nazarena

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libre de pecado, en el nombre del padre, del hijo... y del espíritu santo.
AMEN!

Dios, perdóname, perdóname por mis pecados. Padre, perdóname por mis acciones. Dios, perdóname, porque he fallado.

Arrodillada, las manos bien juntas, cabizbaja, aún así, visiblemente llorando. Desconsolada, luego de varios días, fue al único sitio que le quedaba: la iglesia.

El hogar de dios, aquél que había rechazado desde que nació, se convirtió en su fuga, simplemente porque pensaba que Dios la amaba como hija, y no estaba equivocada, solo confusa.

Y es por esto que Belice, tan ingenua como siempre, se tiró al altar suplicando que la dejase ir con él.

Por primera vez, dios contaba con Belice, que no era su mejor versión

Pero aquella enfrentaba sus peores batallas.

nena malDonde viven las historias. Descúbrelo ahora