III

276 17 0
                                    

Querido Ari:

Bajo mis manos, siento unas sábanas. No son demasiado suaves, pero sin duda son mejores que el suelo. El único problema es que no sé cómo llegué aquí. Más bien, sí que lo sé, pero espero que sea un sueño.

Tras esconderme en el tronco de ese árbol, la adrenalina me abandonó. El dolor empezó a ser abrumador, y caí por un agujero en el suelo, hasta caer a un lago subterráneo. No tenía fuerzas para nadar, y tal vez eso fuera lo mejor. El mundo es un lugar muy cruel, y yo no quiero sufrir más.

Repentinamente, la espalda me empezó a arder. Desde mi columna vertebral una sensación abrasadora se extendió a mis extremidades y mi cabeza. Sin embargo, mi extraña dolencia no duró mucho.

Creo que quedé inconsciente unos instantes. Cuando desperté, no era yo. Era una mole humanoide, grande como nada que hubiese visto antes. Tenía la impresión de que todo mi daño se había esfumado. Me incorporé. Era fuerte y poderosa, y mis perseguidores, del tamaño de hormigas, se encogían a mis pies. Los aplasté.

Creo que caminé unos kilómetros antes de perder el sentido. El enorme cuerpo del ser que me contenía se deshizo. Y ahora estoy aquí.

Escuchando a alguien llamar a la puerta,

Ymir, la gigante.

A tí, dentro de 2000 años Donde viven las historias. Descúbrelo ahora