Los hijos de Adán y Eva

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Camino entre la nieve merodeando y buscando nuevas pistas sobre los dichosos hijos de Adán y Eva, volteo rápidamente hacia atrás cuando escucho que algo cae en la nieve y me acerco sigilosamente al ruido, al poder asomarme veo a Tumnus escondido detrás de un árbol, suelto un suspiro y cuando iba a salir a preguntarle que le ocurría la veo y me quedo paralizada, es una niña mucho más pequeña que yo, tiene un lindo vestido café y su cabello cae sobre sus hombros, esta parada al lado del viejo farol mientras observa a Tumnus con curiosidad

¡La he encontrado! ¿Pero como se si es la real hija de Eva? Que importa si es la real o no lo es, es una simple niña ¿Cómo ella podrá ayudarme a vencer a Jadis sin ponerse en peligro? No juzgues tan rápido, diría Aslan

Aunque sea la real o no, he encontrado a una, me faltan tres más, empiezo a caminar de espaldas sin quitar mi vista de ella, quiero grabarla muy bien en mi mente para nunca olvidarla si es posible eso, antes de irme completamente hechizo su mente para que ella vuelva aquí, se que me estoy arriesgando pero tengo que intentarlo. 

— ¡Castores! — grito mientras voy llegando a su pequeña presa

— ¿Qué pasa, pequeña? — preguntas un poco asustados, ups 

— Creo que he encontrado a una hija de Eva — digo un tanto emocionada 

— ¡Eso es increíble! Cuéntanos todo — sonrió y emocionada cuento el avistamiento de la hija de Eva

— ¡Eso es increíble! Cuéntanos todo — sonrió y emocionada cuento el avistamiento de la hija de Eva

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— ¡No es posible! Tumnus ha desaparecido y Aslan no me deja ir a buscarlo ¡Ya estoy grande! — reprochó

¡Aslan nunca me deja hacer nada! Se que puedo al menos averiguar dónde lo tienen ¡Pero no! Él no me deja hacer ni eso

— Con esa actitud pareces una niña de seis años de nuevo, Idalia — se burla la señora Castor

— ¡Pero yo sé que puedo! — digo mientras camino enojada

— Nadie está diciendo lo contrario, pero si Aslan dice que no, por algo será, debes entender eso — el señor Castor me deja una taza frente a mi mientras acaricia mi mano

— Bien, me quedo aquí sin hacer nada. Pobre señor Tumnus — murmuró triste y luego recuerdo a la niña ¡Bingo! ¡La hija de Eva! ¡Tengo que buscarla! — ¡Ahora vengo! — anuncio mientras salgo de la pequeña casa

— ¡No busques al señor Tumnus, Idalia! —

— ¡No lo haré! Buscaré a la niña — susurro cuando regreso a decirles

The Chronicles of Narnia: The warrior of NarniaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora