𝓒. 04

20 0 0
                                    

Ephemeral əˈfem(ə)rəl

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Ephemeral
əˈfem(ə)rəl

BENJAMÍN LAURENT

Mi mundo se estaba cayendo a pedazos frente a mis propios ojos y no hice nada para impedirlo. Tuve que seder el control de mi música, de mi arte.

Lo que se supone que era una distracción, se convirtió en mi pesar más grande, en una mochila de piedras que cargo todos los días.

Seder el control fue mi primer error. Dejar que hicieran mierda mi único escape de la realidad fue el segundo. Permitir que manejen mi vida fue el tercero. Y no hacer nada al respecto fue el cuarto. No malinterpreten, hay una lista más larga, pero esos son los más consecuentes.

Anteriormente, la música era mi escape para no caer en la locura, un freno de mano. Amaba escribir canciones, tocar instrumentos y informarme sobre el mundo de la música, era lo que me encantaba hacer, hasta que los reflectores apuntaron hacia mi, y no me han dejado ir hasta la fecha.

Era un simple adolescente. Recién estaba aprendiendo a quererme a mi mismo, a descubrir las cosas que me gustaban, perfeccionando mi técnica y forjando mi carácter. Mis padres me animaron a ir a una audición para ser cantante e baterista en una banda local, fui valiente y lo hice, me eligieron apenas toque dos canciones.

Desde el momento en el que entre a esa banda, mi vida se convirtió en un infierno.

La gente nos empezó a conocer. La fama explotó.

Entrevistas, programas de televisión cada semana, ensayos todos los días, conciertos y giras, sesiones de fotos eternas, humillaciones, hilos de twitter explicando porqué éramos la peor Boy band que podía haber llegado al estrellato, etc.

Hay que ser capaces de aguantar el abuso, fingir una sonrisa y dejar que te presionen lo más posible. Estar bajo el reflector es insoportable. Llegue al punto de encerrarme en mi habitación toda una semana con la excusa de que estaba enfermo, con tal de tener un poco de paz.

No puedo dar mi opinión. Mi veredicto sobre las cosas debe permanecer en total misterio para el publico. No puedo amar libremente sin que mi pareja sea acosada por los fans y los medios.

"–Finge una sonrisa, da el 110 por ciento en ese escenario, no falles."

"—Lo arruinaste de nuevo, Benjamín"

"—Nunca. haces. nada. bien"

Estoy harto de todo esto, estoy harto de tener que depender de una persona a la cual solo le importa el dinero.

Pero esta es mi vida ahora, y a menos de que exista una máquina en el tiempo para revertir esto, me quedaré aquí hasta que el público se harte de mi, tal y como yo lo estoy de ellos.

Yo quiero mucho a mis amigos de la banda, ya que ellos sufren lo mismo que yo, sufren la presión y el dolor tal como yo.

—Benjamín, de verdad, siento que ya no puedo más, estoy cansado.—Masculló Tristán. Sí, Tristan Tux, el mejor vocalista de la banda estaba derrumbándose frente a mis ojos y no podía hacer nada para evitarlo, ya que yo estaba igual o peor que él.

Vi como sus ojos se humedecían y como se los limpiaba fuertemente cuando alguna lágrima rebelde se le escapaba. El único escape de Tristán eran las drogas, consumía todo tipo de sustancias para escapar de su realidad por lo menos 5 minutos y poder estar feliz y eufórico, aunque no servían de nada, ya que cuando el efecto finalizaba, lo único que le quedaba era más dolor y tristeza.

Aún recuerdo el día en el cual confesó lo que hacía, a pesar de que ya era medio obvio, todos los de la banda lo presionamos para que ingresara a un centro de adicciones, y el quiso hacerlo, pero los productores se lo prohibieron rotundamente, ya que sin él, la banda caería en picada.

Ese día me enoje tanto que falte a los ensayos por 2 semanas, pero no tuve mas remedio que asistir después de ese lapso, ya que se presentaron en mi casa y hablaron con mis padres. Mis productores son las personas que más repugno en el mundo, no creo que me pueda sentir más asqueado por personas que no sean ellos.

—Benjamín, no sé qué mierda hacer, todo esta jodido.—Confesó Tayler.

—Lo sé, Ty, pero no podemos hacer nada. ¿Intentaste hablar con tus padres?—Lo cuestione.

—Lo hice, hace conos 2 meses, pero ellos me cerraron la puerta de la casa en mi cara y me dijeron que no aceptarían que un drogadicto viviera bajo su techo.

Me causa demasiado enojo e impotencia la clase de personas por las cuales estamos rodeados.

—Tyler, llevo años siento tu amigo, y te dire algo qué tal vez sueñe cruel, pero es la verdad; Si tú no te internas en un centro de adicciones, un día de estos, sufrirás una sobredosis que te llevará a la muerte. No creas que no soy consciente de las grandes cantidades de cocaina que consumes después de los conciertos. Que se vayan a la mierda Samuel y los demás, la recompensa será tu vida.

El me miro y volví a ver como sus ojos se humedecían, pero esta vez no detuvo sus lágrimas, al contrario, empezó a llorar desconsoladamente y yo lo abracé para que pudiera sentirse acompañado y en confort, ya que eso era lo único que necesitaba ahora.

Ephemeral ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora