Capítulo diecinueve.
Marileyn Sorní
Sus palabras logran conmoverme, está listo para dejar muchas cosas, para dejar de hacer lo que quiera, y solo se lo piensa por mi.
Él es capaz de dejar cualquier cosa por mi, de vivir honradamente solo por mi.
—Siempre estaré para ti— no puedo evitar que lagrimas se acumulen en mis ojos mientras lo abrazo.
—Perdón por ser un egoísta que solo piensa en su felicidad— susurra en mi oído.
—No comprendes a los egoístas hasta que te toca ser uno.
—¿Qué?— me pregunta con confusión.
—Yo también he sido una egoísta contigo, has decidido dejar todo por mi, y yo lo he aceptado porque quiero que sigas a mi lado, porque sé que tarde o temprano la mafia nos destruirá.
Nos separamos y nos quedamos viendo a los ojos.
¿Quiero a este psicópata? La verdad no lo sé, solo sé que lo único que si quiero es besarlo, y consumirme en la llamas de su pasión.
Y estamos a punto de hacerlo, cuando él tomó de llamada de su celular nos interrumpe.
—Contesta, es mejor, no sabemos si es que la policía está cerca de nosotros— le aconsejo.
Samael suelta un suspiro, antes de sacar el celular de su bolsillo, contestar la llamada y ponerla en alta voz.
—¿Cómo estás, Samael? Espero que bien, oh espera, no es cierto, quiero que termines siendo un mendigo y que te quedes solo, ah, y no se me podía olvidar, también quiero que mueras de la manera más dolorosa.
—Eres un asco, Orfeo— dice Samael con irritación.
Este tipo está más loco que yo.
—Te he mandado un regalo, creo que ya el jefe te lo dijo, pero todavía me falta quietarte otras cosas, quiero que te quedes sin nada, hasta sin vida.
—No lo lograrás, siempre odiarás mi felicidad.
—Jaja— ríe sin gracia. —Samael, no lo olvides, estás dentro de mi juego, y no podrás escapar— cuelga la llamada, y después vemos una guagua acercarse.
Sonreímos pensando que ya vinieron a recogernos, pero nuestras sonrisas desaparecen de nuestras caras cuando nos damos cuenta de que esos matones no son nuestros matones.
—Vámonos de aquí, corramos antes de que sea tarde— le pido, mientras veo a los matones acercarse a nosotros.
Sin tener ninguna opción, corremos hacia el callejón. —Haré todo lo posible para protegerte— dice, mientras corre.
Y por primera vez sentimos el impacto, el impacto de la decepción al darnos cuenta de que es un callejón sin salida.
Los matones se acercan, y tratan de tomarnos a ambos, pero Samael se suelta de su agarre y me libera.
Y es cuando la vista empieza a nublarse, a causa de mis lágrimas.
—¡No! ¡Suéltenlo! ¡Déjenlo tranquilo, por favor!— grito, mientras las lágrimas tratan de ahogar mi voz.
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𝐒𝐢𝐧 𝐞𝐬𝐜𝐚𝐩𝐞 𝐝𝐞𝐥 𝐦𝐚𝐟𝐢𝐨𝐬𝐨 ✓ ©
Storie d'amoreNo puedes escapar de quien ya está demasiado impresionado contigo. No puedes evitar que quien se enamore de ti, haga lo posible para que sea recíproco. Tampoco puedes evitar que quien tengas en tus manos, quiera tenerte en las suyas. Como tampoco p...