- 1 - LA VUELTA AL CAMPUS

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De antemano tengo que advertir de que no soy el ser humano más amable o accesible del mundo. Debería ponerse de moda llevar carteles en el pecho dónde ponga algo que caracterice nuestra personalidad, así mucha gente se prepararía psicológicamente para tratar con otra persona.

En mi caso pondría "Borde de mierda"

Aunque creo que el amable señor que está en la entrada del aparcamiento de la universidad se acaba de dar cuenta ya que he pasado de su cara al darme los buenos días con una sonrisa mientras agita la mano con alegría.

Señor llevo conduciendo como cuatro horas ¿Espera que me baje a abrazarlo? Quiero llegar a mi jodida habitación de una vez.

Aparqué el Jeep en el único puesto que encontré, humanamente solo puedo llevar dos maletas así que atravesé el campus con ellas. Claro que no me iría a instalar sin antes pararme en el centro del campus y disfrutar del aroma a frustración y nervios de los nuevos de primero.

Ya es mi tercer año aquí y siempre disfruto de este ambiente. Amo el sufrimiento ajeno ¿Para qué nos vamos a mentir?

Eres vil y cruel...

No empieces diciendo lo que tu y yo sabemos conciencia, aunque adoro cuando me alagas, así que gracias.

Después de pasar por la administración, me dieron la llave de mi nueva habitación la cual agradezco que esté más cerca que la del año pasado, estuve todo el curso saliendo una hora antes para poder llegar a la primera clase de la mañana.

Habitación 81, ahí está, corre que quiero conocer a nuestra compi.

¿Compi? Llevo los últimos dos años viviendo sola en el campus. En primero la chica solo duró tres días y luego dejó la carrera y en segundo... Si no recuerdo mal le ofrecieron estudiar en el extranjero y no llegó ni a pisar la habitación. Ahora no me pueden meter a alguien...

Metí la llave y le di un toque a la puerta para que se abriera sola y así poder entrar con ambas maletas a la vez. Pero me quedé tiesa viendo a una chica de rizos salvajes, gafas y pecas en mitad de la habitación. Ella me mira tímidamente y sonríe con vergüenza.

- H-hola - Musita.

Yo la miré y me tragué el suspiro frustrado.

- Hola - Dije secamente y entré.

Las habitaciones son bastante grandes, a mi me gusta la intimidad así que pago más para tener habitaciones separadas y no las típicas habitaciones dónde duermes a cinco metros de tu compañera y os veis hasta el alma.

Cuando entras te encuentras con una mesa para desayunar, a la izquierda hay un mini salón con un sofá y un televisor. Luego a la derecha está la cocina abierta con dos encimeras que tienen fregadero y mucho espacio para poner nuestros cacharros.

Ah, y nevera claro.

Es como un piso mini.

Delante, dónde está de pie ella, están las habitaciones, una delante de la otra.

- T-te estaba esperando... - Suelta tímidamente - P-para que elijas habitación.

Más de cerca puedo apreciar sus ojos verdes y sus pecas.

¡Y es pelirroja! Que bonito color...

Mi conciencia puede llegar a ser tan ridícula.

- ¿No tienes preferencia? - Pregunte sin más.

- No...

- Pues la de la derecha.

Sin decir nada más avancé y entré en la que sería mi querida cueva por el resto de meses.

UN SIN FIN DE RAZONES PARA ENAMORARSEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora