Elina

- ¿Elina?

- ¿Qué te trae por aquí?

- Pues le iba a enseñar la ciudad, ¿os conocéis Cris y tú?

- De hace un minuto – se giró para mirarme. – Así que eres la sobrina del entrenador.

- ¿Entrenador?

Le miré extrañada y él se disponía a hablar cuando llegó también Lucas con la cuenta.

Ridroit HockeylagDonde viven las historias. Descúbrelo ahora