Día 7 - Libre

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No me quiero casar•

Anthony Edward Stark se negaba a casarse. Era demasiado feliz en libertad y sin la responsabilidad social de seguir ciertos protocolos. No le molestaría tener una pareja, de no ser porque, al casarse, todos esperaban tuvieras un hijo. Y si Anthony no se soportaba a sí mismo, menos lo haría con una mini réplica de él.

Como era de esperarse, su negación al matrimonio era un dolor de cabeza para sus padres, quienes no querían morir si conocer a sus nietos. Y, dado que Anthony no entendía por las buenas, no le iba a quedar de otra que hacerlo por las malas.

•••

—Sabes que eventualmente tendrás que hacerlo, ¿verdad? —dijo Natasha.

—Si y estoy pensando en la mejor estrategia para seguir —respondió Anthony—. ¡No me presiones, Natasha!

—Señora Banner para ti, descarado.

Anthony observó a con seriedad a la mujer frente a él.

—Te casaste con Bruce hace cuatro meses, aún no te ganas el que te diga así.

—Eventualmente tendrás qué hacerlo. Ahora, mueve la pieza del tablero.

Era una tarde tranquila en la mansión Stark. Anthony disfrutaba de la visita de sus amigos y era el pretexto perfecto para evitar a sus padres, que seguían con la absurda idea de querer casarlo. Él no se iba a casar nunca y punto.

—¿Ya tienes listo lo que te pondrás para el gran baile harán tus padres? —preguntó Virginia Potts, que no ponía atención al juego entre Anthony y Natasha— Eres más quisquilloso que Nat y yo juntas para elegir atuendo.

—No quiero hablar de eso —sentenció Anthony.

—No veo como eso sea posible, si en el condado no se habla de otra cosa —opinó el Coronel James Rhodes.

—El baile más grande este lugar ha visto, en el que el heredero Stark conocerá a su futuro esposo —se burló Samuel Wilson—. Eres la comidilla del pueblo, Tony.

Anthony observó a los presentes.

—Hasta donde veo, no estamos en el pueblo, así que ese es tema prohibido aquí. No sé como mis padres se atrevieron a hacer semejante cosa.

—No es difícil deducir sus razones —dijo el doctor Bruce Banner—. Es obvio que lo hicieron porque tú, por decisión propia, no tienes ninguna intención de desposarte.

—¡Es una tontería! —exclamó Anthony—, sin ofender a los presentes, pero no es algo que quiera hacer.

—Creo que no tienes opción. Ya tienes 35 años, eres hijo único y tus padres esperan tengas un matrimonio para poder engendrar un heredero —explicó Natasha —. Es cierto que si tu padre muere, heredas todo, no hay nada que alegar con eso. Pero si mueres siendo soltero, toda la fortuna Stark pasará a tus parientes cercanos y no pienso quieras ver a tu adorado primo Justin nadar en tu dinero.

Anthony hizo una mueca. Por supuesto que no quería al bueno para nada de su estúpido primo gastando la fortuna de su familia. Y aunque odiaba esa idea, más odiaba la de casarse con una mujer cabeza hueca o un doncel pretencioso que se creyera Dios solo por poder cargar hijos en el vientre. Si, por eso prefería quedarse soltero.

—Adoptaré un hijo, si eso es lo que mis padres quieren, pero no me voy a casar —insistió Anthony—. No cuando mis únicas dos opciones ya están apartadas y todo lo que me queda es Sam.

—Y yo no me casaría contigo, aunque pudiera tener hijos —se apresuró a decir Samuel.

El resto de la tarde fue dedicado a intentar convencer a Anthony que casarse no era el fin del mundo y con él amenazando a que, si seguían en apoyar a sus padres en lugar de a él, los iba a dejar fuera de su testamento.

StarkRogers WeekDonde viven las historias. Descúbrelo ahora