Día 5 - DarkStony

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Superior Ironman era considerado la más grande catástrofe le pudo pasar al planeta. Los gobiernos del mundo buscaban formas para detener al hombre que buscaba ser un Dios y someter a la humanidad.

Y Superior no buscaba ser un Dios, porque ya lo era. La única piedra en su zapato eran esos estúpidos que creían podían matarlo. Llegaban a ser molestos y Superior no dudaba en enviar a sus soldados a eliminar a quién fuera necesario.

Diferente a lo que el gobierno pensaba, muchas personas lo amaban, muchos morían por él. Porque la humanidad tenía un defecto y eso eran sus sentimientos; el buscar amar y ser amado. Y su Dios no dudaba en usar eso a su favor.

¿Querían estar más cerca de él? Debían arriesgarlo todo para lograrlo, incluso si eso significaba morir. Superior sabía que lo harían, sin pensarlo.

Desesperados por intentar detener a ese psicópata, el gobierno decidió enviar a su mejor soldado: Steve Rogers, conocido como el Capitán América.

Eso fue un error.

Superior Ironman no quería a nadie. Solo a sí mismo.

No sabía amar y nunca lo haría, pero tenía un sentido de pertenencia muy grande y si él veía algo o alguien que le gustara, esa persona era de su propiedad y nada o nadie se iba a interponer en su camino.

•••

Steve gimió cuando Superior le mordió el cuello. Eso hizo sonreír a Superior, aumentando la fuerza que empleaba al morderlo y embestirlo, disfrutando de la manera en la que lo apretaba, como le clavaba las uñas en la espalda y suplicaba por más. Y como él era un Dios bondadoso, le daba lo que pedía.

A Superior no le había sido tan difícil lograr hacer que Steve terminara en su cama. Había sido divertido jugar con él al gato y al ratón, y cada que Steve creían Superior iba a caer, éste salía triunfador, dejándolo enojado y, después de un tiempo, frustrado. Coqueteaba con él a cada que estaban solos y si, aunque el mundo creía a Steve Rogers perfecto, no lo era y su debilidad era su corazón. Superior lo supo desde qué lo vio la primera vez, esa en la que le gustó y decidió sería suyo.

Steve le perteneció desde ese instante y solo fue cuestión de tiempo para que quisiera estar con él; para recibirlo gustoso entre sus piernas, para incluso dejar que lo tomara cuando se suponía estaba en alguna misión. Esas eran las folladas favoritas de Superior, en las que en cualquier momento alguien podría verlos y el mundo se daría cuenta de que eran amantes.

—Tony…—Steve era en único ser humano en el planeta que tenía el permiso de llamarlo así, sobre todo si era cuando gemía su nombre.

—¿Estás cerca de nuevo, bonito? —preguntó, con voz melosa, moviéndose con fuerza—. Quiero escucharte gritar cuando te corras.

Si había algo que a Steve le gustaba y que Superior lo sabía, era que le hablara mientras se lo cogía.

Otra cosa que sabía de Steve, de la que ni él mismo tenía idea, era que el valeroso Capitán América podía engendrar vida y que esos buenos hombres del gobierno no se lo habían dicho. Sería una vergüenza internacional si se llegaba a saber eso, que su Capitán podría ser solo una puta en celo y no servir para nada más que para parir.

Superior no vio eso como un inconveniente, al contrario, la idea de alguien tan perfecto como él, incluso más, le emocionaba. La posibilidad de condicionar a alguien desde temprana edad a recibir y cumplir órdenes, era un sueño retorcido que quería cumplir.

Y ya lo había logrado; estaba casi seguro Steve ya lo sabía y solo faltaba a que se lo dijera.

•••

StarkRogers WeekDonde viven las historias. Descúbrelo ahora