El sonido de una llamada entrante me hizo pegar un brinco de mi asiento frente al escritorio en mi habitación.
Me desoriento por una fracción de segundos, pero vuelvo a dar otro salto al darme cuenta de que aún no he tomado la llamada. Me acerco a mi cama y como puedo contesto sin mirar de quién se trata.
—¡Lena!
—¡Tía!—Respondo con el mismo entusiasmo al reconocer su voz.
Se trata de Yenilia, una hermosa tia que vive en las afueras de la ciudad, y, es donde me encanta ir de vez en cuando para vacaciones.
—¿Cómo estás hermosa? —Pregunta al cabo de un momento.
—Súper bien ¿Que me cuentas tú? —camino sin despegar mi móvil de mi oído y tomo asiento dónde estaba anteriormente.
— También está todo bien —respondo lo común y ella vuelve a hablar_ ¿Tu madre se encuentra?
—Así es.
— Pásamela por favor.
—Ahora voy —Alejo el móvil un poco de mi persona y prácticamente corro fuera de mi habitación, gritando— ¡MAMÁ!
—¿¡Qué!? —grita ella de vuelta, con más moderación y apareciendo de la cocina.
Le paso el móvil y lo toma con confusión, le explico quien pregunta por ella y reacciona entonces con alegría para posteriormente contestar y volver a la cocina con mi móvil en manos. Yo regreso a mi habitación a continuar con los garabatos de escritura que hacía, y apenas pego el trasero en el asiento se me ocurre la brillante idea de volver a saludar a mi tía.
Supongo que había olvidado totalmente que ya tenía algunos días sentada en casa por las famosísimas vacaciones de verano.
Camino de un lado a otro en la habitación durante varios minutos hasta que al final decido salir corriendo a dónde está Clarinete, mi madre. La conozco y sé que apenas termine va a colgar, y no quiero que lo haga, no quiero tener que llamar otra vez cuando seguramente no encuentre que decir en una nueva conversación. Y aprovechando que ya los saludos pasaron a segundo plano, me sirve.
—Ah, sí, sí. Eso mismo decía yo, pero bueno. Está bien, hablamos lue...
—¡MAMA NO CUELGUES!
Prácticamente me arrojé cerca de mamá en el mostrador, se sobresaltó y pegó un grito al cielo antes de darme un zape en la cabeza, le sonrío inocente, y vuelve a despedirse avisando que me pasaría la llamada, le agradecí y tomé asiento.
—¡Tía! —¿Cómo se supone que empiezo? Ahora que ya tengo el móvil. Bueno, preguntar directamente no está tan mal —¿Puedo ir a tu casa en este verano?
Va, tal vez menos directa en una próxima ocasión.
Mamá me lanza una mirada de “¿Sin pedir permiso para donde, señorita?”
Le sonrío, pero sigo pendiente a la respuesta de mi tía. El truco está, en pedirlo frente a mi mamá, si mi tía acepta, mi madre ya no podrá decir que no.
—Claro que sí mi niña —Mi madre alza ambas cejas en mi dirección, había puesto el altavoz— ¿Cuándo crees venir?
—¿Para el viernes está bien? —y hoy era lunes.
No quería sonar muy desesperada, y quiera dar un poquito de tiempo para preparar todo lo necesario sin desesperación.
Mi madre negó con la cabeza, mientras sonreía.
— Me parece bien. Nos vemos.
Dije un último adiós y colgué, me quedé esperando alguna reprimenda de parte de mi madre, pero solo suspiró con una sonrisa y negó mientras iba a lo que sea que estaba haciendo antes de la llamada.
Me encogí de hombros y salí corriendo en dirección a mi habitación. Apenas entrar, lancé mi móvil con poco cuidado a la cama e hice lo propio en esta situación: El bailecito de la victoria.
— Oh, sí, yo voy. Oh, si si sí.
Balanceaba una prenda que había encontrado en el piso mientras daba mi hermoso recorrido en danza por toda la habitación, feliz. No era como si me fuera a encontrar algo interesante en estás vacaciones, pero al menos saldría de casa por un tiempo, y eso era lo único que quería.
Continúo bailando hasta que me canso y mi madre da su hermoso grito de que es hora de comer, ni me había fijado en la hora que era hasta que lo dijo.
Respondo a su grito con otro para luego ir a su encuentro.
Y les cuento, mi nombre es Lena Bread, mi madre es Clarinete y tengo un pequeño hermano llamado Isaac, tiene nueve o diez años de edad, no me juzguen, soy mala recordando edades, apenas y puedo aprender la mía. Pero bueno, escuchar música sin importar la ocasión es parte de mí. Paso más tiempo saludando el piso y en vergüenza que normal, amo hacer el ridículo al bailar.
Mientras como, con mamá haciendo cuentos de lo que recuerda de su infancia, recuerdo que mi cumpleaños será en un mes, y para ese entonces, estaré en casa de mi querida tía, así que estaré bien.
Me aseguro de buscar todo lo que necesito al terminar, y me doy cuenta que algunas de las cosas que necesito deben ser lavadas. Suspiro con cansancio y hago lo propio de organizar mi habitación.
Este verano seguro no tendrá algo nuevo, pero estoy emocionada con el simple hecho de tener que salir a tomar aire fresco, y me hace feliz.
SeLesQuiereDeAquiACarrasco 🖤
Stefii fuera 🌹
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Aquel Inolvidable Verano© (Completa)
Kurzgeschichten«En la cotidianidad de mis veranos, nunca imaginé que él, entre risas y atardeceres, transformaría lo conocido en una melancolía inolvidable. En esos días cálidos, cada encuentro se volvía un suspiro, y así, él se convirtió en el matiz inesperado en...