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Querido Ari:

Hoy sólo hablaré de mi vida, porque debo desahogarme con alguien, incluso si ese alguien es un muerto.

Todos me temen, tienen miedo de que la "diosa", con todo su poderío y crueldad que ha conquistado naciones, esparza sus vísceras al pasar al lado. Y sabes, no puedo culparlos. A veces, yo misma, en la oscuridad de las noches agitadas por los dedos tenebrosos de las pesadillas que me acechan en el dolor de mi día a día, despierto entre gritos y llantos. Mis múltiples miedos y temores salen a la luz cuando las garras del sueño arañan mi mente, y salen en todo su esplendor, puesto que durante el día no se les permite asomar.

Cremando en lo que un día fue mi alegría te alzas tú en mis peores noches. También está Ylva, y mamá y papá, subidos a caballos y persiguiéndome con arcos y flechas, como recordatorio de la fatídica noche en que me convertí en un monstruo.

Tengo la impresión de no ser más que una herramienta. Sigo siendo una esclava, pero ahora de mayor rango. El rey, aunque me trate con educada indiferencia si no precisa nada de mí, tiene algo en su mirada que se encarga de recordármelo.

Asustada de sí misma,

Ymir, el monstruo.

A tí, dentro de 2000 años Donde viven las historias. Descúbrelo ahora